"Siempre cruzo las vías así, es más rápido"
En Torrejón de Ardoz (Madrid) decenas de personas cruzan las vías de forma imprudente para ahorrar un poco de tiempo o dinero
El tipo mira rápidamente a la izquierda, y cruza a paso ligero, pero tranquilo, las vías por las que hace apenas unos minutos ha pasado un tren. Podría haber andado unos 200 metros, subido unas escaleras, cruzado las pasarelas aéreas que hay sobre las vías, introducido su abono de transportes en el torno y, finalmente, haber vuelto a cruzar las vías en sentido contrario por un paso subterráneo. Pero ha elegido el camino rápido. ¿Por qué? "Porque tengo prisa y lo hago siempre. Y no hay ningún cartel que diga que no se puede", contesta con cierta chulería este hombre, que se identifica como profesor del instituto que se encuentra más allá de las vías.
Un hombre cruza la vía en la estación de cercanías de Torrejón de Ardoz (Madrid)
En 2007 hubo 76 accidentes ferroviarios, de los que ocho fueron provocados por imprudencias de extraños o de viajeros
La tentación es fuerte y hacerlo, demasiado fácil. Quizá alguna vez usted también la ha sentido. Las imprudencias están a la orden del día, como se ve tras visitar una de las líneas de Cercanías de la Comunidad de Madrid. En 2008, 35 personas fueron arrolladas en España por un tren, según la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios. De todos los casos, seis se debieron al paso entre andenes de forma "inadecuada o inoportuna" por parte de los viajeros, como todo apunta que sucedió anoche en Castelldefels (Barcelona). Según dicho informe, el 96% de los accidentes con víctimas mortales "tuvieron su causa en el comportamiento indebido de personas ajenas al ferrocarril".
En la estación de Torrejón de Ardoz, por la que pasan trenes de cercanías y de mercancías, es habitual ver cometer imprudencias, por eso hay vigilantes de seguridad como los que hoy sorprenden al temerario profesor 'in fraganti'. Se acercan a pedirle la documentación, pero este se resiste. "Usted no es policía, no me da la gana. Además, todas las mañanas a las siete se forman unas colas tremendas y todo el mundo lo hace", protesta. Mientras vigilantes y sorprendido se enzarzan en una discusión, otro tren llega a la estación, del que se apea una chica que hace exactamente lo mismo pero en sentido contrario. Y así, hasta una decena de personas en dos horas y no precisamente jóvenes. Uno lo hace con su bicicleta a cuestas. A la pregunta de "¿Es usted consciente de lo que ha pasado en Barcelona?", uno de ellos responde: "Esos son unos imprudentes. Yo lo hago con cuidado".
Jesús, unos de los responsables de seguridad de la estación, no se sorprende. "Lo vemos todos los días. Y la gente nos dice que llevan haciéndolo cinco o diez años. Los fines de semana lo hace gente joven y, entre semana, gente mayor. Algunos lo hacen por ahorrar tiempo y otros para ahorrar dinero. De esta forma, en lugar de ticar dos veces el billete de tren [al entrar y salir de la estación], tican solo una y el billete les cunde el doble". Jesús calcula que los vigilantes de la estación imponen unas 15 sanciones administrativas al mes por este motivo.
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