El incivismo y el
fraude se extienden en el Trambesòs, donde patrullan sólo dos
vigilantes - Los conductores denuncian amenazas y exigen más seguridad
Los conductores del tranvía del Besòs evitan cualquier trato con los
usuarios. Se meten en su cabina -la "burbuja", la llaman- y allí se
sienten cómodos. Miran al frente y se concentran, o fingen
concentrarse, en lo que pasa en las vías. Lo que ocurre a sus espaldas
es mejor no saberlo. Si alguien anima el cotarro con un repertorio de
grandes éxitos de Camela, si se lía un porro y lo pasa a los amigos, o
si golpea los cristales, ni caso. El conductor siempre mira hacia
adelante y cruza los dedos para que pase la tormenta. No vaya a ser que
se entrometa y acabe siendo la diana de todos los dardos.
"No somos héroes. Esto cada vez va a peor y no nos vamos a jugar la
cara si alguien no paga el billete. Y menos desde lo que le pasó al
compañero", cuenta Rafa. Son casi las dos de la mañana del viernes.
Hace fresco y el hombre, en mangas de camisa y deseando irse a casa, se
dispone a cubrir el último trayecto de la jornada entre Sant Adrià de
Besòs y Badalona.
La historia que refiere Rafa ocurrió,
precisamente, en la estación de Sant Adrià. Fue la noche del sábado 30
de agosto. Un inspector obligó a dos jóvenes a abandonar el tranvía
porque estaban fumando y viajaban sin billete. Mientras el interventor
alertaba a la central, los jóvenes -enrabietados porque deberían
aguardar al siguiente tranvía- arremetieron contra el conductor, que
estaba solo en la estación. Le agredieron y huyeron.
Los Mossos
d'Esquadra no tardaron en detener a los culpables, dos muchachos de 17
y 18 años. La víctima, que sufrió lesiones en una mano y en la cara,
todavía se recupera del susto. Ha sido la primera agresión de tal
magnitud en cuatro años de funcionamiento del Trambesòs. Sin embargo,
ha despertado temor entre los más de 50 conductores que cubren
diariamente las líneas T4 (Ciutadella-Sant Adrià), T5
(Glòries-Badalona) y T-6 (Badalona-Sant Adrià).
Los
representantes de los trabajadores y la empresa Tram, que gestiona el
servicio, se han reunido para estudiar cómo aumentar la seguridad en
las áreas más conflictivas. En este momento, una sola pareja de
vigilantes de seguridad se encarga de controlar todas las paradas (más
de 25) y los convoyes de las tres líneas del tranvía del Besòs.
Una
portavoz de la empresa admitió esta situación, pero aseguró que las
cosas mejoran: desde este año, los vigilantes van de arriba abajo
durante el tiempo que dura el servicio. O sea, que la vigilancia antes
era parcial. Además, cuentan con el apoyo de los Mossos d'Esquadra, que
acuden cuando la cosa se pone fea.Dos personas que patrullan
solas por una línea "muy conflictiva" son "totalmente insuficientes",
asegura el delegado de UGT en el Trambesòs, Ángel Casermeiro. "Además,
los seguratas casi siempre están con los revisores, para
asegurarse de que la gente paga. Los conductores nos sentimos
desamparados", agrega. A juicio de los sindicatos, la reciente
inauguración de la línea T6, que atraviesa el barrio de La Mina,
"obliga a poner más recursos", dice Casermeiro.
Su colega en
Comisiones Obreras, Daniel Boix, indica que otra petición unánime es
que la empresa instale cristales tintados en la cabina del conductor.
"Así iríamos protegidos y evitaríamos contactos innecesarios con los
usuarios", remarca. Tram, sin embargo, no está por la labor, ya que
esta solución bloquea la visibilidad a los pasajeros. La empresa sí ha
decidido, como medida provisional, contratar a un par de vigilantes
más, que este viernes han permanecido quietos en el escenario de la
agresión: la estación de Sant Adrià.De pie, Rafa controla los
minutos que le faltan para subir al tranvía y empezar su último viaje.
Ha sido un día duro. "Me han escupido dos críos al cristal. Pero eso no
es nada. Una vez, un señor de mediana edad me lanzó una botella contra
la cabina. Estaba en mitad de la vía. Yo le hice luces y activé la
sirena para que se apartara, y por lo visto se lo tomó a mal".Rafa
nunca sabe cómo acertar para aplacar a los usuarios que se dedican a
armar jaleo y molestar a otros. "Si frenas un poco más bruscamente de
lo normal, te amenazan porque se han hecho daño. Si vas despacio y un
semáforo se pone rojo, te amenazan porque quieren llegar rápido a su
destino". Cuando le insultan, o cuando le hacen gestos simulando que le
van a cortar el cuello, él ni se inmuta. Va a lo suyo. Pero la
situación no deja de molestarle. "Trabajar así es difícil. Es normal
que estemos incómodos, en tensión", relata.Los sindicatos
coinciden en que las terminales -las paradas que están al comienzo y al
final de cada línea- son los puntos más conflictivos. "Somos más
vulnerables, sobre todo sin seguridad privada", dice Boix. Este verano
ha sido especialmente conflictivo por la apertura de unas carpas que
han atraído a cientos de jóvenes cada noche. Excitados por el alcohol,
se apelotonaban en el tranvía a primera hora de la mañana."Una
compañera debía esperar tres minutos para salir, porque tenemos que
respetar unas frecuencias. Aporrearon el cristal, le dijeron que la
iban a matar... y tuvo que salir antes de tiempo", recuerda Casermeiro.
Este viernes, la discoteca de verano ya no funciona -el pasado fin de
semana fue la última sesión- y el ambiente es más tranquilo.Fiesta en el convoy
Más
allá del riesgo para conductores y pasajeros, el incivismo es la
estrella del Trambesòs. La empresa asegura que carece de un listado de
incidentes relacionados con actos vandálicos o ataques verbales y
físicos, pero admite ciertos problemas. El tranvía es, a menudo, una
fiesta improvisada en la que todo vale. "Oye dame un porrito,
compadre", dice un joven de etnia gitana, mientras un grupo de
muchachas toca las palmas y canta a pleno pulmón, y varios niños saltan
de un asiento a otro. El resto del convoy va en silencio. Nadie ha
pagado. Y ésta del viernes, coinciden los trabajadores, es una noche de
lo más plácida.La gratuidad del tranvía es golosa, porque no hay
obstáculos que franquear. Y si los vigilantes están en otra parte -de
Glòries o Ciutadella hasta Sant Adrià o Badalona hay un trecho- tienen
vía libre. "Para algunas personas, este tranvía es gratuito", dice
Boix, de CC OO. Casermeiro, de UGT, prefiere reír antes que llorar:
"¡Aquí no paga ni Dios! No sé yo si a la empresa le sale a cuenta",
ironiza.
http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Desmadre/tranvia/Besos/elpepuespcat/20080914elpcat_1/Tes#%3Fctn%3DvotosC%26aP%3Dmodulo%253DEVN%2526params%253Did%25253D20080914elpcat_1.Tes%252526fp%25253D20080914%252526to%25253Dnoticia%252526te%25253D%252526a%25253D5%252526ov%25253D6