La creación de centros comerciales y urbanizaciones en urbes como A Coruña y Vigo provoca que los 3.873 profesionales de las 68 compañías de vigilancia de la comunidad no logren cubrir la demanda.
ARANCHA VÁZQUEZ. A CORUÑA. El surgimiento de nuevos servicios como centros comerciales o infraestructuras de transporte han disparado la demanda de vigilantes de seguridad en Galicia, un sector que ha experimentado un crecimiento de alrededor de un 7% en los últimos años. Sin embargo, los casi 4.000 profesionales que se dedican a la vigilancia en la comunidad no son suficientes para responder a este aumento de la demanda, especialmente en el entorno de las grandes ciudades gallegas, como A Coruña y Vigo.
El creciente número de grandes superficies con las que cuenta A Coruña en la actualidad -a las que recientemente se ha sumado el centro comercial Dolce Vita-, así como la expansión de las infraestructuras de transporte y el surgimiento de urbanizaciones en las afueras de la ciudad han hecho que en los últimos años haya aumentado la demanda de vigilantes de seguridad, una situación similar a la del resto del país. La Asociación Profesional de Compañías Privadas de Empresas de Seguridad (Aproser), que engloba a 13 de las principales compañías que operan a nivel nacional, calcula que en toda España hacen falta 20.000 vigilantes más para responder al crecimiento del sector.
En Galicia, esta demanda de profesionales no es tan elevada como en Madrid o Cataluña, aunque sí que existe "una necesidad de mano de obra", sobre todo en los entornos de A Coruña y Vigo, tal y como indicó el secretario general de Aproser, Eduardo Cobas, que apuntó que estas necesidades se deben "al surgimiento de nuevos servicios". "Evidentemente, si en A Coruña se construye un puerto exterior crece la demanda de vigilancia, al igual que si se abren nuevos centros comerciales", subrayó.
Desde 1992 hasta 2007, el sector de la vigilancia ha crecido una media de un 7% al año en toda España, debido sobre todo al crecimiento del bienestar económico del país. Galicia también ha experimentado una subida, contando en la actualidad con 3.873 vigilantes de seguridad trabajando para alguna de las 68 compañías que operan en las cuatro provincias gallegas, y que el año pasado dejaron unos beneficios de 137 millones de euros.
Sin crisis
Así, parece que el sector se librará de la crisis o, al menos, no se verá tan afectado como otras actividades. "A nosotros también nos afecta la mala situación económica, nuestros niveles de crecimiento se han moderado, aunque aún así siguen siendo positivos", comentó el secretario general de Aproser.
En este sentido habló también Roberto Lage, presidente de la Asociación de Empresas de Seguridade de Galicia (Aesga), que comentó que, hasta hace dos meses, "había una fuerte demanda, pero ahora debido a la crisis ha habido un recorte de gastos en las empresas", que afecta "al personal de limpieza y seguridad". Aún así, asegura que la desaceleración económica no los ha perjudicado mucho, y confía en que los niveles de crecimiento del sector vuelvan a repuntar.
"Sigue habiendo demanda de profesionales", indicó Lage, al tiempo que pidió "una modificación en la ley" para poder trabajar en sectores en los que hasta ahora no pueden, como algunas urbanizaciones de viviendas unifamiliares o polígonos industriales.
También desde Aproser demandaron un cambio en la legislación, sobre todo para poder contratar a inmigrantes, que serían una solución para acabar con la escasez de mano de obra. "No me parece lógico que un húngaro pueda ser vigilante de seguridad, y en cambio no podamos contratar a un argentino que lleve años viviendo en España sólo porque no esté nacionalizado. Y en cambio podemos mandarlos a Afganistán, que no es una cosa demasiado segura", criticó Eduardo Cobas. Los requisitos burocráticos del proceso de habilitación de los vigilantes de seguridad son otra de las cuestiones que habría que modificar, en opinión del secretario general de Aproser, que indicó que la extensa formación de 180 horas y las pruebas que tienen que pasar los aspirantes a vigilante hacen que muchos se lo piensen dos veces antes de dedicarse a esta profesión. "Mi problema es que desde que alguien llama a la puerta de una empresa hasta que es vigilante de seguridad habilitado pasan cinco meses, y que esta es una profesión muy dura, por lo que mucha gente prefiere dedicarse a otras actividades", lamentó. Esta opinión la secunda David Castiñeira, presidente de la Asociación Galega de Traballadores de Seguridade Privada (Agasep). "Desde el 98 estoy más en la academia que en casa", bromea. Lo que sí es cierto es que España es uno de los países donde los aspirantes a vigilante de seguridad tienen que pasar mayores pruebas, ya que a las 180 horas de formación se le añade un examen ante la dirección general de la policía, y 20 horas anuales de formación permanente. Además, las propias características del sector hacen que la mayoría de servicios "sean en fines de semana y por la noche". "Eso machaca la vida familiar", asegura David Castiñeira, que reconoce que "es un sector que requiere mucho sacrificio" y, aunque hay profesionales que llevan 20 año trabajando, "muchos se cansan antes".
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