Un Franco en el banquilloEl nieto mayor del dictador sale sin cargos del juicio por las denuncias por insultos y lesiones que se cruzó con tres empleados de la intermodal tras una trifulca al creer que perdía el AVE.
Exculpado Francis Franco sale de la sala de vistas al terminar el juicio.
Francisco Franco Martínez Bordiu, el nieto mayor del dictador, salió ayer sin cargos de la sala de vistas en la que se sentó en el banquillo acusado de haber cometido una falta de injurias por las palabras que dirigió a tres empleados de la estación Intermodal --una azafata, una vigilante y el jefe de seguridad-- tras una trifulca iniciada cuando, la noche del 3 de junio del año pasado, se saltó una valla y salió corriendo hacia el andén en el que estaba a punto de partir, con destino Madrid, el último AVE del día. Creía que iba a perderlo. Y lo perdió, aunque no por falta de tiempo sino por exceso de ímpetu.
Al final, la trifulca de la estación, que llegó a ocupar un espacio destacado en los programas televisivos del corazón, se quedó en nada. O casi nada, más bien. En los banquillos debían haberse sentado cuatro personas, aunque al final solo comparecieron dos: Franco, que se sentó a la derecha del tribunal, y M. R., el empleado que la noche de autos actuaba como jefe de seguridad de la estación.
Unos minutos después de las 23.00 horas, el mayor de los Martínez Bordiu --se cambió el orden de los apellidos en homenaje a su abuelo-- entraba en la estación con intención de subirse al último AVE. Iba con el tiempo justo. "Yo creía que había llegado con ocho minutos de antelación y la chica me dijo que eran cinco", declaró ayer. Le explicó que no podía bajar al andén y le pidió que esperara. Pero el nieto de Franco no lo hizo. "Dame mi billete que quiero hablar con el revisor", confesó haberle soltado. Cogió el boleto y salió pitando, escalera mecánica abajo, hacia la zona de vías.
Allí acabó en el suelo y comenzó, casi al mismo tiempo que el tren salía hacia Madrid, una trifulca verbal con la azafata --M. C. A.-- y con la vigilante que se encontraba en el andén --G. F.--. "Dijo barbaridades, pero creo que fue por el nerviosismo", explicó ayer el jefe de seguridad, que añadió que, ante su actitud, "incluso podríamos haberlo engrilletado y más cosas".
Denuncia
Unos días después, ya en la capital, Franco denunció a los tres empleados. Ayer declaró que solo recordaba que le hubiera insultado la azafata: "Insistió en llamarme sinvergüenza". Su abogado pidió para ella 60 euros de multa.
Sin embargo, nadie fue acusado de las lesiones que el mayor de los Franco denunció en su día. Primero, por no haberlas acreditado. Y, además, por no saber si se las causaron o se las hizo el solo. "Yo no puedo asegurar que me empujaran --indicó--. Yo no me caigo normalmente. Me caí o me empujaron. Mi objetivo era llegar al revisor".
El jefe de seguridad no pudo sacarle de la duda, ya que, cuando llegó al andén ya estaba de pie, enzarzado con la azafata y la vigilante. Aunque aportó una tesis basada en la experiencia: "Pienso que se cayó. A ninguna compañera se le ocurre dar un empujón a una persona que baja corriendo". Y también añadió que no escuchó que nadie llamara "sinvergüenza" al denunciante/denunciado.
M. R. aclaró que Franco no tenía motivos para armar semejante zaragata. La azafata le había pedido que esperara mientras contactaba con el revisor para asegurarse de que podría subir al AVE. "Eran dos minutos, pero se puso muy nervioso y no quiso esperar", anotó.
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