Bayron C.O. murió por una herida de arma blanca que se hizo él mismo en la noche de las Barbacoas del Carranza. Su trágica muerte se produjo siete años después de que este joven participase en uno de los incidentes más violentos registrados en los campos de fútbol españoles: la agresión a un guarda de seguridad con una muleta.
El fallecido en las barbacoas del Trofeo Carranza en Cádiz, Bayron C.O., de 24 años, fue uno de los participantes en la brutal agresión con una muleta cometida contra un vigilante de seguridad en el derby Sevilla-Betis celebrado en el Sánchez Pizjuán en octubre de 2002, cuando todavía era menor de edad.
El joven cumplió siete meses de internamiento en un centro de menores tras ser condenado por un Juzgado de Menores por ser uno de los autores materiales de la paliza que fue grabada por las cámaras de televisión y por la que también fueron juzgados otros tres jóvenes –que respondían a las iniciales D.R.T, M. A. F. S. y E. J. F, que ya eran mayores de edad cuando se produjo el suceso–.
Éstos fueron condenados por la Audiencia Provincial de Sevilla a dos años de cárcel y 540 euros de multa por esta agresión que dejó al guarda de seguridad con la nariz rota, le causó contusiones por todo el cuerpo y le provocó una depresión que se prolongó durante 56 días.
Byron, además, tenía ya antecedentes policiales por una agresión anterior a otro vigilante de seguridad. En el momento de su fallecimiento estaba siendo investigado por la comisaría del distrito Torreblanca por varios robos, según fuentes consultadas por este periódico.
Siete años después, el joven falleció el domingo tras autolesionarse con una navaja en el pecho durante la madrugada en la que se celebraba esta fiesta gaditana que concentró en las playas a más de 70.000 personas, en extrañas circunstancias que la Policía Nacional todavía trata de aclarar, aunque las investigaciones apuntan a que se trató de un suceso accidental y que no medió una agresión al fallecido.
Según la investigación policial, el chaval comenzó a discutir con otra persona y, a modo de bravata, le preguntó si iba a clavarle la navaja y acabó diciéndole que prefería pincharse él mismo. Después se hundió la navaja en el pecho apenas centímetro y medio, pero con tan mala suerte que al joven, bastante delgado, le afectó a una arteria secundaria y le produjo lesiones que terminarían causándole la muerte al día siguiente, según explicaron fuentes cercanas al caso.
El joven fallecido, vecino de la barriada de Los Pajaritos, deja tras su muerte una mujer y dos niños pequeños. Una vez practicada la autopsia, el fallecido fue enterrado a las 11.15 horas de ayer en el cementerio de San Fernando de Sevilla
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