* Tres personas han muerto este año después de ser agredidas por porteros de discoteca
* Esta violencia está relacionada con la autoridad conferida a una persona sin preparación
* El 70% de los delitos violentos están relacionados con el consumo de alcohol y drogas
Por EUGENIA REDONDO (SOITU.ES)
Actualizado 20-11-2008 08:08 CET
"Por cada muerte en circunstancias violentas se producen de 5 a 20 lesiones muy graves". Los datos los revela el director del Grupo de Estudios avanzados en violencia (GEAV), y catedrático de psicología de la Universidad de Barcelona, Antonio Andrés Pueyo. Según esto, sólo este año, las palizas de porteros podrían haber causado entre 15 y 60 lesiones muy graves en las que se incluyen daños medulares —responsables de parálisis, e incluso tetraplegias—, roturas de cráneo, edemas cerebrales... Muertes van tres. La última, este fin de semana en Madrid. En Lorca, la triple fractura de un joven agredido por el encargado de seguridad de un local da buena cuenta de esta violencia que tanto ha dado que hablar en los últimos días.
Dos jóvenes —ninguno de ellos supera los treinta años— conversan mientras esperan el autobús. Los dos son fuertes y llevan bolsas de deporte. Seguramente acaben de salir del gimnasio. Hablan del asesinato de Álvaro Ussía, el joven de 18 años que murió en la madrugada del domingo en una discoteca madrileña después que los porteros del local le propinaran supuestamente una paliza. "Se han pasado, tío. Ese no era su trabajo", comenta uno de ellos preocupado. Su amigo le responde, "pues claro que no, le pillas, si hace falta le metes un par de hostias, pero matarlo es pasarse". Cambian de tema antes de subir al autobús. Ahora hablan de un amigo común. Al parecer, alguien le busca para pegarle.
Para el director del GEAV, no es para nada extraño que la violencia asociada al ocio se haya convertido el algo cotidiano que ya no impresiona. Los primeros en normalizarla, nosotros mismos. "Lo vemos normal igual que vemos normal el consumo de drogas y alcohol los fines de semana", asegura. Éste es el motivo, cree Andrés Pueyo, por el que "sólo somos conscientes de una pequeña línea de sucesos que ocurren", normalmente, los más notorios, como la muerte del joven de 18 años en Madrid.
En el mundo de los porteros de discoteca hay mucho mito —el musculitos sin cerebro, el chulo de gimnasio, el matón—, es innegable. Las agresiones pueden ser hechos aislados, pero responden a un tipo de violencia muy peculiar y dan lugar a una paradoja, la inseguridad ante los encargados de la seguridad. Se trata de un caso de una autoridad mal canalizada, de agresividad sin control. Según Andrés Pueyo, "en la violencia ejercida por el personal de seguridad de discotecas y clubes nocturnos coinciden una serie de factores que hacen probables unas agresiones graves", como son la hora, el contexto, pero sobre todo, "la autoridad que se les confiere" al serles encomendada la tarea de poner orden en un bar o discoteca.
El rol de vigilantes de la seguridad está unido de manera inexorable con otra función, la de "ejercer la violencia en caso necesario". Así, "se los busca fuertes, potentes, agresivos. Son personas capaces de contener a otros". Es más, muchas veces, "son contratados precisamente por su gran capacidad de hacer daño", señala Andrés Pueyo. Lo malo, asegura el catedrático de psicología, es que la violencia utilizada no siempre tiene justificación. "El límite entre la agresión necesaria es tenue", añade.
Otro factor clave determinante a la hora de analizar estos comportamientos violentos es la presencia del alcohol y las drogas en el entorno del personal de las discotecas. Andrés Pueyo recuerda que "las drogas pueden ayudarles a estar despiertos y trabajar toda la noche", pero que desde luego, "no ayudan nada al autocontrol". Más bien lo contrario. "Son unos desinhibidores de la agresividad muy potentes, incluso en personas con gran autocontrol", observa. Los datos los dicen todo. De acuerdo con el GEAV, "más del 70% de los delitos violentos que se cometen en España están relacionados con el consumo de drogas y alcohol".
Tampoco hay que olvidar el limbo jurídico en el que se encuentran, el caldo de cultivo para que las agresiones proliferen sin que nadie haga algo por evitarlo hasta que salta la liebre. Uno de los grandes problemas según el catedrático es que "nadie les controla y, salvo en casos como el del Balcón de Rosales, suelen actuar con bastante impunidad".
¿Control o autocontrol?
Andrés Pueyo opina que lo deseable es que estas personas tengan una "capacidad de autocontrol" tan grande como es su "capacidad dañina". Pero, ¿cómo lograr que los más de 140.000 empleados de seguridad de locales nocturnos que hay en España cuenten hasta tres antes de perder los estribos? Aquí entra la responsabilidad del contratante.
El problema lo encontramos en la deficiente selección del personal que, por incapacidad o desconocimiento, tienen este tipo de empresas dedicadas al ocio nocturno. "Normalmente se acude a gente del hampa o delincuentes, para quien esto se ha convertido en un negocio" sostiene el catedrático . En su opinión, la tarea de contratar al personal de una discoteca es complicado, pero se puede tener más cuidado, por ejemplo, "evitando contratar a gente que tenga antecedentes policiales". Esto requeriría un trabajo de recursos humanos especial, parecido al que tienen otros cuerpos como la Policía o el Ejército o incluso los vigilantes de las empresas de seguridad, a quienes se les exige un título expedido por el Ministerio del Interior.
http://www.soitu.es/soitu/2008/11/19/actualidad/1227115374_340714.html