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Más de 58.000 ciudadanos de la provincia disponen en la actualidad de licencia de armas. La inmensa mayoría son cazadores, pero en medio de este heterogéneo grupo también hay más de 600 menores aficionados a la caza y una decena de particulares autorizados para llevar pistola por padecer un riesgo especial, pese a que no formen parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Los datos del departamento de Intervención de la Guardia Civil, competente en todo lo que atañe a los permisos en este ámbito, revelan que en el último año se ha producido un aumento generalizado de peticiones de autorización, entre las que se encuentran las que atañen a menores de entre 14 y 18 años de edad.

Si en el 2006 eran 399 los habilitados para practicar la actividad cinegética con escopeta, a principios de este año la cifra superaba ya los 600 permisos, concretamente 601, un 50,6% más. Las restricciones legales que rigen para este colectivo aparecen bien definidas en el reglamento: un menor con arma de fuego debe ir siempre acompañado de un adulto que también disponga de licencia. Tiene que adjuntar un informe de aptitudes psicofísicas, junto con otros documentos como el compromiso de los padres o tutores de que se responsabilizan del adolescente cuando éste maneja el arma, ya sea para cazar o en la competición deportiva.

El gremio de la seguridad privada dispone de 1.100 licencias. En esta actividad, la tendencia en las solicitudes también se sitúa al alza; en los dos últimos años, en concreto, el aumento ha sido del 11%. No obstante, según el informe del Instituto Armado, sólo el 40% de los vigilantes de seguridad trabaja habitualmente con armas de fuego. El resto, aun contado con la habilitación oportuna, han de depositar la licencia en la Intervención: "Hay que tener en cuenta que este tipo de autorización sólo ampara la utilización del arma durante el tiempo de servicio, quedando supeditada al mismo", informaron fuentes del Instituto Armado.

Pero es la actividad cinegética la que aglutina la mayoría de los permisos. Según los datos del Instituto Armado, 46.700 personas están autorizados a manejar escopetas para practicar caza menor y un 18%, para usar rifles propios de la caza mayor. Las licencias para actividades cinegéticas, por tanto, suponen más del 95% del total.

Para obtener licencia de armas por primera vez, el interesado tiene, obligatoriamente, que someterse a dos pruebas de capacitación. La primera consiste en un test teórico sobre el funcionamiento de las armas, las medidas de seguridad o la documentación que tienen que portar en todo momento. La segunda parte es práctica, de modo que el solicitante tiene que demostrar, entre otros aspectos, que sabe armar y desarmar y, a continuación, tiene que realizar dos disparos sobre un blanco. La Guardia Civil le requiere, además, un informe de conducta, un documento que acredite que carece de antecedentes penales, un informe de aptitud psicofísica y la acreditación de que el interesado se dedica realmente al ejercicio de la caza o que practica el tiro deportivo.

Con todo, el trabajo fundamental del servicio de Intervenciones de la Comandancia se centra en la revisión de las autorizaciones en vigor, que han de renovarse cada tres o cinco años, según el tipo de permiso, informó la Guardia Civil. Durante el pasado año, se tramitaron unos 5.800 expedientes. Los agentes tienen que comprobar las circunstancias personales de los titulares.