T. G. RIVAS/C. HIDALGO | MADRID
Tres mujeres búlgaras de unos 35 años entran en un establecimiento de moda de la calle de Preciados. Se dispersan. Comienzan a coger prendas de ropa. Su aspecto no levanta sospecha. Una de ellas toma la percha como si fuera una muleta de torero. Con ella se tapa el brazo derecho y se acerca a una mujer mayor que lleva su bolso al descuido. Mientras la búlgara hace como si observara una prenda de ropa, en cuestión de segundos, le ha sisado el monedero.
Una vez se ha hecho con el botín se aproximan las compinches. Comienzan a pasarse la cartera de una a otra. Ya no se sabe quién la lleva. «Cuando han quitado el dinero, que es lo único que les interesa, dejan la billetera en algún bolso o ropa de la tienda», aclara un vigilante de seguridad que muestra el vídeo que captó este hurto.
Según aseguran varios trabajadores y vigilantes de seguridad de la zona, es el proceder habitual de los carteristas que operan actualmente en la zona centro. Y no les debe ir tan mal. Los datos policiales a los que ha tenido acceso ABC hablan de que, en este época del año, se produce una media diaria de 70 hurtos en el distrito de Centro. Son los que se denuncian ante la Policía Municipal y la Nacional.
Lo peor, los fines de semana
Se mantienen las cifras de años anteriores; sin embargo, el grupo de hurtos de la comisaría de Leganitos ha doblado el número de agentes que se dedican a luchar contra este tipo de delitos (cuando lo sustraído supera los 400 euros) o faltas (cuando la cuantía es inferior). Los fines de semana son los peores días, más cuando en el radio de Sol los comercios abren todos los domingos: de 70 hurtos se pasa a 90 o 100.
Fuentes policiales informan de que los robos en la calle «se están reduciendo y se están incrementando en los locales. Sustraen tanto producto de la tienda como carteras de clientes». Los vigilantes de seguridad y empresarios confirman el repunte de rateros con respecto al año anterior en sus locales. Este incremento lo comenzaron a percibir a finales del verano.
Otro trabajador de una conocida cadena textil de la Gran Vía calcula que diariamente interceptan «a uno o dos carteristas. El fin de semana, el doble. A algunos les tenemos fichados; repiten la jugada una y otra vez», dice.
El peligro de «la oruga»
Según aseguran fuentes policiales y confirman los empresarios de la zona centro, «la presencia de menores rumanos ha disminuido en la calle. Algunos se han marchado a otra zona y también los hay que «trabajan» en la nueva estación de Sol», informa un agente. Ahora, los delincuentes que predominan son «gitanos rumanos adultos, búlgaros y españoles», dicen estas fuentes. En esencia, siguen siendo los mismos: carteristas que vienen de la Cañada Real y Valdemingómez.
Este año, además, se da otra novedad: la nueva fisonomía de la Puerta del Sol y sus aledaños. La macroestación, conocida como «la oruga», por la que pasan 70.000 viajeros al día, es un granero de víctimas para ladrones de poca monta, sobre todo de nacionalidad rumana, que han regresado de su país para cometer delitos en estas fechas.
Otro elemento que está afectando a la presencia de estos malhechores es la cada vez mayor peatonalización del centro, por donde hay menos coches y más personas caminando, potenciales víctimas del hurto. La Policía está trabajando duro. Las cifras se mantienen, pero queda la incógnita de qué resultados se habrán conseguido cuando llegue el 10 de enero y termine la campaña navideña.
«Las de Valladolid»
Marina trabaja desde hace cinco años en una tienda de recuerdos en la calle de los Cuchilleros. En todo este tiempo ya tiene controlados, como otros comerciantes, a los cuatro gitanos que a diario van a la caza «del turista despistado». «Son tres gitanas de unos 40 años y un gitano muy feo, también de la misma edad». Algunos dicen que estos carteristas son «Las de Valladolid»; otros, que son nuevos. «Antes se metían en los establecimientos, pero ahora sólo operan en la calle», dice la dueña de una tienda de artesanía de la Plaza Mayor.
«También tenemos a rumanas adultas que roban durante la mañana, sobre todo, en la Plaza Mayor. Se ve que cogen buenos ingresos porque cuando terminan su jornada, tiran las carteras a las papeleras y se marchan en taxi», dice con sorna Marina.
Las principales zonas de actuación de los rateros actualmente, además de los locales de las principales vías comerciales, son la Gran Vía -la arteria con más hurtos de todo Madrid-, las calles de Espoz y Mina, Cava Baja, Cuchilleros, Plaza Mayor, Cava de San Miguel y calle de Toledo, según las Fuerzas de Seguridad.
A todo esto hay que unir la delincuencia residual que cometen los grupos de chaperos que se apostan en Sol y los falsos vendedores de oro, también en la conocida plaza y en la calle de la Montera, donde la prostitución continúa.
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