El tiroteo protagonizado por un vigilante y un escolta en la estación
de Abando ha reabierto el debate sobre la presencia de pistolas en
lugares públicos
El tiroteo protagonizado por un vigilante y un escolta en la estación
de Abando ha reabierto la polémica sobre las armas de fuego y la
seguridad privada. Fue el alcalde de Bilbao quien se encargó de iniciar
el debate pocos días después del enfrentamiento a tiro limpio, en el
que resultaron heridos el guarda y un viandante que pasaba por allí.
Iñaki Azkuna cuestionó la conveniencia de que los vigilantes porten
pistolas en lugares especialmente concurridos y, acto seguido, apostó
por reducir el número de revólveres en estaciones y museos. «Hay
demasiadas armas en la calle», concluyó el mandatario local.
Pese a las palabras del alcalde, los datos ofrecidos por las
empresas del sector indican que en Vizcaya los vigilantes armados se
encuentran en minoría. La mayor parte de las compañías que contratan
este servicio se nutren de guardas equipados con porras y esposas. Y
los que deciden proteger sus negocios con pistolas deben cumplir una
serie de requisitos establecidos para evitar la presencia de armas en
aquellos lugares en los que no sea «estrictamente necesario». Los
clientes, en concreto, deben pasar un 'examen' policial previo a la
autorización de la Subdelegación del Gobierno.
Las armas se localizan en sectores muy determinados, como en los
energéticos, en algunos polígonos industriales y en las entidades
financieras. En otros ámbitos, como los centros comerciales, los
edificios judiciales, los hospitales -Cruces, Basurto-, el metro y las
estaciones pequeñas de autobuses, sus responsables han optado por no
solicitar el permiso correspondiente. De hecho, los expertos consideran
que en algunos casos la presencia de una pistola podría crear «serias
complicaciones». Sobre todo, en lugares con grandes aglomeraciones de
gente. «Imagina lo que podría pasar si el vigilante de San Mamés fuese
armado y alguien le arrebatase la pistola. El riesgo sería máximo»,
explican fuentes de Prosegur.
Recursos estratégicos
Existen otras empresas, en cambio, donde es la propia Administración la
que exige contar con un vigilante armado. Es el caso de las entidades
financieras y de las compañías que operan con recursos estratégicos y
de alta peligrosidad, entre otros. Según explican medios financieros,
los bancos y cajas de ahorro que no poseen las medidas de seguridad
«necesarias» están obligados por ley a proteger la sucursal con un
vigilante armado. Por el contrario, cuando los mecanismos de protección
se ajustan a los protocolos establecidos, no se requieren de forma
obligada guardas con pistola.
En este caso, los contratantes también tienen la posibilidad de
solicitar la presencia de armas de fuego, ya sea de forma permanente o
puntual. «Hay entidades que protegen de esta forma sus edificios
emblemáticos. Otras los solicitan después de sufrir reiterados atracos
y también hay bancos que optan por esta opción en días concretos de
pago, en los que se acumula mucho dinero y transita mucha gente»,
añaden las mismas fuentes.
En todo caso, la vigilancia armada en los bancos ha ido «decreciendo» a
medida que se desarrollaban otras medidas de seguridad. Una
circunstancia que se repite en otros ámbitos. Los museos son un ejemplo
de este último caso. La pinacoteca de Bellas Artes -mencionada por
Azkuna como uno de los lugares que no deberían contar con este tipo de
protección- cuenta en estos momentos con un porcentaje «residual» de
guardas con pistolas. Fuentes consultadas en el museo explican, no
obstante, que solicitaron un vigilante de estas características para
velar por las obras de arte y por tratarse de un punto de tránsito «muy
importante». El Guggenheim, que gestiona su seguridad de un modo
similar, también ha ido reduciendo este servicio de manera progresiva.
En los polígonos industriales, sobre todo los alejados, la tendencia
«es justo la contraria». En un contexto general en el que la vigilancia
armada «va en aumento por la crisis económica y la delincuencia»
-apuntan fuentes del sector-, las empresas afincadas en el extrarradio
«cada vez optan más» por reforzar su seguridad.
Hay otros ámbitos en los que la vigilancia armada está relacionada con
la necesidad de proteger recursos y proyectos estratégicos. Es el caso
de las empresas que operan con combustible, con material inflamable,
con productos químicos y con explosivos, entre otros elementos. Luego
aparece la amenaza terrorista de ETA contra el TAV, que obliga a
guardar las obras con estrictas medidas de protección. Hace unos meses,
de hecho, el Gobierno vasco destinó 2,7 millones de euros para sufragar
la seguridad privada en una parte de la 'Y' en Guipúzcoa.
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080907/vizcaya/armas-punto-mira-20080907.html