Es algo previsible porque ocurre todos los años, pero siempre vuelve a pasar. Los propietarios de los carruseles de Titirimundi lo saben bien. Hubo incluso un año en que se plantearon no regresar a Segovia, hartos como estaban de los ataques de los vándalos que sufrían durante las noches de los fines de semana.
La noche del jueves fue una de las más peligrosas que se recuerdan. Reconocido por la propia policía. Desde las cinco y media de la madrugada, más de cien jóvenes ebrios irrumpieron en la avenida Fernández Ladreda y obligaron a emplearse a fondo a los cuatro guardias de seguridad que vigilaban las jaimas que albergan la Feria Nacional de Artesanía. Según desveló ayer el presidente del Gremio Artesanal Segoviano, Jesús de la Cruz, los ataques quedaron en grado de tentativa «porque la seguridad privada que contratamos se lo peleó mucho, pero hubo momentos de verdadero miedo porque eran muchos los individuos que llegaban alteradísimos por el alcohol y la droga y trataban de emprenderla a cabezazos con las jaimas. Llegó incluso a haber algún altercado y tuvieron que intervenir las policías Nacional y Local».
Ayuda
Así las cosas, los artesanos han pedido a la Policía un poco de ayuda para evitar posibles ataques y destrozos. «Han tomado nota y nos ha asegurado que van a poner todos los medios a su alcance, aunque en noches así son limitados, porque esto no sólo ha ocurrido en la avenida Fernández Ladreda, sino también en numerosos puntos de la ciudad», apunta De la Cruz.
Ayer, mientras los artesanos estaban abriendo sus puestos a las nueve y media de la mañana, todavía seguían pasando jóvenes bebidos y con actitudes desafiantes: «Hemos visto gente fuera de sí, orinando y vomitando en los jardines y en la misma calle. Encima no puedes decirle nada porque te la juegas», revela el representante de los artesanos de Segovia. «Nosotros no nos metemos con nadie estando aquí.
Este año nos hemos gastado una partida importante en seguridad privada, pero ni aun así estamos seguros, porque nuestros guardias han recibido incluso amenazas de muerte». La Feria de Artesanía abrió sus puertas el jueves en Fernández Ladreda. Se trata de 30 expositores en los que los artesanos muestran y venden sus artículos, algunos de ellos auténticas piezas artísticas.
La madrugada fue movida en muchos puntos de la ciudad. En la calle Infanta Isabel, los vecinos sufrieron una vez más los ruidos ocasionados por la presencia de gente que bebe en la calle hasta el amanecer, y en José Zorrilla, los vándalos la emprendieron con las vallas que delimitan las zonas de obras.
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