El cheque-bebé se queda sin fondos
Aunque salgo de cuentas el 30 de diciembre, los médicos me han dicho que lo más probable es que, por ser primeriza, no tenga al niño hasta el 5 de enero». Es comprensible que Sairy relate su situación con tono resignado. No en vano la diferencia entre una cosa y otra —dar a luz antes y después de la Nochevieja— vale 2.500 euros por el cheque bebé y otros 1.000 más por ser madre soltera. En total, 3.500 euros que no son vitales para muchas familias, pero sí para la de esta española de origen dominicano («me trajeron aquí con solo un añito») que está desempleada, no cobra ninguna prestación y sobrevive junto a tres hermanos y una sobrina con el sueldo de 800 euros de su madre. ¿Y el padre de la criatura? «Se fue a comprar tabaco», bromea.
El destino y una controvertida decisión gubernamental pueden quitarle a Sairy la ayuda que sí obtuvo Corina. Fue hace ocho meses, antes incluso del tijeretazo social que asestó Zapatero para recortar el déficit. Esta rumana de 16 años se había quedado embarazada y, a pesar de la oposición inicial de su madre —que intentó convencerla para que abortara— finalmente tuvo a Yulia, una preciosa niña que vino con 2.500 euros debajo del brazo. «Volaron rápidamente, no dan prácticamente para nada. Pero si no hubiera tenido esa ayuda, tampoco sé qué hubiera hecho», asegura esta muchacha, que sale adelante con los 500 euros que gana su novio. El alquiler de la habitación del piso que comparten los tres junto a otra media docena de inquilinos ya les cuesta 400 euros. Si aún no están en la calle es gracias al apoyo de asociaciones como Red Madre (www.redmadre.es), que proveen a embarazadas y madres en dificultades de lo básico: leche, ropa, enseres. Incluso les gestionan un piso de acogida y, a veces, un puesto de trabajo. Pero el tijeretazo va a agravar la situación: «Muchas mujeres y sus hijos, por culpa de la retirada del cheque-bebé, van a quedarse en la calle», alerta Carmina García-Valdés, directora de una fundación que acoge en 33 ciudades españolas a más de tres mil muchachas en riesgo de exclusión.
Por desgracia, madres solteras y familias que esperan un hijo no serán las únicas damnificadas por los recortes sociales del Gobierno socialista. Gema Cubero, 41 años, perderá la única ayuda que le quedaba: los 426 euros mensuales. Apenas le va a dar tiempo a «disfrutarlos». Acaban de concedérselos en noviembre, cuando se le terminó el subsidio por desempleo. Y ya sabe que se los quitarán en febrero. «Se ve que no son conscientes de nuestra situación. Si la conocieran, no tomarían una decisión tan injusta, que va a causar un daño enorme a tantas personas», afirma Gema, una administrativo que se vio afectada por el expediente de regulación de empleo declarado en noviembre del año pasado en la empresa en la que trabajaba.
Desde entonces, Gema no ha cejado en su empeño de regresar al mercado laboral, «pero por muchos “curriculum” que echo, no hay manera». Lo peor, según ella, no son las estrecheces económicas, ni los 14 años de hipoteca que le quedan para terminar de pagar un pequeño piso de Ciempozuelos: «Esto —reconoce— me está afectando psicológicamente y a mis relaciones familiares. Te llegan a hacer sentir como una inútil, como una vaga, pero los parados no somos unos vagos. Somos personas que estamos pagando un precio muy alto, altísimo, por la crisis».
Solo una comida al díaAunque en teoría Pedro Casado debería —por estar solo y tener una hija a su cargo— seguir percibiendo los 426 euros durante once meses más, tampoco él las tiene todas consigo. Mañana le han citado en la oficina de empleo. Hasta entonces no conocerá su destino. «Si en enero no encuentro un puesto de trabajo y además me quitan la prestación, tendré que abandonar la casa en alquiler y me quedaré directamente en la calle», augura mientras se patea literalmente Valencia, como cada mañana, en busca de un contrato.
«Hoy he entrado en una empresa y han estado a punto de echarme a patadas». Es el estigma del parado.
De nada parecen valerle ahora a Pedro sus 18 años como vigilante de seguridad, su fallido proyecto como empresario en el sector de la limpieza, todos los estudios que ha cursado en los últimos años, ni el cargo de jefe de operaciones de una compañía «outsourcing» con 382 trabajadores que se fue al garete a principios de 2009.
Desde entonces, todo ha ido a peor, hasta acabar en la actual situación, en la que solo tiene para comer una vez al día, «como los perros», acota. Los 426 euros no llegan ni para pagar el alquiler. Sobrevive «gracias a unos ahorrillos» muy bien administrados, pero que se están acabando. La retirada de la prestación sería la puntilla.«Reclamamos que no deroguen la ayuda de los 426 euros, que no sacan a nadie de pobre, pero mucha gente se va a quedar sin comer o se va a ver abocada a dormir en la calle si la terminan quitando». Quien así se expresa sabe muy bien de qué habla. Luis Fernández, presidente de la Asociación Nacional de Desempleados (www.adesorg.es), atiende diariamente —junto a su mujer y a algún colaborador— más de medio centenar de llamadas de desempleados de todo el país. «El teléfono 900600321 no deja de sonar desde las ocho de la mañana hasta más allá de la medianoche; somos una especie de “línea de la esperanza” del parado», afirma en una de las pocas ocasiones que se permite hacer una broma. Y es que la situación es seria. Opina que si en España no ha habido aún disturbios, es «gracias a la pensión de cientos de miles de abuelos; cuando un abuelo se muere, con él muere la pensión y varias personas quedan a la intemperie».
Una leyenda urbanaAdemás, están las trabas que pone la Administración a miles de desempleados a los que se les deniega la ayuda. «Lo de los 426 euros es una leyenda urbana porque no los cobra tanta gente como se dice. Se sacan cualquier excusa para no concederla, y solo aquellos que protestan consiguen recuperarla», afirma Fernández, que cuenta mil y un casos de personas que dejan de cobrar por las razones más variopintas: «Un hombre de La Coruña está teniendo que devolver las seis mensualidades cobradas de 426 euros porque su mujer había percibido los 2.500 euros del cheque-bebé. Lo único que han conseguido es que les aplacen la devolución de la deuda a “cómodos plazos” de 69 euros mensuales porque con los 500 euros que gana la mujer por su trabajo no les llegaba… En Barcelona, una mujer está hospitalizada y cuando le dan el alta ve que no le han pagado los 426 euros. Reclama y le dicen que mientras estaba convaleciente le enviaron una carta para hacer un curso y que como no contestó, se queda sin prestación. No ha habido manera de solucionarlo», relata indignado este parado, que también perdió los 426 euros por un contrato de un solo día. Su propio hijo, de 22 años, también en paro, se quedó sin percibirlos desde que la Administración se enteró de que se había ido a vivir con los abuelos. Su «delito», no poder pagar el alquiler de su casa.
Corina y Sairy acudieron directamente a las asociaciones que ayudan a madres desprotegidas. Muchas jóvenes evitan ir a los servicios sociales por temor a que les retiren la custodia de los hijos. Es un círculo vicioso: si no encuentran trabajo, lo pierden todo. A Corina no la contratan porque «siempre piden experiencia». Sairy perdió su último empleo en febrero. Desde entonces, busca por todos los lados, pero su condición de embarazada no ayuda en absoluto. «La maternidad está penalizada en España», afirma la directora de Red Madre. «A la mujer embarazada —añade— se la trata como una enferma, como si estuviera incapacitada para trabajar. Está claro que se les debe ayudar bastante más de lo que se hace ahora, que se les aboca directamente a abortar sin ofrecerlas ninguna alternativa». De ello responsabiliza al Gobierno, porque «está claro que le interesa favorecer el negocio de las clínicas abortivas. Si quitas una ayuda que promociona la maternidad como la del cheque bebé, estás fomentando el aborto».