La Policía Local constata un incremento del 35% de estos robos, muchos de ellos cometidos por personas que necesitan comida para sus hijos
Un vigilante de seguridad la detectó en el supermercado de una gran superficie granadina. Bajo su abrigo llevaba más de cinco kilos de diversos productos alimenticios y de higiene.
Acababa de pasar por las cajas y sólo había pagado los productos que llevaba en el carro del establecimiento. Una pareja de vigilantes la esperaba unos metros más allá de la caja. La presunta autora de un hurto por valor de poco más de 60 euros tiene 42 años. Es una mujer del barrio del Zaidín madre de cuatro hijos. A su marido se le acabó la prestación por desempleo. Aseguraba que robar era la única salida que le quedaba para poder dar de comer a sus hijos unos días. No sabía cómo podría hacerlo después de ser sorprendida.
Casos como este se han incrementado de forma considerable en la capital y la provincia de Granada. La Policía Local asegura que la crisis ha hecho mella en muchos ciudadanos que no ven otra forma para poder llevar el sustento a sus familias. «Es cierto que los hurtos siempre han existido, pero si los comparamos con hace poco más de un año, han crecido en más de un 30%, y nos encontramos con más situaciones de necesidad que con los típicos amigos de lo ajeno, profesionales del hurto», dice el portavoz de la Policía Local de Granada.
En sólo una semana los agentes locales presentan ante la Jefatura Superior de Policía más de una decena de casos de este tipo. La crisis se ha cebado en familias cuyos recursos eran limitados y que se encuentran en situación de desempleo. «Ahora se nota más porque ya se dan muchos casos de gente a la que se le ha acabado el paro y sólo les queda la ayuda familiar, y en ocasiones, ni eso», dicen los responsables policiales, que aseguran que no debe sorprender a nadie que hayan crecido los hurtos (no se consideran delitos si la cuantía no supera 400 euros) que se cometen por situaciones de necesidad. Granada, como el resto de las provincias y capital del país, no se libra de sufrir un índice de paro más alto de lo normal, y lo peor es que la mayoría de los desempleados no tiene demasiadas esperanzas de volver a trabajar en un plazo breve de tiempo. «Robar para comer se ha convertido en más habitual de lo que la gente puede pensar», dicen los policías, que aseguran que no se puede hablar de robar para lucrarse o vender los productos cuando lo que se interviene al detener al ladrón son productos de primera necesidad, como barras de mortadela, azúcar, café, papillas y ropas de niño o zapatos.
Los hurtos en supermercados o en tiendas de ropa o calzado no sólo tienen el objetivo de lucrarse o simplemente no pagar con un artículo concreto. Ahora se ve claramente que se producen hurtos con el objetivo de vender los productos y poder conseguir dinero con el que cubrir las necesidades de la familia. Los policías locales han detectado personas que se dedican a robar artículos concretos, como el que era detenido la pasada semana con 17 paquetes de jamón ibérico y otros tres de cargadores de maquinillas de afeitar de una de las mejores marcas. Son productos que van destinados, directamente, a venderse al día siguiente en la 'Marcha Verde' o en mercadillos de los pueblos. Igual que los 25 paquetes de pilas que otro hombre robaba en una gran superficie.
La ropa es uno de los productos favoritos de las personas que tienen como intención venderlas en mercadillos. Tiendas de ropa juvenil suelen ser el objetivo favorito. La pasada semana los agentes detenían a una mujer con una gran cantidad de prendas de una de estas tiendas. Las llevaba en el interior de dos bolsas cuyo interior había forrado con papel de aluminio para anular la acción de las alarmas situadas en los artículos en venta.
Consecuencias
La forma de actuación contra los ladrones es casi siempre igual. Los empleados del establecimiento, o los encargados de la vigilancia, detectan a la persona que intenta ocultar algún producto para salir con él sin pagarlo. Los vigilantes de seguridad, si los hay, son los que interceptan al presunto ladrón. En caso de no haber vigilantes, la situación se complica, ya que la persona de la tienda tiene que encararse con el ladrón e intentar pararle, o llamar a la Policía, que posiblemente tardará un tiempo en llegar y el ladrón se habrá ido.
En la mayoría de las ocasiones se logra parar al ladrón. Cuando se comprueba que lleva artículos robados se llama a la Policía Nacional o a la Local, o a la Guardia Civil en los pueblos donde hay agentes de la Nacional, que le identificarán y detendrán para ponerlo a disposición judicial.
En Granada actúa de una manera más habitual la Policía Local, posiblemente por encontrarse generalmente más cerca de los lugares donde se cometen los robos, especialmente cuando son el centro de la ciudad. Los agentes locales se llevan al ladrón, lo identifican y lo presentan en la comisaría de Policía Nacional, que es la competente en materia de seguridad y quien los tiene que poder a disposición del juzgado.
La realidad es que aunque se trata de una infracción penal, no es un delito, sino una falta, siempre que la cuantía de lo robado no exceda de 400 euros, una cantidad que los ladrones suelen tener en cuenta para no pasarse, ya que una falta sólo tendrá una sanción económica y si se pasan de ese dinero se les puede condenar a prisión.
Las consecuencias de estos hurtos no son graves, pero la infracción penal implica que contará como antecedentes penales, y que a la tercera pasará a ser considerada delito y penada con cárcel. En el caso de los menores la situación es menos grave aún, ya que los menores de 14 años no pueden ser imputados, aunque sí se puede sancionar a los padres por la conducta irregular de sus hijos.
http://www.ideal.es/granada/20090504/granada/crisis-dispara-hurtos-tiendas-20090504.html