Jon Mujika -

...Otro cantar es el que ocupa la crónica de hoy -vamos a ver si hilo más fino-, referente a los días en que el metro, caballo de hierro de nuestra tierra, se convierte en caballo de batalla. Al parecer falta vigilancia en andenes y vagones del Metro Bilbao. O, por ser más precisos, faltan vigilantes que viene a ser parecido aunque no lo mismo. Los hombres y mujeres de la seguridad viven las noches de vino y rosas del prójimo (sobre todo las noches de vino, todo hay que decirlo) en un puro ¡ay! y a la que salta, alerta siempre en previsión de que se reviva una noche de navajas largas, al estilo Fort Apache.

Estamos mal pero vamos bien, parecen decir las hordas que invaden las estaciones de metro abiertas a la hora en que cierran los bares. Bajan en tropel y, viéndoles dando voces y con la mirada desafiante de quien se cree todopoderoso (las drogas y el alcohol provocan ese efecto), cobran sentido aquellas palabras de Pío Baroja, cuando dijo aquello de que el hombre está un milímetro por encima del mono; cuando no, un centímetro por debajo del cer*o. He visto a algunos de ellos saltar de asiento en asiento e incluso mear dentro del vagón; les he visto insultar y retar a los pasajeros, vomitar, burlarse de quienes pagan por el viaje y retar al vigilante jurado, al amparo de la fuerza de la manada. Son jóvenes en diversión, dicen algunas voces, quiero pensar que bienintencionadas. Me resisto a pensar que esas actitudes sean el espejo de una generación, por mucho que fin de semana tras fin de semana se repita, en mayor o menor grado, la turbia escena.

Tampoco sería justo decir que todos los hombres de la ley son iguales. Conozco, también de vista, a guardas jurados que parecen nacidos de un cruce entre Chuck Norris y Steven Seagal. Andan balanceándose como los orangutanes y parecen vigilar los barracones de una penitenciaría. Miran de arriba a abajo al pasajero con la impertinencia de un scanner de aeropuerto y son capaces de desenfundar si alguien, incómodo y audaz, les sostiene la mirada. Sea como sea, son minoría. Lo corriente es que se trate de gente equilibrada que intenta imponer el orden cuando no reina la paz. En la noche les acechan y no es grato sentirse presa.

http://www.deia.com/2010/02/16/opinion/columnistas/el-sacacorchos/caballo-de-hierro-caballo-de-batalla