«Si en un macroconcierto se cumplen las medidas de seguridad establecidas previamente, y principalmente en el Pla d’Autoprotecció –donde se contemplan todas las medidas de prevención–, no tiene por qué pasar nada», aseguran los responsables de Protección Civil de Tarragona. Y más en una comunidad como la catalana, que tiene una normativa propia en este sentido. «Además, el Ayuntamiento de Tarragona es mucho más exigente de lo que recoge el decreto de medidas de autoprotección y la Llei d’Espectacles Públics», recalca el concejal de Seguretat Ciutadana, Carles Castillo.

La tragedia ocurrida durante un concierto de Halloween celebrado hace diez días en el Madrid Arena ha abierto el debate sobre la seguridad en los recintos con gran aglomeración de público. Y ahora que se acerca la noche de fin de año, cuando las macrofiestas se multiplican, muchas personas –y especialmente las que tienen hijos adolescentes– se preguntan si dichos actos son seguros. Los expertos, sin embargo, aseguran que el riesgo cero no existe.

En la ciudad de Tarragona, el recinto más moderno para acoger celebraciones multitudinarias es la Tàrraco Arena Plaça (TAP). Hace dos años se acabó la remodelación de la antigua plaza de toros, en la que se incorporaron importantes medidas de seguridad para poder acoger grandes actos. Por ejemplo, dispone de un total de 32 salidas de emergencia, por donde en menos de diez minutos se pueden desalojar las 10.744 personas de aforo que tiene el recinto. Sin embargo, su capacidad sobrepasa esta cifra: en las gradas caben 5.000 personas, 1.250 en las superiores y 5.400 en la arena.

En estos dos años de existencia, en la TAP se han celebrado actos de todo tipo, desde cenas hasta conciertos, pasando por competiciones deportivas o las Jornades Mundials de la Juventut. En cada una de las actividades se ha tenido que presentar un Pla d’Autoprotecció, se recalca desde el Ayuntamiento: «Hay uno marco, pero se tiene que ir adaptando a la realidad de cada actividad».

La parte esencial de un Pla d’Autoprotecció es el aforo previsto. Es básico para poder determinar la cantidad de personal de seguridad que será necesario, uno de los muchos aspectos que al parecer falló en el Madrid Arena. Por ejemplo, para la pasada edición del Concurs de Castells el plan contemplaba 31 personas de la organización, 21 vigilantes de seguridad, 16 auxiliares de seguridad, veinte voluntarios de Protecció, 35 del personal sanitario y siete guardias urbanos (más el dispositivo del exterior del recinto, junto con Mossos d’Esquadra). Más de 130 personas para velar por las más de 10.000 almas que se encontraban disfrutando del espectáculo casteller.

La vigilancia

Por las informaciones aparecidas hasta el momento se ha detectado una falta de vigilantes de seguridad en el recinto del Madrid Arena, no sólo en los accesos, sino también a la hora de controlar las salidas de emergencia. Un caso muy diferente es lo que contempla del Pla d’Autoprotecció de la Tàrraco Arena Plaça de Tarragona. En cada una de las puertas de acceso tiene que haber, como mínimo, un vigilante de seguridad acreditado para controlar a las personas que entren y, a la vez, registrarlas para, por ejemplo, que no introduzcan alcohol.

Los vigilantes también tienen que velar para que no accedan menores solos. Además, tiene que haber personal en las vías de evacuación para que estén libres en caso de emergencia. Finalmente, en cada una de las salidas de emergencia tiene que haber una persona que se encargue de abrir la puerta en caso de una evacuación

El 29 de marzo de este año, la TAP acogió una fiesta universitaria. El Ayuntamiento concedió la licencia de actividad después de recibir los informes favorables de Protecció Civil y Bombers. «Les exigimos una serie de medidas de seguridad y se cumplieron», asegura Castillo, quien añade que la Guàrdia Urbana realizó inspecciones para controlar que todo estuviera en regla. Todo funcionó correctamente. Su organizador, Héctor Guasch, reconoce que inicialmente se había pensado la fiesta para 3.000 personas, pero finalmente fue para 5.000, «por lo que tuvimos que aumentar las medidas de seguridad». Recuerda que la normativa contempla dos vigilantes de seguridad para hasta 1.000 personas, y uno más por cada mil (hasta las 5.000). «Además, colocamos auxiliares de seguridad. Y como sobrepasamos los 3.000 asistentes, además de la ambulancia (había dos, con sus enfermeras), nos pedían un vehículo de bomberos». En total, más de 30 personas de seguridad más quince miembros de Protecció Civil.

Para este promotor, con muchas macrofiestas sobre sus espaldas, los planes de autoprotección son necesarios. «Son muy completos, ya que lo contemplan todo: la vigilancia, el aforo, las luces, cómo actuar en caso de emergencia, etc». Lo malo, añade, es que en Catalunya hay muy pocas personas habilitadas para redactarlos, con lo que el coste es muy elevado.

Alarma social

Guasch reconoce que los hechos ocurridos en Madrid han causado «una gran alarma social, por la irresponsabilidad de la organización. Duplicar el aforo es una barbaridad», sentencia.

A pesar de que se hayan realizado decenas de actos en la TAP, el espacio todavía no dispone de la homologación final, aunque tiene hechos todos los planes, recalca la directora de los Serveis Territorials d’Interior, Carme Mansilla. Por ello, cada vez que se ha realizado una actividad se ha tenido que redactar el correspondiente plan. «Todo está correcto».

Manel Pardo, director general de Protecció Civil de la Generalitat de Catalunya, aseguró que una normativa muy aplicada puede evitar la inseguridad cuando hay una gran concentración de gente, e insiste en que por encima de tener o no una licencia de actividad, con lo que se debe contar es con un buen plan de autoprotección y de seguridad.

Mansilla recordaba que la función inspectora la tienen tanto los ayuntamientos como los bomberos, «pero no es obligatoria; cada vez que hay un acto no es obligatorio ir a inspeccionar». La responsable de Interior en el Camp de Tarragona asegura que no siempre se otorga la licencia de actividad. Recuerda que este verano se solicitó permiso para un acto «y se vio que había una serie de aspectos que no eran correctos». En este caso, los organizadores subsanaron las deficiencias y finalmente el Ayuntamiento dio el permiso. Pero el año pasado se quería montar una macrofiesta en un campo de fútbol «y los Bomberos emitieron un informe negativo» y no se realizó la fiesta.

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