La caza y la pesca continental son actividades tradicionales -el primer oficio que ejerció el hombre en la tierra- que, cómo no, tienen una importancia humana, económica, social y deportiva en Andalucía.
La riqueza y variedad paisajística de los ecosistemas andaluces tienen una traducción inmediata y directa a la caza y la pesca, de modo que los escenarios naturales donde se practican ambas actividades son múltiples y atractivos quizás, sin parangón, en la geografía española y europea.
Se deben citar en primer lugar las excepciones, y no existen en nuestra geografía dos especies emblemáticas: el salmón en nuestros ríos y el rebeco en las montañas. El clima que, por otra parte, nos da riqueza y variedad como se verá enseguida, también produce limitaciones.
Si se toma como referencia la altitud para ilustrar nuestra realidad un cazador y un pescador pueden vivir en Andalucía lances y aventuras variadas y atrayentes. El pescador, en ríos de montaña de Jaén y Granada, puede conocer dos paisajes -Sierra de Cazorla y Segura y Sierra Nevada- que ya sólo sus nombres evocan su grandiosidad y belleza y, allí, en su jornada deportiva, podrá pescar ejemplares, casi únicos, de trucha común.
Si prosigue su aventura y jornada deportiva, conforme desciende, el valle del Guadalquivir se abre con un entorno de regadíos y secanos feraces, donde de pasada puede contemplar uno de los sistemas agrícolas más productivos y eficientes del mundo, y encontrará lugares donde se pueden pescar todas las especies ciprinícolas. En el recorrido puede encontrar escenarios deportivos realmente singulares, y que nos permite usar otra vez la calificación de bellos, como la dársena de Sevilla con sus dos torres emblemáticas al fondo, y lo puede ser en breve otro escenario singular -el paso del Guadalquivir por Córdoba- también con monumentos históricos como decorado.
El final del viaje -el estuario del Guadalquivir- es un sistema natural frágil que exige cautelas en su gestión y conservación y que produce una especie noble, -más comercial que deportiva-, la angula, y su estado maduro, la anguila.
El cazador puede hacer similar recorrido. En las altas cimas encuentra -en Sierra Nevada- la cabra montés, en uno de sus nichos más característicos y singulares de España; en Cazorla y Segura la cabra montés en convivencia con los ungulados -ciervo y gamo- y con el jabalí, y en el arco de Sierra Morena -desde Jaén hasta Huelva- se suceden los cotos de caza mayor, muchos de ellos de alta acreditada calidad por los trofeos que se cobran.
Si se desciende a la llanura, en las campiñas andaluzas, la perdiz y el conejo pueblan los cotos, que lindan uno con el otro. No se puede desconocer la situación problemática de estas especies hoy por múltiples causas que van desde la revolución agrícola con el uso generalizado de productos químicos y el laboreo intensivo, pasando por los problemas sanitarios y de epizootias, hasta la quizá excesiva presión cinegética en determinados casos.
En la gran mancha del olivar y viña andaluza, sin solución de continuidad, se suceden cotos de caza que conviven con el uso agrícola, hasta llegar a las altiplanicies orientales, bordeando los sistemas béticos.
El viaje de cazador, es otra vez singular. La ruta de los pueblos blancos gaditanos y malagueños, inmersa en el bien llamado Parque Natural de Los Alcornocales y zonas aledañas como la Serranía de Ronda y Cortes de la Frontera, con singularidades paisajísticas como el pinsapar ubicado más al sur de Europa y que alberga en sus sierras y canutos al corzo -en su hábitat más meridional- especie muy apreciada por los cazadores.
Si se efectúa un movimiento de pocos kilómetros de Levante a Poniente, el viajero se encuentra otra vez con el estuario, en lo que sin exagerar se puede calificar como un santuario. Estamos en Doñana, el lugar donde reposan en el invierno buena parte de las acuáticas migratorias de Europa. La fragilidad del ecosistema impone serias restricciones a la práctica de la caza pero, aún así, es una modalidad que se puede practicar también en Andalucía.
El rápido viaje , casi desde el aire, ha permitido caracterizar con trazos gruesos, la pesca y la caza en Andalucía. En este contexto, habría que subrayar algunas cuestiones o premisas especiales:
* Primera: Se trata de un recurso renovable y, por tanto, existen limitaciones clara a la extracción o presión continua.
* Segunda: El binomio caza y pesca, y conservación es inseparable, lo que requiere que ambas actividades se puedan ejercer, pero siempre en el contexto de que la conservación de las especies y sus ecosistemas es un objetivo prioritario.
* Tercera: El aprovechamiento, por todo lo dicho, ha de ser compatible y sostenible, lo que no quiere decir que se minusvalore la importancia económica y social de la caza y la pesca.
* Cuarta: El protagonismo esencial de la gestión de la caza y la pesca corresponde principalmente a los cazadores y pescadores, con el control y seguimiento por parte de la Administración Autonómica y con la participación y concurso de otros sectores sociales, por ejemplo, las asociaciones dedicadas a la conservación de la naturaleza que ha de concurrir activamente en todo el proceso.