andrey Usuario Veterano
Mensajes : 554 Habilitación : V,S V,EX Profesión : V.S Registro : 07/11/2010 Positivos recibidos : 8
| Tema: El 'sheriff' solitario Dom 29 Ene 2012 - 22:38 | |
| El 'sheriff' solitario
Benaocaz no tiene policía municipal desde hace seis años y Villaluenga sólo tiene uno. Así es la seguridad local en los pueblos más pequeños de la provincia
Bernardo Caro posa apoyando su bonachona humanidad sobre el capó del coche de la policía local de Benaocaz, una pequeña población de la sierra de Cádiz con poco más de 700 habitantes. El vehículo tiene la pintura azul oxidada y ahora coquetea con el rojo. En el parabrisas, algún despistado ha dejado una publicidad de una pizzería. Convenimos que la foto tiene su gracia: Bernardo, el policía municipal de Benaocaz durante casi tres décadas, se jubiló desde hace seis años y, desde entonces, Benaocaz tiene coche de la policía municipal pero no tiene ningún policía municipal. No es que en Benaocaz haya un clamor por la ausencia de policía. Se apañan bien sin autoridad. Pero el hecho trascendió cuando en esta localidad, el pasado martes, sucedió algo insólito: un atraco. Dos encapuchados asaltaron, a media mañana, la sucursal bancaria, situada a veinte metros del Ayuntamiento y a menos de treinta del coche andonado de la policía municipal. Bernardo no había visto una cosa igual en sus años de servicio: "Aquí, lo más, algún choricete. En este pueblo nadie roba a nadie. Puedes dejar el coche abierto tranquilamente por la noche que nadie se va a llevar nada. Mientras no venga gente de fuera a dar por saco... pero lo del atraco, no sé... quizá si hubieran visto a un policía con el uniforme se hubieran cortado. Lo mismo sabían que aquí no hay policías", supone mientras compartimos un café en el bar de la plaza del pueblo, con el sugerente nombre de Las Vegas y cuyos ventanales se abren a una inmensidad rocosa, que es donde se pierde el gigantesco término municipal del minúsculo pueblo. Bernardo, que quién sabe si hubiera atemorizado a los atracadores, se enorgullece de no haber utilizado nunca la porra. "¿Y la pistola?" "Ah, no, la pistola claro que no. Si yo la pistola me la dejaba en casa". Juan María Mangada, el alcalde popular de Benaocaz, está tan sorprendido como el resto de los vecinos. "Con policía o sin policía, los atracadores atracan. Nos tocó a nosotros, qué le vamos a hacer". Sin embargo, reconoce que no tener policía no es una situación normal. "Bernardo se jubiló y, entre que no había liquidez y que hubo una moción de censura... En fin, que no se convocó la plaza". Ahora se ha hecho, pero como hay que ahorrar cada céntimo, en vez de sacar una plaza de policía municipal se ha convocado la de vigilante, que no es lo mismo, pero casi. "Un vigilante no puede perseguir delitos, pero aquí casi no hay delitos. De lo que se trata es de contar con una autoridad, tener alguien a quien recurrir, no sé, en una disputa familiar... alguien en la calle a quien dirigirte". "Me figuro que eres un poco como el sheriff del Oeste, como el Gary Cooper de Solo ante el peligro. La gente del pueblo te confía su protección, pero tú estás solo..." Antonio Benítez escucha mi divagación divertido ante el ordenador de su despacho, en una esquinita de la entrada del coqueto ayuntamiento de Villaluenga, una población entre peñascos de 500 almas situada cinco kilómetros al norte de Benaocaz y que vive, esencialmente, del turismo rural y el queso payoyo, una exquisita variedad que en pocos años ha pasado de ser una rareza serrana a comercializarse con éxito en las mejores ferias gastronómicas. Antonio es el único policía local del pueblo y lo de Antonio es un decir "porque yo perdí el nombre hace 28 años, cuando me nombraron. Desde entonces no soy Antonio, soy el muni". "¿Y lo de Gary Cooper?". "Hombre, solo no estoy. Aquí hay 500 policías municipales. Cada uno de los vecinos. Yo moriría por ellos y yo creo que ellos morirían por mí si es que nos ponemos en el lenguaje del Oeste, pero no creo que haya que llegar a esos extremos". ¿Cómo se llega a ser el único policía municipal de Villaluenga? Todo sucedió en 1985. No había trabajo. Así de simple. De modo que, tras terminar el bachillerato y el servicio militar, Antonio se presentó a 24 oposiciones. "¿24?" "Tenían un temario muy parecido". Decía que se presentó a 24; aprobó seis de la temática más variada: de administrativo municipal de Ubrique a técnico de Hacienda. De esas seis seleccionó dos, policía nacional y policía de su pueblo. Su madre decidió. "En aquellos años ETA no paraba de matar y eso a mi madre le horrorizaba". Ese fue el origen de la rutina de Antonio. Le pido que me la cuente, que hable de su rutina. Y resulta que hace infinidad de cosas. Abre y cierra el ayuntamiento, controla los permisos de la venta ambulante, patrulla el perímetro del pueblo, se encarga de tasas e impuestos porque "en un ayuntamiento como éste todos estamos para todo", instruye a los mayores para evitar timos de gente que viene de fuera y recibe llamadas de los vecinos -"todos tienen mi móvil"- si ven algo extraño. Los fines de semana suelen ser los más ajetreados. El pueblo se llena de turistas que aparcan donde les place. "Oh, pensaba que por esta calle no pasaba nadie", le dicen. Y él contesta: "No, esta calle estaba hecha expresamente para que usted viniera un día". Y si multa, por obstinación del visitante, le reprochan "ni que estuviéramos en Madrid". Y él contesta: "Aparcar mal obstaculizando la calle está multado aquí igual que en Madrid". Cada cierto tiempo, Villaluenga, con una preciosa plaza de toros centenaria, celebra eventos que multiplican por veinte su población, como fue el caso, por ejemplo, de un concierto de Alejandro Sanz al que acudieron 18.000 personas. "Figúrate". El es el encargado de coordinar la llegada de refuerzos de policías de otras localidades en situaciones como esa. Sí, a veces existe el estrés. Pero de lo que más orgulloso parece estar es de los cursos de educación vial que imparte a los chavales de la escuela. Me muestra los dibujos infantiles de un árbol de Navidad en el que el policía municipal, él, cuelga como un Papá Noel. Los niños le hacen redacciones. Leo en una: "Cuidado, no se puede sacar la cabeza por la ventanilla". En una carpeta guarda los diplomas de los cursos a los que acude anualmente sobre cosas que no parece que vaya a tener que aplicar nunca en este paradisiaco lugar: balística, persecución de delincuentes. Otros sí son más comunes, como los primeros auxilios. "Cuando empecé tenía un dos caballos que la gente utilizaba como ambulancia". Y los excursionistas. Los excursionistas se pierden. Es una constante. Pocas personas conocen mejor el terreno que Antonio, el muni, 24 horas con el móvil encendido. "El 99% del tiempo aquí no hay nada que hacer, pero existe ese 1%". Monta en bicicleta, camina, corre, pinta, fotografía, ha escrito un libro de la historia de Villaluenga en el que ha rescatado los fondos fotográficos gracias a los habitantes del pueblo porque los archivos históricos de la localidad se quemaron en 1936, al principio de la Guerra Civil. En el libro la vieja Villaluenga mira la resurrección del pueblo. Rostros curtidos de sierra, colecciones de cencerros, recreación de actividades del monte ya perdidas... En la crónica de este pueblo el muni tiene un papel nuclear y le pregunto si nunca se ha arrepentido de quedarse encerrado en este pueblo y, lo quiera él o no, duda. Recuerda aquella oportunidad de irse a Sevilla, de ser un policía local en la vorágine donde podría aplicar todo lo que sus diplomas acreditan. Pero no, dijo no. "Ahora mi hija estudia Medicina en Sevilla, vive allí, lo que son las cosas..." Rápidamente cambia el semblante y recuerda que "para nosotros las distancias no son como para ustedes, los de la ciudad. Nosotros cogemos el coche, nos movemos. Está internet. No vivo aislado del mundo". Da la sensación que a Bernardo esa situación nunca le importó. "Benaocaz era mi término, mi mundo, un término muy grande. Y yo lo conocía palmo a palmo. Una vez se perdieron 80 excursionuistas ¡80! en el puerto del Boyar y yo dije a la comandancia de la Guardia Civil dadme una hora. En menos de una hora ya los había localizado". En realidad, Bernardo nunca pensó en ser policía. Hizo la mili en Tenerife y, al regreso, le ofrecieron el puesto de basurero, pero como había poca basura que recoger mataba el tiempo arreglando papeles en el Ayuntamiento. De modo que, cuando salió la plaza, se la llevó de calle. Como tenía el reluciente coche que ahora se oxida, hacía todos los trámites y en la Diputación le llamaban 'el alcalde de Benaocaz'. En una ocasión se partió un tobillo en el rescate de un senderista y fue trasladado a Cádiz. Mientras esperaba, llegaron un grupo de policías locales magullados que habían sido atropellados por unos maleantes en su huida. "Y yo, mientras me contaban lo que les había pasado, pensaba que no sería policía local en una gran ciudad ni loco". Porque Bernardo es un hombre tranquilo que, insiste, jamás usó la porra. http://www.diariodecadiz.es/article/provincia/1171593/sheriff/solitario.html
Última edición por Aqualung el Dom 29 Ene 2012 - 23:46, editado 1 vez (Razón : Muevo el hilo por no tener relación directa con la Seguridad Privada) |
|