Soy vigilante de seguridad en el aeropuerto de Tenerife, he sufrido ataques por parte de guardias civiles y he sido despedida injustamente. Incluso he tenido que hacer una huelga de hambre
Mi nombre es Mónica González Brevers y soy madre de cinco hijos, todos ellos, menores de edad. En 2003 dejé todo lo que tenía en mi tierra natal, Asturias, para venir a Tenerife con una oferta de trabajo, como Vigilante de Seguridad en el Aeropuerto Reina Sofía, que no podía rechazar.
Trabajé primero para Eulen y luego para Seguridad Integral Canaria S.A. Hablamos de una empresa, si es que se le puede llamar así, que por norma no cotiza a la Seguridad Social en la mayoría de conceptos de nuestros salarios, ni a Hacienda, no abona la subida salarial del primer trimestre del año, ni las retribuciones por antigüedad, no facilita la uniformidad completa a sus trabajadores, pero ante cualquier reclamación su única respuesta es un simple y claro “denúnciame”. Una empresa que me ha ofrecido, muy amablemente la posibilidad de “aparecer flotando en un río si sigo portándome así de mal”.
Pero mi vida se complicó mucho más por una simple discrepancia con la mujer de un Guardia Civil, la cual también presta sus servicios como vigilante de Seguridad en el mismo Aeropuerto. Ahí comenzó un verdadero infierno para mí. He tenido que soportar todo tipo de ataques por parte de varios miembros del mencionado cuerpo y lo peor de todo es que esta fabulosa empresa se prestó a ello. ¿A cambio de qué?
He sido tratada como la moneda de cambio, mi cabeza podía costarle a Integral Canaria la licitación del Aeropuerto, y por ello y gracias a supuestos falsos oficios del Ministerio de Interior, elaborados por el subteniente de la Guardia Civil Juan Diez Barrios, fui despedida estando embarazada de mi quinto hijo.
Este señor ha colaborado muy amablemente con la empresa para facilitarle todo lo que estuviese en sus manos para echarme y así una vez jubilado, como actualmente es el caso, pasar a formar parte de la empresa siendo contratado para la misma el 13 de febrero de 2008, escasos meses de su reciente Jubilación.
Tras haber deambulado por todos los Organismos Oficiales los cuales, tengo que reconocer, que saben guardar un silencio absoluto ante el tema, no me ha quedado otra opción que hacer todo esto público e informarles de mi decisión, tras varios embargos, y decayendo en una situación económica preocupante.
El pasado día 5 de diciembre inicié una huelga de hambre en las Instalaciones del Aeropuerto Reina Sofía. El único propósito de la misma, es que se revise todo el expediente de mi despido, el cual ha sido declarado como improcedente, y se me devuelva mi vida.
Como connotación debo aclararles que soy delegada provincial de un sindicato de Vigilantes de Seguridad- cosa que deseo que en estos momentos se deje a un lado ya que mi reivindicación es como madre- y he denunciados en innumerables ocasiones todo tipo de irregularidades en materia de seguridad en ese Aeropuerto. Es cierto que había oído hablar que en estas Islas todo valía, pero el tratar a una madre de familia de esta forma por el mero echo de ser sindicalista y haber peleado con toda mi ilusión y fuerzas por los derechos de mis compañeros, repito no es justo.
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