"A veces entiendo que se cuelen"Vigilantes de Renfe admiten que las deficiencias de Rodalies disparan el fraude
Los taquilleros también tienen que atender el bar en algunas estaciones
Jóvenes saltando las vías en la estación de Rodalies de Mataró- MASSIMILIANO MINOCRI
IVANNA VALLESPÍN - Terrassa
El servicio Rodalies -antiguas Cercanías- de Renfe se ha convertido en una bestia negra en el transporte público en Cataluña. Ganada su mala fama a pulso con los constantes retrasos, averías e incidencias, las estaciones de Rodalies son también un coladero en el que una cantidad incalculable de personas viajan cada año gratis o pagando un billete por un recorrido más corto que el que en realidad hacen.
Hacer un cálculo del fraude en Rodalies es imposible. En una red de 108 paradas, 35 no tienen ningún control de entrada o salida, y 57 son sólo de entrada. El resultado es que, aunque la empresa calcula que tiene más de 110 millones de usuarios al año y que el fraude es observable en cualquier estación, los revisores de la compañía sólo impusieron 21.412 sanciones (al 0,02% de los usuarios totales) en 2009.
Durante dos días, en diferentes franjas horarias, EL PAÍS ha tratado de hacerse una idea de las personas que se cuelan en Rodalies. Y para hacerlo ha elegido la estación de Terrassa, una de las más seguras de la red, ya que cuenta con puertas que controlan la entrada y salida de viajeros.
De una muestra de 1.000 personas, 169 (casi el 17%) se colaron o salieron irregularmente de la estación. A esta cifra habría que añadir los que , pese a entrar con un billete, luego hicieron un viaje más largo que el que habían pagado. Según los trabajadores de Renfe y vigilantes, esta última es precisamente la forma más común de fraude.
El ahorro para ellos es evidente, ya que una tarjeta T-10 (la más utilizada) de una zona cuesta 7,85 euros, mientras que la de tres zonas asciende a 21,40 euros.No existen diferencias de sexo a la hora de colarse, ya que hombres y mujeres lo hacen por igual. En cambio, sí hay diferencias en cuanto a la edad, ya que el 84% son jóvenes. Uno de ellos es Josep, un estudiante que diariamente realiza el trayecto de Terrassa a Barcelona. "Me cuelo por economía, porque los precios del billete suben por encima del coste de la vida", afirma.
El argumento más utilizado por los adultos es que están "hartos de soportar durante años" los constantes problemas del servicio. Es el caso de Susana, que trabaja en un hospital de Barcelona y coge el tren cada día a las 6.30. Ahora dice que paga religiosamente el billete, pero admite que en varias ocasiones se ha colado porque ha tenido "que tragar mucho". "Ha habido mucha desidia y la relación entre calidad y precio no es la adecuada", se queja. Susana expresa su solidaridad con aquellos que se cuelan y enumera las inmuerables ocasiones en la que se ha visto atrapada por culpa de Renfe.
Otra viajera, Amparo, asegura no haber apreciado cambio alguno desde que la Generalitat asumió la gestión de Rodalies, a principios de año. "Han subido los precios, pero los trenes continúan viniendo tarde". Aunque desdeña a los que se cuelan, entiende a aquellos que lo hacen por necesidad económica: "El otro día un hombre mayor le dijo al revisor que no podía comprar el billete porque no había cobrado un cheque".
Unas 8.000 personas pasan cada día por las dos estaciones de Rodalies en Terrassa. Son las únicas de toda la línea R4 en las que es necesario validar el billete a la salida. Un vigilante de seguridad afirma que "en Sabadell el fraude es mayor, porque la estructura lo permite", ya que en esa ciudad, como en muchas otras, las barreras de salida son inexistentes.
Pero la red de Renfe tiene otras fisuras. "Algunas máquinas no cogen los billetes y la gente se desespera", explica un vigilante de seguridad cuando una mujer mayor intenta saltarse la entrada porque su tren está a punto de partir. "A veces entiendo que la gente se cuele, porque no hay operarios en la taquilla", apunta una viajera. Y es que en algunas estaciones, como Terrassa Est o Sabadell Sud, Renfe ha externalizado la explotación del servicio, de modo que el personal de taquilla también atiende el bar de la estación. Pero a partir de las 22.00 horas, cuando cierra la taquilla, empieza el viva la Virgen.
De forma periódica, patrullas de revisores realizan controles en las estaciones. "En dos meses han venido unas cinco veces. Un revisor puede poner unas 15 multas en tres horas", afirma un vigilante de seguridad, que reconoce que muchos usuarios consiguen zafarse del control.
http://www.elpais.com/articulo/cataluna/veces/entiendo/cuelen/elpepiespcat/20100325elpcat_2/Tes