La vigilancia en los institutos acaba con las incursiones nocturnasLa contratación de un guardia de seguridad evita que los jóvenes entren en los recintos para hacer botellones o grafitis en los muros
Pintadas que aún se pueden ver en los muros de uno de los centros de enseñanza de la capital.
Foto Emilio Fraile
JUDIT CALVO El sistema de vigilancia implantado hace dos años en los centros educativos del centro de la capital ha reducido al mínimo las incidencias que se producían todos los fines de semana, las vísperas de festivo, e incluso los jueves por la noche. Vidrios rotos, restos de botellones y numerosas pintadas daban la bienvenida el primer día de la semana a los trabajadores y usuarios de los centros. «Hace un par de años nos encontrábamos de todo cuando llegábamos los lunes, sobre todo cristales y basura», explica Juan Alonso de Pedro, director del instituto Maestro Haedo de la capital.
Pero el vigilante contratado por la Dirección Provincial de Educación también es eficaz en su labor de evitar irrupciones en los edificios educativos que hacen manzana, el IES Claudio Moyano, en el IES María de Molina, en la Escuela Oficial de Idiomas y en el colegio de Educación Infantil y Primaria José Galera Moreno, en las horas nocturnas y durante todos los días del año. «Gracias a este sistema disuasorio hemos logrado minimizar al máximo los incidentes de los días festivos y las vacaciones. Desde que se puso en marcha la iniciativa no se ha registrado ninguna incidencia, cuando hace tres o cuatro años había pintadas por todos los sitios y los jóvenes irrumpían a diario en los recintos», asegura el director provincial de Educación, Fernando Prada. Para el responsable del centro «José Galera Moreno», Luis Tomás, los beneficios son innumerables, «si antes teníamos cien incidentes, ahora tenemos uno o dos, lo normal de alumnos que saltan la valla y se meten en los soportales para reunirse allí, pero el hecho de que se sepa que hay un vigilante disuade con eficacia a los posibles intrusos», comenta desde el centro zamorano.
La unión de los tres directores de los institutos de la zona de La Marina, cansados sufrir desperfectos en sus edificios, hizo posible que la Dirección Provincial escuchara sus peticiones y le concediera un vigilante para evitar incidentes en las horas no lectivas, una medida que ha conseguido incluso superar las expectativas de los promotores, «puede que sea muy caro tener a un guardia de seguridad para vigilar los centros, pero los beneficios que supone son mucho mayores», sentencia el director del «Haedo».
Además de la protección de los centros, los responsables de los institutos también consideran necesaria la vigilancia de los propios alumnos, por ese motivo, el director del «María de Molina», Carlos Javier Pérez, elevó una petición a los cuerpos de seguridad, para que hicieran acto de presencia, tanto a las horas de salida como de entrada de los institutos, «una medida que considero más importante que la vigilancia interior de los recintos», señala Carlos Javier Pérez, y que va encaminada a dar seguridad a una concentración habitual de personas, «a las horas punta se juntan hasta 1.500 personas en las inmediaciones de los institutos, y si hace falta vigilancia en un partido de fútbol también tiene que haberlo en estos casos. Me da tranquilidad a mí como director y también a las familias», destaca el docente.
La seguridad en los centros educativos ha sufrido un progresivo aumento que se aprecia también en los videoporteros y porteros electrónicos que criban la entrada a numerosos colegios y algún instituto de la capital, es el que caso del «José Galera Moreno», que gracias al uso de esta tecnología ha conseguido evitar que cualquier persona puede entrar en las instalaciones del centro, «sobre todo alumnos de los institutos que por no rodear entraban y saltaban la valla, que por cierto, ahora hemos conseguido arreglar y mantener, pero antes siempre la teníamos rota y por ahí pasaba el que quería. Desde luego hemos mejorado muchísimo», apunta el director, Luis Tomás.
Sin embargo, para el responsable de este centro zamorano, los edificios aún tienen algunas deficiencias que corregir, en este caso los grafitis que plagan la fachada del colegio, «aquí ya nadie pinta más porque no cabe nada, hemos pedido presupuesto hace ya dos años y ahí está, esperando a que el Ayuntamiento nos tenga en cuenta», explica Tomás, que aún tiene sobre la mesa de su despacho la propuesta de un empresa para retirar las pintadas, unos trabajos que hace dos años ascendían a 12.000 euros. «Cada mañana cuando llegamos al colegio nos encontramos con el mismo paisaje, un montón de pintadas, y esto pasa como con todo, las cosas que parece que no están arregladas se cuidan menos, y eso es lo que puede pasar», destaca el director del colegio zamorano.
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