La forma de las construcciones y la falta de vecinos facilita el trabajo de los cacos
Empresas de seguridad privada certifican el repunte de los delitos en la capital: "Hay tantos casos que ya no es noticia"
Durante los meses de verano, buena parte de los residentes de Vitoria y de las cuadrillas emigran temporalmente en busca de cielos azules, playas de aguas cristalinas, ciudades de ensueño, montañas de un verde intenso o de los bucólicos orígenes familiares. Son las vacaciones estivales, periodo en el que, por desgracia, el hueco dejado por los vecinos en sus moradas a veces es ocupado, aunque fugazmente, por cacos y ladrones de viviendas, que no dudan en aprovechar las ausencias para delinquir desvalijando domicilios. Y así cada año. Y éste no es una excepción. Lo constatan responsables de empresas de seguridad privada, que alertan del repunte considerable de los saqueos veraniegos, sobre todo, en pisos y apartamentos de los nuevos barrios de la capital. Pese a que las casas unifamiliares y adosados son en teoría más fáciles de desvalijar por su aislamiento de la comunidad y por estar dotadas de varias entradas y salidas, aptas para facilitar un acceso sigiloso y una huida veloz y silenciosa si fuera menester, poseen medidas de seguridad disuasorias que los bloques de viviendas no suelen contratar.
"En principio, un chalet, un adosado o un unifamiliar podrían ser idóneos para atracar ya que poseen diferentes entradas y la discreción necesaria para encontrar puertas o ventanas menos expuestas para poder romperlas", señala el responsable de Securitas Direct en el País Vasco, Luis Beorlegui. No obstante, las medidas de seguridad se han generalizado en la actualidad, aunque no en los bloques de pisos.
Según Beorlegui, "se roba tanto que no es noticia". Pero la realidad existe, y deja en el camino a decenas de damnificados cada año. De hecho, según indican fuentes policiales consultadas por este diario, los robos en los nuevos barrios de la expansión gasteiztarra -promociones públicas y privadas en Lakua, Salburua o Zabalgana-, son habituales, en parte, porque muchos bloques no están habitados al 100%. Aparte, en las nuevas construcciones, el ascensor divide los pisos en manos y la escalera ya no la utiliza nadie. Así, "el caco puede observar qué pisos mantienen sus persianas bajadas durante varios días y permitirse el lujo de tomarse toda una tarde o varios días para abrir la puerta, ya que nadie le va a escuchar". En los pisos de antes, la escalera era la vida, la columna vertebral. Hoy en día, el eco que antes podía surgir a partir de un golpe seco en la puerta, queda silenciado por la puerta cortafuegos. "Si algo destaca estos días en Salburua son las hileras de persianas bajadas. Sólo hay que pasar dos días, dos veces, y comprobar si los moradores están en Vitoria o no. Si es así, el caco tendrá alrededor de 12 días para planear el golpe y elegir a la mejor víctima", explican.
Rutinas estudiadas Al parecer, las costumbres facilitan el trabajo de los cacos. De hecho, los consultores en seguridad privada consultados por este diario coinciden en subrayar tal circunstancia. En general, se fijan en las rutinas. "Nos levantamos siempre hacia la misma hora, desayunamos y sabemos cuando debemos salir de casa para llegar puntuales al trabajo. Un ladrón sabe todas esas cosas si es observador.
Pero no todos los ladrones son iguales. Por un lado se encuentran los cacos comunes -rateros-, especializados en el pequeño hurto y que tienen especial interés en hacerse con joyas, tarjetas de crédito u ordenadores personales. Buscan dinero fácil. Son los responsables del robo de pisos habitualmente. Pero, además, están los delincuentes más profesionalizados, que han estudiado el lugar al dedillo, que saben dónde entran y a por qué entran. Estos suelen estar especializado en empresas. Muchos de ello, proceden de países del Este de Europa -Albania, Serbia, Rumanía o Bulgaria-, disponen de formación policial o militar, son disciplinados, violentos y respetan las líneas jerárquicas establecidas. Su sistema es sencillo. Operan lejos de sus bases. Se fijan en el objetivo, lo ejecutan y aprovechan las principales vías de comunicación para desaparecer con celeridad.
Pero a pesar de la profesionalidad acreditada de este tipo de delincuentes, existen métodos para dificultarles el trabajo, al menos, en las viviendas. Beorlegui divide los medios disuasores en dos grandes grupos. Existe la "seguridad activa" y la "seguridad pasiva". "La primera está presente en todas las casas: una puerta blindada, una valla en el unifamiliar o la verja de la ventana".
Las medidas de seguridad activa son medios como las alarmas. Algunas de ellas están conectadas a la central receptora y otras, incluso, facilitan imágenes. "Cuando la alarma salta, nuestros operadores le requieren al usuario que se identifique y, en caso de que observen muestras de nerviosismo o algo no cuadre, lo ponen inmediatamente en conocimiento de la Policía vasca.
http://www.noticiasdealava.com/ediciones/2009/08/19/sociedad/alava/d19ala6.1326429.php