Ya es triste que lo primero que recibe al aficionado al tenis en la famosa Caja Mágica sea una horda de vigilantes jurados que se afanan mirando el interior de bolsos y mochilas... ¡no por motivos de seguridad!, sino para arrebatar descaradamente cualquier vestigio de bocadillo o vianda que el público intente introducir en el recinto.

El aficionado que ha pagado cerca de 800 euros por un abono, 10 euros más por cada día de parking y se lleva su jamoncito o lomo bien preparadito ha de abandonarlo (sin posibilidad de devolución) para comer la comida basura que en la Caja Mágica nos ofrecen: ración de pizza (mala) a 6 euros o perrito caliente de ? a 5 euros. Ningún torneo en Europa, Roland Garros, Wimbledón, etc, a los que he podido acudir practica este bandidaje rastrero y humillante con total impunidad y sin posibilidad de réplica. Seguimos siendo la España de Curro Jiménez. Qué pena.

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