“Fuimos una máquina contra la droga”Los líderes de los Grupos 6 y 10 de la policía de Sevilla, dedicados a combatir el narcotráfico a finales de los ochenta, evocan la época que recrea la película ‘Grupo 7’
Tres miembros del movimiento juvenil que protestó contra las acciones del Grupo 10, a finales de los ochenta en Sevilla
El aviso al final de los títulos de crédito de la película Grupo 7 que ya ha propinado una bofetada de hiperrealismo a más de 300.000 espectadores es rotundo: todos los hechos narrados son ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Pero si bien no existió ese Grupo 7 que aparece en pantalla, los Grupos 6 y 10 de la Brigada de Seguridad Ciudadana de Sevilla sí que recibieron a finales de los ochenta el mismo encargo que se convierte en leitmotiv del filme: limpiar la ciudad de yonquis, camellos y demás maleantes relacionados con el menudeo callejero de droga ante la llegada de la Expo 92, que iba a convertir la capital andaluza en escaparate mundial y a culminar la apertura definitiva del Sur de España al resto del país.
A cargo de aquel Grupo 10 de la Brigada de Seguridad Ciudadana, también conocido como Grupo X, estuvo José Robles. Hoy tiene 51 años y se jubiló hace cinco del Cuerpo Nacional de Policía. Desde su retiro en un pueblo de la provincia de Sevilla, rememora al teléfono: "Fuimos una máquina contra la droga". Algo que también ratifica el hombre que aceptó, bajo el mismo encargo del X, liderar el Grupo 6. Francisco Climent Valladares tiene hoy 58 años, lleva casi un decenio retirado de la policía e imparte clases de seguridad privada en el Instituto Andaluz de Enseñanza. Climent recuerda por teléfono ser un treintañero cuando aceptó hacerse cargo del Grupo 6. "Nos tocó la oveja fea: combatir el tráfico de droga a pequeña escala en las calles. El cometido final era limpiar Sevilla con objeto de tener una buena Expo 92". El cineasta sevillano Alberto Rodríguez (After) ha recreado con estremecedora crudeza y un formidable reparto, encabezado por Antonio de la Torre y Mario Casas, el pulso de aquellos años en la película Grupo 7.
Recién llegado de Nueva York, donde el filme ha recibido una mención de honor en el Festival de Tribeca por su fotografía, Rodríguez admite que conoció la historia de ambos grupos policiales durante la gestación de la producción. "Nos entrevistamos con otros policías y con periodistas de la época, pero esta película no aborda una realidad concreta. Ni hemos pretendido contar la historia de los grupos 6 y 10. Es una ficción. Lo que sí está reflejado es el ambiente de la calle en aquel momento. Zonas de la ciudad como El Pumarejo o La Alameda eran entonces territorio comanche".
Tomar Sevilla como escenario no ha supuesto nada nuevo para Alberto Rodríguez. La capital andaluza también le ha servido de efectivo terreno de juego para plantear otras fábulas contemporáneas que también exudan realismo, como El traje o Siete vírgenes. En esta ocasión la trama pivota entre las siempre complejas relaciones entre policías y confidentes. Como afirmaba un agente en la serie The wire, "un policía es tan bueno como lo son sus informantes". Durante el metraje de Grupo 7 resulta difícil no recordar las calles de Baltimore donde David Simon rodó The wire, o las de aquella Roma criminal donde la batalla por el control de la heroína dejó un rosario de muertos en los ochenta. Pero si el director de Grupo 7 tuvo una referencia cinematográfica clara es Ley 627, de Bertrand Tavernier. "Al final estamos hablando de algo universal", afirma Rodríguez. "El problema de la droga no tiene solución. Los policías son como barrenderos en otoño intentando limpiar un parque".
Mario Casas, en 'Grupo 7'
En la vida real, los Grupos 6 y X de la policía sevillana se emplearon a fondo repartiéndose zonas de la ciudad. La heroína llevaba años corriendo libre por España. "Y toda Sevilla era entonces un punto caliente del narcotráfico", reconocen miembros de ambas unidades. Cada una de ellas estaba imtegrada por dos docenas de agentes cada una. "Las zonas más conflictivas estaban en los barrios de Torreblanca, las 3.000 viviendas, alguna parte del Polígono de San Pablo y la Alameda en según que rincones".
La dura batalla de ambos equipos contra el menudeo cosechó éxitos, estadísticas favorables, condecoraciones y fama local, sobre todo en el caso de las incautaciones llevadas a cabo por el Grupo X. Pero también llegaron las traiciones de confidentes que precipitaron la apertura de un proceso judicial bajo la acusación a varios miembros de formar una supuesta mafia policial que no dudaba en emplear el robo, la tortura y el trapicheo con drogas en sus intervenciones. Varios agentes ingresaron en prisión durante las investigaciones preliminares, incluidos los responsables de los Grupos 6 y X. Todos los acusados fueron exculpados. El juez que llevó el caso, Fernando Martínez Pérez, sigue siendo titular del Juzgado número 7 de Instrucción de Sevilla y ha declinado el ofrecimiento de EL PAÍS a hablar sobre el mismo.
Cuando aceptó hacerse cargo del Grupo X, combatir el menudeo se convirtió para José Robles en un asunto personal. Había estado anteriormente al frente de un equipo piloto de estupefacientes de la Policía Judicial que propició su paso a la Brigada de Seguridad Ciudadana con apenas 25 años. Hoy no se arrepiente de nada de lo que hizo al frente del Grupo X.
Pregunta. ¿Se extralimitaron ustedes en el uso de la violencia durante sus actuaciones?
Respuesta. No era lo normal. Aunque cuando te identificabas como policía en las intervenciones podían darse situaciones de violencia y había que emplearse a fondo para reducir a los sospechosos que intentaban huir.
P. ¿Compraron con droga a confidentes?
R. Nunca. Yo era totalmente contrario a eso. Ocasionalmente hacíamos un favor a alguno liberándolo en según qué operaciones. O yo pagaba, con poco dinero, a algún informante.
A las órdenes del encargado del Grupo X estuvo Domingo Delgado Pino. Conocido entonces como El cara niño, era el miembro de la unidad que normalmente entraba durante las operaciones en los puntos de venta de droga haciéndose pasar por comprador con un revólver del 38 especial escondido en el pantalón. Hoy tiene 55 años y es alcalde por el Partido Popular de la localidad sevillana de Burguillos. Al teléfono desde su despacho en el consistorio, Delgado recuerda haber tenido 76 lesiones en acto de servicio. "Cuando uno se introduce a un piso a comprar droga y te descubren, o pegas o te pegaban a ti. En 1991 recibí un disparo en la cara durante una intervención que me llevó a perder la audición de un oído años más tarde. Me jubilé de la policía en 2000". Delgado Pino recuerda que cuando el Grupo X comenzó sus andanzas se vendía droga impunemente en todas las esquinas de Sevilla. "Nos encargaron acabar con aquello. Pero no hubo carta blanca ni presiones para aumentar las estadísticas. No hacía falta que nos dijeran nada. Sabíamos lo que teníamos que hacer. Y lo hicimos".
Domingo Delgado mantiene hoy un estrecho vínculo con quien fue su jefe al frente del Grupo X. Los dos han visto Grupo 7. Y no les ha gustado la película. "Lo que menos, que Domingo y yo aparecemos retratados físicamente", dice José Robles. "Éramos los más conocidos del Grupo X. Yo llevaba la misma barba, la misma pinta y la misma escopeta Franchi con culata de acero que lleva Antonio de la Torre. Y Domingo tenía la misma cara de niño y vestía igual que Mario Casas en la película para hacerse pasar por comprador durante las intervenciones".
El director de Grupo 7, Alberto Rodríguez, insiste en que toda la película, a pesar de las magistrales dosis de realismo que respira, es una ficción. También reconoce que si hay una secuencia que los policías asesores de la producción encontraron rara es la de una humillación que los narcos propinan a los agentes, obligándoles a salir de su territorio gateando y en paños menores. A Francisco Climent Valladares, responsable del Grupo 6 de la Brigada de Seguridad Ciudadana, también le parece inverosímil algo semejante. "Es verdad que algunas operaciones aparentemente sencillas acababan en chivatazo y tuvimos que salir por piernas, tiroteados o esquivando bombonas de gas que caían de los balcones. Pero no hubiéramos dejado que pasara algo así. Es pura ficción".
Quizá hay algo cierto que sale en la película y en lo que sí coinciden todos los agentes consultados entre quienes durante los años previos a la Expo patrullaron Sevilla con los Grupos 6 y X. Hacia los últimos minutos de metraje, uno de los policías dice: "¿Sabes lo peor de todo? Que yo me lo pasaba muy bien". Desde el Ayuntamiento de Burguillos, Domingo Delgado añade: "Lo pasamos mal cuando nos acusaron injustamente. Pero la justicia puso a cada uno en su sitio. Estoy orgulloso de todo lo que hicimos. En el Grupo X dejé los mejores años de mi vida".
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