Los riesgos de gestionar licencias


Los concejales que han pasado por este departamento aseguran haber recibido presiones y hasta amenazas de los locales


JOSÉ PARRILLA VALENCIA
La Concejalía de Actividades se ha revelado como una de las más complicadas de gestionar en los grandes ayuntamientos. Las urgencias de quienes solicitan licencias y el ritmo de las administraciones no siempre casan bien. Tampoco las argucias de los locales con la literalidad de la norma. De ahí que en ocasiones esas relaciones entre administración y administrado resulten intensas y a veces tensas. El caso Majestic, en el que la dueña de un club de alterne dice haber sido extorsionada por el concejal Vicente Igual para la concesión de una licencia -el concejal la ha denunciado por calumnias- es un caso extremo pero ilustrativo de los riesgos a los que se enfrentan estos regidores. José Ignacio García Ninet, concejal de actividades durante la última legislatura socialista en Valencia, decidió directamente no recibir a nadie en su despacho ni salir a comer con ninguno de los interesados. "Yo se lo pasaba al técnico de la materia y lo que él decía yo me ceñía a ello", asegura. Su época, además, fue altamente conflictiva, pues "había muchos problemas de ruido" y tuvo que enfrentarse a situaciones tan impopulares como el cierre de la emblemática discoteca Distrito 10. "Tuve la sensación -dice- de que no era muy querido por las salas de fiesta, pero me daba igual. Lo que no iba a permitir es que hubiera muertos como los hubo en otros sitios de España".
Su preocupación estaba más en las personas que debían ejecutar las órdenes de cierre, pues "se decía que a veces no llegaban al sitio y los vigilantes de seguridad de los locales eran policías"; y en los funcionarios, que "recibían presiones a todos los niveles. Les daban la pelma permanentemente". Pero nunca tuvo ningún problema. Los problemas los tuvo, dice, con el solar de Jesuitas. "Ahí si que me presionaron abogados y todo el mundo, pero no me dejé. Si los asesores me dicen que no, yo no voy a torcer una coma", asegura. También Francisco Lledó, que ocupó este cargo en la segunda legislatura del PP, vivió algunos momentos de tensión, especialmente con la declaración de Zona Acústicamente Saturada (ZAS) de Xúquer, la primera que se declaró en Valencia. "Nos dijeron que iban a comprar pitos para cuando la pusiéramos en marcha", asegura. De todas formas, Lledó dice que "presiones siempre hay" y los problemas surgen en cualquier sitio -"puede haber tensiones con algún nerviosito", dice-, pero "para eso están los técnicos". "Si cumplen con todo se le da la licencia y si no cumplen no". En su caso, Lledó sí se reunía con gente en su despacho, aunque "antes de la reunión preguntaba a mis asesores y si era una cosa que no había manera no los recibía. Pero generalmente sí, y si luego te hablan de malas formas, los invitas a que se vayan y ya está", explica.

Cuestión de sensibilidad
Finalmente, Alfonso Novo concejal de Actividades durante la tercera legislatura del PP, opina que esta delegación tiene las mismas complicaciones que cualquier otra. Para él la clave está en ser "sensible" con el impacto de la actividad sobre los vecinos y también con las necesidades de quien pone el negocio. Uno de los problemas con los que se encontró fue el retraso en la concesión de licencias, retrasos que generalmente no eran tal, pues "el técnico les hacía venir con su abogado y les demostraba que las fechas que le estaban contando al señor no eran las reales. Más de un abogado se ha puesto rojo con esto", comenta. Lo curioso en todo esto es que ninguno de los tres concejales ha tenido que dar ninguna licencia para un club de alterne. Como estos locales suelen tramitar permisos para hostales se trata de una actividad inocua que corresponde gestionar a las Juntas Municipales de Distrito. Y lo mismo ocurre con el caso de Vicente Igual, según ha asegurado él mismo. Una acusación de extorsión como la que ha sufrido puede ocurrirle a cualquiera, siendo concejal o en cualquier otra actividad, aseguran los ediles populares


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