"Los jugadores más caros son los que luego salen más baratos". La máxima del presidente del Madrid, Florentino Pérez, se cumplió anoche al dedillo. Las cajas registradoras de la tienda del Bernabéu echaban humo. Sus empleados no daban abasto. Centenares de aficionados deseosos de una camiseta de Cristiano Ronaldo asediaron en vano la única entrada al comercio. "¡Apártense! ¡Por favor, hagan hueco para que pueda salir la gente que ha entrado antes que ustedes!", se desgañitaba un guarda jurado. Fueron palabras vacías para la marabunta, que a falta de diez minutos para el cierre del comercio -previsto para las 22.00 y que se demoró más de media hora- intentó abrirse paso de mala manera hacia al único punto de entrada y salida. Las estampidas no tuvieron éxito gracias a la rápida actuación de la policía nacional. Un grupo de agentes le dio a los trabajadores del establecimiento el tiempo necesario para correr las puertas de cristal y bajar el cierre.
El Madrid decidió no dar cifras oficiales de las camisetas vendidas por su flamante fichaje. "Cometimos el error de hacerlo la semana pasada con Kaká, y en ésta nos han prohibido hacer cualquier comentario", decían desconfiados los empleados. El medio brasileño vendió 3.000 zamarras en apenas una hora, a razón de 50 por minuto. Cristiano Ronaldo rompió con creces la marca, y eso que su presentación duró 40 minutos y, cosas del marketing, las suyas tampoco se colocaron en las perchas y mostradores antes de las 21.00. "Ha vendido miles más que Kaká", dijeron desde el entorno del jugador. "No hay mal que por bien no venga. Me he quedado sin poder entrar y a cambio he tenido tiempo de sobra para comprarme una camiseta", decía un aficionado mientras sujetaba la bolsa que contenía su regalo de cumpleaños como si fuera un tesoro. Le costó 80 euros.
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