El encargado de seguridad reconoció ayer ser el autor de las cuchilladas sufridas por un argelino junto a una discoteca, por las que se castigó con 7 años de cárcel a otro guarda.
M. A. COLOMA. Zaragoza
El Juzgado de lo Penal número 1 de Zaragoza juzgó ayer a un vigilante de seguridad al que la fiscalía acusa de un delito de falso testimonio por no decir toda la verdad en un juicio en el que fue condenado a siete años de prisión un compañero por apuñalar a un joven a las puertas de una discoteca. Nada más conocerse la sentencia, Miguel Ángel Urgelles presentó un escrito en el juzgado en el que confesaba ser la persona que verdaderamente apuñaló a la víctima, por lo que su compañero decidió querellarse contra él. Además del encargado de seguridad, ayer se sentaron en el banquillo las dos víctimas -un segundo joven recibió varios golpes durante el altercado- y una testigo. El ministerio público les acusa también de falso testimonio.
Los hechos ocurrieron el 28 de mayo de 2000, en el acceso al antiguo pub Sphinx, ubicado junto al edificio Aida de Zaragoza. Sobre las cuatro de la madrugada, el joven argelino Mourad Benchaib intentó acceder al local, pero el dueño del establecimiento había prohibido su entrada. Se desencadenó entonces un altercado en el que resultó herido por arma blanca el inmigrante, y en el que también sufrió lesiones un primo suyo, Nabil Benchaib.
Durante los días anteriores, se habían registrado algunos incidentes en la discoteca, por lo que el vigilante que habitualmente cubría el servicio pidió refuerzos a la empresa de seguridad. La noche de autos, además del primer guarda se encontraban en la puerta del establecimiento un compañero -el ahora acusado- y un inspector de la compañía, que tenía como misión evaluar la situación.
Durante la vista oral celebrada ayer, Miguel Ángel Urgelles insistió en que "fue imposible" que el condenado apuñalara a la víctima, porque el único que tenía un cuchillo era él. Sin embargo, el vigilante no habló de este cuchillo en el juicio celebrado en febrero de 2004, y por el que su compañero fue condenado por un delito de homicidio en grado de tentativa y otro de lesiones.
"Todo lo que dije en aquel juicio fue verdad, pero omití lo del cuchillo porque entendí que no tenía obligación de declarar contra mí", manifestó ayer el vigilante a preguntas de la acusación particular, ejercida por la letrada Carmen Cifuentes. "Inocentemente, pensé que como mi compañero no había hecho nada no habría pruebas para condenarle -añadió-. Pero cuando me enteré de la sentencia, decidí contar lo sucedido".
Según su relato de los hechos, aquella noche había cortado algo de fiambre para cenar en la puerta de la discoteca. El cuchillo que utilizó, lo envolvió en una bolsa de plástico, que llevó en todo momento consigo sin que sus compañeros lo supieran. "Tras un primer forcejeo en la puerta del local, yo seguí al argelino. En un momento dado, vi una sombra que se me echaba encima y era su primo", continuó explicando. "Nos empujamos y oí un rasguido, como un corte. Luego me di cuenta de que el cuchillo estaba manchado de una sustancia aceitosa", explicó.
El vigilante dijo que llevaba el cuchillo en la mano derecha, junto a la defensa, por lo que al golpear al inmigrante con esta última cortó "sin querer" a la víctima. El fiscal pide una pena de tres años y medio para él. Y si es condenado, la acusación particular pedirá que es exculpe a su compañero.
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