“En un día aciago, precisamente martes y 13, un vigilante ¡jurado muerto y otro herido de gravedad fue el trágico balance de un criminal atraco cometido ayer en el Puerto de la Cruz, por parte de dos individuos que consiguieron un botín de unos 34 millones de pesetas en el interior de un vehículo blindado y huyeron rápidamente del lugar de los hechos en una moto de gran cilindrada”. Así arranca la excelente crónica que DIARIO DE AVISOS ofreció a sus lectores el día siguiente de uno de los crímenes que más perdura en la memoria de la isla.

Tres factores alimentaron su leyenda: la brutalidad de los hechos, que se tardase nueve meses en capturar al asesino, Ugo Neri, y que éste siempre negase que lo fuera.
Pero once de los doce testigos señalaron a Neri como autor de los disparos que, sin mediar palabra, propinaron a los dos vigilantes, pertenecientes a la empresa Brink’s Emecé S.A., cuando hacían un recorrido ordinario por los hoteles de la urbanización La Paz.

Francisco Luaces, vecino de Tacoronte y 23 años de edad, recibió varios impactos de bala en el estómago y en la cabeza sin mediar palabra y falleció al poco. Cuando su compañero, Mauro Fernández, de 37, acudió en su ayuda recibió otros tres balazos. Uno en el pecho, otro en un hombro y el último en el costado. Aunque uno le afectó a un pulmón, salvó la vida.

En el juicio se supo que, tras el crimen, Neri ocultó la moto en unas plataneras y se fue a comer a una conocida arepera realejera.