Disparos a 1.000 metros, «fuerza letal» a 600
Los vigilantes de los atuneros cuentan con un protocolo para repeler a los piratas

El 'Alakrana', poco después de ser liberado, navega protegido por una fragata de la Armada. :: AFP

Cuando el 'Alakrana' aún estaba en manos de los piratas, el 14 de noviembre de 2009, llegaban a las Seychelles los escoltas preparados para embarcar en la quincena de pesqueros de pabellón español -entre atuneros y maciceros- que faenan en las aguas más próximas a la costa de Somalia. Unos días antes, otros ocho buques pertenecientes también a la media docena de grandes compañías de la flota atunera vasca -pero de pabellón extranjero-, ya habían incorporado a ex soldados extranjeros de élite en los barcos.
Después del 'Alakrana', en enero, el Gobierno vasco aprobó un convenio con los armadores para sufragar la cuarta parte de los gastos generados por la contratación de vigilantes en el Índico. Según anunció la consejera de Pesca, Pilar Unzalu, el Ejecutivo destinará este año «alrededor de 1,4 millones» para financiar el 25% de la contratación de la protección privada. El Ejecutivo central aportará otra cuarta parte, mientras que el resto correrá a cargo de las compañías armadoras.
Las medidas de seguridad se completan con la fuerza militar desplegada en la zona dentro de la operación europea 'Atalanta'. Actualmente, España aporta al operativo el patrullero 'Infanta Cristina', el buque de asalto anfibio 'Galicia' y el avión de patrulla marítima 'P-3 Orión'.
En caso de producirse un ataque directo a un pesquero, los agentes privados activan de inmediato un protocolo de acción que el resto de los tripulantes conocen de primera mano. «Al observar una embarcación sospechosa a pocas millas suena la sirena del barco y, salvo el patrón y capitán, que se mantienen en el puente, y los vigilantes prestos en sus puestos, el resto de los tripulantes se encierra en el interior del barco», explican desde un atunero que el pasado mes de marzo sufrió un intento de asalto. El manual de actuación señala también que cuando se detecte un «contacto por radar o visual y que por sus características pueda tratarse de una embarcación pirata, se le dará aviso por canal 16 VHF, invitándole a desistir en su actitud. Si continúa su aproximación, se harán disparos de intimidación al aire», rezan las órdenes. Solo cuando llegue a la distancia eficaz de las ametralladoras, unos mil metros (0,55 millas), los vigilantes podrán abrir fuego. Asimismo, según el manual, la «fuerza letal» se deberá emplear «ante cualquier embarcación sospechosa que se acerque a 600 metros, aunque no haya hecho fuego contra el barco».
La zona de pesca en el Índico abarca más de 3.200 millas náuticas de aguas internacionales y jurisdiccionales de varios países como Mozambique, Seychelles, Kenia, Mauricio, Islas Chagos y Mayotte, entre otros. «Faenamos en la más estricta legalidad con licencias bajo acuerdo comunitario o bajo acuerdos privados allí donde la UE no tiene acuerdo de pesca», insisten las dos grandes agrupaciones -Opagac y Anabac- a las que están asociados los atuneros congeladores vascos.
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