EL PERIÓDICO
BARCELONA
Por si alguien lo dudaba: la especulación inmobiliaria no tiene fronteras. Ni siquiera en tiempos de crisis. Aunque en el mundo real el capitalismo no pase por su mejor momento, la apoteosis del sistema en forma de juego de mesa, el Monopoly, ha dado el salto al ciberespacio de la mano de Google Maps, la herramienta que a partir de hoy permitirá competir on line a miles de usuarios. Los participantes podrán invertir los tres millones de dólares virtuales que recibirán de inicio en comprar calles de todo el planeta, donde podrán construir no solo casas y hoteles. En el Monopoly City Streets (www.
monopolycitystreets.com) también se podrán edificar rascacielos, castillos y hasta campos de fútbol.
Los usuarios, que tendrán cuatro meses para convertirse en los mayores potentados del mundo, estarán sujetos a las reglas tradicionales del juego (incluidas las tarjetas de la suerte), pero con algunas diferencias. Por supuesto, deberán empezar su andadura adquiriendo todo tipo de calles y avenidas (el periódico inglés Daily Mail informaba ayer de que la Downing Street de Londres, donde reside el primer ministro británico, tendrá un precio de partida de 231.000 dólares, y la Pennsylvania Avenue de Washington, donde está ubicada la Casa Blanca, de dos millones). Sin embargo, también podrán perder sus propiedades con mayor facilidad. Si un adversario les hace una oferta (por despreciable que sea) y no la aceptan o rechazan en siete días, perderán sus posesiones. Será la manera de mantener a los participantes enganchados al juego.
DEMOLER EDIFICIOS / Quizá para no echar por tierra las expectativas creadas en internet acerca del Monopoly global, los responsables del invento han ofrecido hasta ahora muy pocos detalles. No obstante, foros, blogs y webs de todos los rincones del planeta han destapado en los últimos días algunos de los atractivos del tablero on line.
La estrategia y la inclemencia con los rivales continuarán siendo elementos esenciales para sobrevivir en la partida, aunque la suerte volverá a ser el pilar fundamental. Que se lo pregunten si no a quien caiga en una calle repleta de rascacielos, cuyo alquiler podrá rondar los 100 millones de dólares al día. O que se lo pregunten si no a quien salga favorecido al descubrir una carta de la suerte. Con estas tarjetas, el usuario podrá demoler los edificios de sus contrincantes y hasta colocar equipamientos en sus calles, como basureros y cárceles, que resten valor a sus construcciones.