No era el golpe de sus vidas, pero se llevaron en carritos de la compra más de 13.000 euros en televisores, ordenadores y consolas de videojuegos. Ocurrió en un hipermercado de la capital grancanaria. Entre ellos hay dos vigilantes de seguridad y una ristra de cuñados.
M. REYES En carritos de la compra, cubiertos por edredones y con la inestimable colaboración de los vigilantes de seguridad. Así operaban Priscila B. M., Erica R. M., Alejandro R. P., Guillermo M. R. y Jennifer G. G., cinco vecinos de la capital grancanaria que robaron en un hipermercado de Miller Bajo más de 13.000 euros en electrodomésticos.
Todos fueron juzgados el miércoles y admitieron su culpabilidad. Priscila y Alejandro, los vigilantes, se encargaban de hacer la vista gorda mientras Erica y Jennifer llenaban el carro de ordenadores, televisores y consolas de videojuegos, entre otros artículos, para luego abandonar el establecimiento por una puerta sin medidas de seguridad que les era franqueada por los dos guardas jurados. El quinto elemento, Guillermo, participó de manera activa en la recogida de la mercancía. Las cámaras de seguridad descubrieron el pastel al grabar lo que ocurrió en el híper esa tarde de abril del año pasado.
Al menos eso es lo que salió a relucir durante el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal 3 de Las Palmas de Gran Canaria, porque los cinco ladrones confesos guardaron silencio sobre el destino de la mercancía sustraída para no perjudicar a otros tres acusados: Lorenzo S. P., Jesús V. F. y José F. R., que tienen lazos familiares con la vigilante de seguridad y negaron su participación en los hechos.
Al menos una televisión de plasma, dos videojuegos y una Playstation de última generación fueron pasando de novios a cuñados hasta que acabaron en casa de José F. R. "Los compré por 400 euros, pero no sabía que eran robados", declaró el imputado. La fiscal Teseida García le creyó y retiró la acusación por receptación, pero mantuvo la petición de prisión para Lorenzo S. P., que está casado con una hermana de Priscila, la guarda de seguridad y cabecilla de este grupo de cacos.
La representante del ministerio público pidió la misma pena para Jesús V. F., a la sazón novio de Priscila. Según las conclusiones de la fiscal, Jesús se puso en contacto con Lorenzo y éste hizo de intermediario para vender los productos a José F. R., el último eslabón de esta peculiar cadena de cuñados.
Las defensas reclamaron la absolución de Lorenzo y Jesús, que acabaron echándose la culpa entre ellos. "El que miente es Lorenzo porque ha modificado su declaración varias veces", dijo la abogada de Jesús. "Lo único que ha hecho mi defendido es el pringao, porque no ha cobrado ni un duro por hacerle un favor a su cuñado", replicó el letrado de Lorenzo.
La fiscal interesaba 18 meses de cárcel para los cinco acusados de hurto, pero, tras reconocer los hechos, se llegó a un acuerdo con las defensas para que cumplan nueve meses de reclusión.
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