Un cliente «non grato»
Juzgado un indigente luso detenido tres veces en una semana por hurtar whisky en un híper en el que tenía prohibida la entrada
Un indigente portugués que tenía una orden de alejamiento de un hipermercado de Coia fue juzgado ayer para responder por una serie de tres hurtos de botellas de whisky que, supuestamente, perpetró en una semana entre el 19 y el 21 de diciembre del 2008. Siempre rascaba los códigos de barras de la etiqueta de las botellas de alcohol porque creía que así no pitaría la alarma de los arcos de detección de la salida sin compra. El transeúnte ni siquiera compareció a su propio juicio, que se celebró ayer en el juzgado de lo Penal número 3 de Vigo. Su abogada ignora su paradero aunque le consta que está «muy ocupado» con sus asuntos.
Álvaro M.D.S. es un viejo conocido del hipermercado hasta el punto de que la dirección del centro comercial tuvo que solicitar al juez que le prohibiese la entrada durante el mes de enero del 2009. Minutos después de que el magistrado le entregase el papel firmado al abogado del híper, el implicado salió del tribunal a toda prisa y regresó al establecimiento, situado a 500 metros. Salió con un taladro oculto en su zamarra y, aunque la alarma no pitó, los guardas lo esperaban porque el abogado les acababa de telefonear para avisarles de que la orden de alejamiento había entrado en vigor.
Rescatado por sus colegas
Los guardias jurado que lo sorprendieron relataron ayer al juez las continuas trifulcas que mantuvieron con el cliente habitual y sus amistades a lo largo de una semana en la que contabilizaron cinco hurtos aunque solo tres llegaron a juicio.
En una ocasión, cinco clientes que eran colegas suyos y que también compraban alcohol en el mismo centro comercial acudieron en tropel a rescatarlo cuando fue retenido en la calle por los guardias de seguridad que lo perseguían. Lo habían sorprendido en la salida sin compra con cuatro botellas de whisky escondidas en una mochila. Su pandilla de amigos se empleó a fondo y, entre insultos y amenazas, propinó patadas a los vigilantes para que soltasen al implicado. Este aprovechó la confusión de la trifulca para escapar con un grillete ajustado en una mano. La policía lo capturó más tarde al peinar el barrio. Días después, en otro hurto, su compañera, que presuntamente también salía con productos sin pagar escondidos en su bolso, arremetió contra los guardas jurado.
El representante legal del híper se quejó de que el acusado inutilizaba las botellas de whisky porque rascaba la etiqueta y el lector láser de la caja no podía dar el precio. La abogada del indigente logró probar que eran aptas para la venta porque las cajeras podían teclear el número del código para averiguar el valor de la mercancía. El letrado del comercio replicó que, no obstante, ningún cliente compraría una botella con un código rasgado por lo que era un bien invendible que quedaba relegado al almacén de custodia.
La Fiscalía pide que el acusado sea condenado a pagar varias multas a 8 euros por día y a responder por tres faltas de hurto porque el valor de las botellas era inferior a 400 euros, dos faltas de lesiones a los guardias jurado y un quebrantamiento de la condena que le prohibía merodear y entrar en el centro comercial.
http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2010/05/22/0003_8499863.htm