A falta de guerra de banderas, este verano lo inauguramos con guerra de escoltas, esta vez por gentileza de los partidos constitucionalistas. Para ser de Bildu, no ha tenido mucha mano izquierda la nueva alcaldesa de Andoain prohibiendo la entrada de los guardaespaldas en su Ayuntamiento. Sin embargo, a algunos que se llevan las manos a la cabeza convendría recordarles que, con Barcina al frente, sabías cuando había pleno municipal en Pamplona por el número de armarios con cara de malas pulgas que esperaban en la Plaza Consistorial la salida de sus protegidos. Hasta ahora, lo habitual en los consistorios, tanto de esta comunidad autónoma como de la vecina, ha sido que los escoltas permanecieran fuera. Ahora mismo dudo que Catalán les permita pasearse por el salón de plenos de su Parlamento, aunque todo puede cambiar si Rubalcaba reforma la ley para que entren dentro. Este verano se prepara lleno de emociones. Aquí, sin necesidad de nuevas guerras, podremos seguir con las nuestras de siempre. Por ejemplo, la guerra a la ikurriña el día del chupinazo, tan tradicional que sólo falta incluirla en el programa municipal de Sanfermines. Ahora mismo están siendo juzgados tres menores por los incidentes del 6 de julio del pasado año que se saldaron con un joven madrileño herido de gravedad por un botellazo. Hay un vídeo por la Red donde se ve a los muchachos de Simón Santamaría entrar en la plaza repartiendo leña con una saña que ni la de la Policía Armada de nuestros años mozos. Puro cine de terror en versión UPN. De momento el Ayuntamiento ha dicho que va a prohibir la entrada de vidrio en la plaza. Una sabia decisión que no soluciona el problema de fondo, que no es otro que la obsesión del partido gobernante por impedir a toda costa -a toda- la exhibición de un símbolo plenamente legal y querido por muchos pamploneses. La semana que viene veremos si UPN sigue con sus guerras o se ha inventado alguna nueva.
http://www.noticiasdenavarra.com/2011/06/28/opinion/columnistas/mugatik/la-guerra-de-los-escoltas