El atracador abandonó en un descampado de Murcia la pulsera GPS que le colocaron para salir de permiso y ya no regresó a la prisión
PÉREZ GIL ELDA ?
La policía busca a un peligroso atracador que no ha regresado a la cárcel de Villena tras un permiso de seis días, el quinto del que disfrutaba después de cumplir 13 años de los 25 de condena sin pisar la calle. Se trata de Giorgio Eduardo Rodríguez Dip, argentino de 50 años, uno de los cuatro atracadores que participó en el asesinato de dos agentes de la Policía Local de Córdoba.
Los hechos se produjeron en diciembre de 1996. La "banda de la nariz" -así se conocía a sus miembros por utilizar bigotes y narices falsas- asaltaron una oficina del Banco de Santander. Se llevaron 50 millones de pesetas y tomaron como rehén al guardia de seguridad. Pero en su huida se metieron en un atasco y una patrulla de la Policía Local los acorraló en una plaza. Fue entonces cuando uno de ellos, Claudio Lavazza, bajó del vehículo con una metralleta con la que acribilló a las agentes Ángeles García García y María Soledad Muñoz Navarro en el interior del coche patrulla sin darles posibilidad de defensa. Minutos después, policía nacional y Guardia Civil detenían a tres de ellos a escasos metros del lugar del crimen tras un espectacular tiroteo en el que dos atracadores, dos agentes y el guardia jurado resultaron heridos. Por la tarde, la Guardia Civil detuvo al último de los atracadores, Claudio Lavazza, que en 2001 fue condenado por un juzgado de Elx a cinco años de cárcel por ocultar un arsenal de armas en un piso de Santa Pola.
El preso que ha quebrantado la condena en la prisión de Villena, Giorgio Eduardo Rodríguez, se marchó por última vez de permiso el 20 de junio con la obligación de regresar a los seis días. Al igual que en las cuatro ocasiones anteriores los funcionarios le habían colocado una pulsera GPS para tenerlo localizado en todo momento. El mismo día en que finalizaba el plazo, el mecanismo de alarma de la pulsera se activó de forma automática. Tras recibir el aviso en la central de Madrid, el departamento de Instituciones Penitenciarias encargado del control telemático de los reclusos trasladaba la información a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y su agentes localizaban el dispositivo telemático roto y abandonado en un descampado de Murcia. Se le busca dese entonces.
El prófugo llegó a la prisión de Villena procedente de la cárcel salmantina de Topas en noviembre de 2006 y se adaptó con rapidez mostrando un comportamiento bueno. Incluso aseguró estar arrepentido por los "errores" que había cometido en su vida. Estaba ingresado en el Módulo de Educación y Respeto sujeto a normas rigurosas que conllevan un régimen más suave, donde llegó a dar clases a otros reclusos. Sin embargo desde círculos policiales se le considera un atracador "muy frío y peligroso".
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