América Latina, blindada hasta los dientes La violencia y la criminalidad que día a día inundan los diarios de América Latina están adquiriendo denominación de epidemia. Ciudades como Río de Janeiro, Caracas, Guatemala, San Salvador o Juárez, registran índices alarmantes de homicidios que convierten a esta región en la segunda más violenta del mundo tan sólo superada por África. Lo que ha hecho que miles de latinoamericanos inviertan importantes sumas de dinero en blindar su seguridad.
La contratación de guardaespaldas, la adquisición de un porte de armas, el blindaje de un coche o la compra de ropa “a prueba de balas”, ya no son recursos exclusivos de políticos, diplomáticos, estadistas o empresarios de alto nivel, cada vez son más los ciudadanos comunes que buscan la manera de acceder a este tipo de servicios para protegerse de la inseguridad diaria que se vive en los países latinoamericanos.
Además de la violencia desencadenada por el crimen organizado y los cárteles de la droga, cuyas tasas de mortandad alcanzan indices alarmantes dentro de una región que pese a tener tan sólo el 8 por ciento de la población mundial; registra el 40 por ciento de todos los homicidios por armas de fuego y el 66 por ciento de todos los secuestros del plantea, lo que la convierten en una de las más violentas del mundo, tan sólo superada por África.
Según el más reciente informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la tasa de homicidios en la región es de 25,6 por cada 100.000 habitantes. A estos datos se le suma la preocupante estadística de que el hemisferio es también la zona geográfica con el mayor número de homicidios entre jóvenes de 15 a 24 años.
De acuerdo con estudio elaborado en enero por la Red de Información Tecnológica Latinoamericana (Ritla) con sede en Brasil, un joven iberoamericano tiene 30 veces más probabilidades de ser asesinado que uno europeo. Si embargo, si estos números se llevan a países como Honduras, El Salvador y Venezuela, donde el asesinato de jóvenes alcanza el 58, 49 y 48 por ciento respectivamente, las probabilidades resultan comparativas a una pandemia.
Esto ha obligado a que millones de latinoamericanos tomen medidas de protección personal que van más allá de los clásicos sistemas de seguridad que se estilan en el mercado como sensores, circuitos de vídeo, alarmas o sistemas de rastreo para vehículos. En capitales como Caracas, Río de Janeiro, San Salvador o Juárez en donde cualquiera corre el riesgo de ser víctima de robo, extorsión, secuestro o asesinato, es más frecuente observar a familias en donde al menos uno de sus miembros tenga un porte de armas, inviertan dinero en el blindaje de sus vehículos o en el peor de los casos, contraten servicios privados de escoltas.
En México la Sociedad Mexicana de Guardaespaldas estima que hay más de 18.000 escoltas operando en el país azteca, en su mayoría supervisión de las autoridades, algo que contrasta con la curiosa realidad que se observa en Venezuela en donde el 48% de los policías se dedican a ejercen en paralelo a su funciones, labores escolta en vez de patrullar las calles a la caza de delincuentes. Entre tanto en Colombia, cada vez son más las mujeres que reciben entrenamiento para convertirse en escudos humanos. En 2009 el Ejecutivo de Álvaro Uribe llegó a graduar a 40 mujeres guardaespaldas.
A medida que las compañías de escoltas comienzan a incursionar con fuerza en la vida cotidiana de los latinoamericanos, facturando anualmente ganancias millonarias,-tan sólo en México llegan a alcanzar los dos mil millones de dólares al año-; otros sectores de la seguridad privada, también ven como el aumento de los niveles de criminalidad se traducen en jugosos beneficios y en nuevas líneas de negocios.
Blindaje de pies a cabeza
Uno de estos casos es la industria del blindaje de vehículos, el cual se ha hecho de un importante hueco en América Latina siendo uno de los sectores con mayores oportunidad de crecimiento a nivel mundial, en donde Colombia, Brasil y por supuesto México, encabezan la lista de los mercados más competitivos.
Firmas como BMW, Mercedes Benz, Chrysler y Volkswagen ya producen en sus instalaciones en la región automóviles blindados. Sin embargo para el que no ha adquirido dichos coches con esta características existen empresas como Global Armor, Blindaje Total, Blindados de Dietrich, Armoring Systems o Centigon, que por unos 25.000 o 30.000 dólares se dan a la tarea de transformar un vehículo en una armadura de cuatro ruedas. Tan sólo en 2009 se llegaron a blindar en Argentina 600 coches y en México 1.520, a pesar de que el sector experimentó un descenso del 20% con respecto al 2008.
Asimismo, los chalecos antibalas son otros de los productos cotizados dentro del competitivo mundo de la seguridad privada. En países como México o Brasil llegaron a venderse durante el 2009 alrededor de 150.000 a 350.000 unidades, respectivamente.
En este sentido, el empresario colombiano Miguel Caballero se ha convertido en toda una referencia dentro del sector, ya que ha sido capaz de desarrollar y modernizar la tecnología del blindaje para llevarla prendas de vestir cotidianas propias de un fondo de armario como camisas, gabardinas, abrigos y ropa interior, blindado tanto el guardarropa de Barack Obama como las guayaberas que usan el presidente de Colombia Álvaro Uribe y su homólogo venezolano, Hugo Chávez.
Gran parte de estas piezas de haute couture a prueba de balas se pueden adquirir por unos 100 a 1.500 euros. El coste pueden variar según las demandas particulares de sus selectos clientes, que tan sólo conforman una parte de las miles de personas que se valen de cualquier artilugio que su economía les permita para no ser un número más en las listas de las abarrotadas morgues latinoamericanas.
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