Autobiografía de un guarda olímpico
El caos de la empresa G4S lleva a desplegar personal sin licencia para seguridad
Varios agentes de seguridad acordonan a los ciudadanos que no poseían
entrada para presenciar la apertura de los Juegos, en un parque cercano al estadio
Un guardia desvela que le contrataron sin tener experiencia, luego no respondían a sus llamadas y correos, le perdieron su pasaporte y más tarde nadie sabía de su solicitud
En vísperas de los Juegos le informaron que no le podían dar licencia sin un certificado de antecedentes penales
A X.X. le han notificado ahora que ya no le hace falta licencia para trabajar
El grupo privado de seguridad, G4S, que firmó hace dos años y medio un contrato de unos 360 millones de euros para proveer más de diez mil guardias de seguridad en los Juegos Olímpicos, no lo ha cumplido y el Ejército ha tenido que movilizar 4.700 tropas adicionales para suplir las carencias. La firma aseguraba la pasada semana que tiene 5.800 guardias y que con los Juegos en marcha llegará a 7.700.
G4S es la empresa que más personal tiene -unos 625 empleados en todo el mundo- entre las que cotizan en la Bolsa de Londres. Entre sus directivos hay un exjefe de Scotland Yard, Paul Condon, y un exministro de Interior, John Reid. Según G4S, que perderá entre 40 y 55 millones de euros por su descalabro, los nuevos guardas están «en la fase final de reclutamiento y acreditación».
Pero el testimonio de uno de sus guardias desvela que está colaborando con las autoridades para saltarse los requisitos oficiales para ejercer de guarda de seguridad en el último eslabón de una cadena de caos administrativo. «Es un descontrol absoluto», dice X.X., que tiene su uniforme de G4S desde mediados de junio y acepta detallar su experiencia con la condición del anonimato.
Su historia comienza con una inscripción hace más de seis meses en la sección de la página de internet del comité organizador de los Juegos, Locog, que permitía registrar el interés por trabajar en la Olimpiada de Londres. Al cabo de un tiempo recibió la oferta de trabajar en la seguridad, un sector en el que no tenía experiencia profesional. Fue entrevistado por G4S y le confirmaron su contratación, condicionada a un proceso de formación y de acreditación.
X.X. recibió varios cursos de seguridad. El primero fue una introducción básica de un día y posteriormente un cursillo teórico y otro práctico, con una duración total de cuatro días, en los que se impartieron las instrucciones necesarias para lo que él entendió que sería su tarea durante los Juegos, el control de accesos a las sedes olímpicas, poco más que la comprobación de acreditaciones.
Estos cursos más largos estaban encaminados a la obtención por los candidatos de la licencia de la Asociación de Industrias de Seguridad (SIA), que es el organismo oficial que otorga esa certificación para el ejercicio de las funciones de personal de seguridad en Reino Unido. La formación había sido suficiente para una tarea básica y acorde con el espíritu de los Juegos.
El público puede comprobar que Scotland Yard, desde donde se coordina la seguridad, se guía por el sentido común. Los policías motorizados que encabezan el pelotón ciclista, por ejemplo, hacen sonar sus bocinas, saludan, ralentizan la marcha para tocar las manos de los espectadores, intentan promover y sumarse al sentimiento de disfrute y fiesta antes del paso de los ciclistas.
El mismo talante guió la formación de los guardas privados. X.X. explica que las instrucciones se basan en la idea de que «se necesita mucha gente y esto no es un partido de fútbol con gente que puede ser agresiva». Y añade: «Si alguien se acalora y se enfada, hay que responder siempre con las manos abiertas, intentar calmarlo; si hay una bolsa abandonada, se pregunta si pertenece a la gente próxima; si no se identifica, se acordona la zona y se llama a un superior. Se trata sobre todo de tener presencia, de dar una sensación de seguridad».
Un gran lío
Con todos los cursos aprobados X.X. recibió la notificación para recoger el uniforme en G4S y la acreditación para el acceso a las sedes olímpicas en una oficina de Locog. Pero no pudo recoger ésta porque el DNI no era prueba documental suficiente y le pidieron el pasaporte, que, junto con otros documentos que acreditan su identidad y su residencia en Reino Unido, había entregado a G4S.
«Empieza el gran lío», son sus palabras. Nadie contesta a sus correos electrónicos en los que explica la situación en la que se encuentra y en los que pide que le devuelvan el pasaporte para cumplir los trámites. Nadie le llama. Y, cuando intenta establecer contacto telefónico con G4S, la opción de la centralita automática que ha de marcar alguien en su situación, la comunicación se corta.
En la SIA, que debe darle la licencia, le informan que no tienen ninguna constancia de su existencia ni de la solicitud que tendría que haber tramitado G4S. Vuelve a Locog a explicar su caso y, para su sorpresa, esta vez pasa por varias oficinas mostrando el DNI que antes no era suficiente prueba y recibe su acreditación. Puede así obtener de G4S la segunda acreditación de acceso a sedes olímpicas.
En vísperas ya de los Juegos, la SIA le devuelve su documentación pero le informa de que no pueden darle su licencia si no presenta un certificado de antecedentes penales. Como no hay tiempo material antes del inicio de las competiciones, X.X. acepta que no cumplirá su ambición de vivir la experiencia olímpica de Londres 2012.
Pero G4S le llama de vez en cuando para preguntarle si quiere trabajar al día siguiente. Esas llamadas desembocan en varios absurdos. Unas veces no le llaman para confirmarle el trabajo, en otras le encomiendan la vigilancia de una barrera por donde no pasa nadie en todo el día o en una jornada sentado con otros en un banco del Parque Olímpico sin que nadie sepa para qué están allí. Finalmente, X.X ha recibido la notificación de que se le exime de la necesidad de tener una licencia oficial de guardia de seguridad para cumplir sus funciones en los Juegos Olímpicos y un calendario de trabajo.
http://www.diariosur.es/v/20120730/deportes/otros-deportes/autobiografia-guarda-olimpico-20120730.html