Cuando la inteligencia no basta para alcanzar la felicidad de las personas
Publicado el 23-08-2009 , por Miranda Torna. Madrid
¿Por qué muchas de las personas de más éxito en lo profesional suelen ser tan infelices en lo personal? ¿Por qué si en el trabajo todo va bien, en casa nada funciona? Son muchos los individuos con talento cuyas vidas son un desastre, como si fuera imposible conciliar el éxito profesional con la estampa de familia feliz.
El doctor Pablo Fernández-Berrocal, psicólogo y profesor de la Universidad de Málaga, reflexiona: “La sociedad ahora es más inteligente. El hombre ha logrado avances impensables, pero el desarrollo en la ciencia y la tecnología no han ido de la mano del emocional en el ser humano. La mejor muestra de este hecho es el sistema educativo que aún está centrado en aspectos cognitivos, y prácticamente no se estimulan las emociones o los sentimientos”.
En opinión de María Dolores Avia, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense, lo que sucede es que la gente busca una receta y no existe. “Cumplir metas y planes no te hace realmente feliz. Una muestra es que los países con mayor PIB y con mayor calidad de vida tienen a veces las tasas de suicidio más altas. Por eso no se trata de priorizar lo material, se trata de dar más importancia otras cosas”, explica. Pero, ¿cuáles son estos otros aspectos?
Buscando la felicidad
Aunque las emociones y todo lo relacionado con la búsqueda de la felicidad y el bienestar son inherentes al ser humano, algunos lo consideran como cuestiones menores o cosas de mujeres. “Pues ellas son quienes menos necesitan estas cosas”, bromea en serio el Fernández-Berrocal. “La sociedad, las empresas y las organizaciones van a tender cada vez más a un modelo femenino, más suave, porque el estilo clásico, duro y agresivo, ya no funciona”.
Los investigadores, que antes medían el cociente intelectual (CI), se centran, desde hace aproximadamente 25 años, en las emociones. “Es que el CI mide la inteligencia clásica, el razonamiento, lo que se conoce en inglés como cold intelligent, mientras que la inteligencia emocional (IE) mide los sentimientos, las habilidades sociales y se conoce como hot intelligent”, explica Fernández-Berrocal.
La inteligencia emocional, que es la habilidad que tenemos para interactuar en sociedad y para reconocer nuestros sentimientos y los de los demás, ha despertado no sólo el interés de los entendidos, sino el de los ciudadanos de a pie. En Estados Unidos, por ejemplo, existen entrenadores personales para desarrollarla. El reto es aprender a identificar las emociones para mejorar las relaciones interpersonales y laborales. “La falta de tacto es un gran problema.
Hay muchas personas que no saben reconocer cuál es el momento indicado para proponer un tema. Es muy importante saber reconocer la disposición del otro”, comenta Avia, autora del libro Optimismo Inteligente, junto a Carmelo Vázquez. Es que estas pequeñas cosas, que parecen triviales, son imprescindibles para lograr el éxito.
Entre los próximos 16 y 18 de septiembre se va a celebrar en Santander el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional, organizado por la Fundación Marcelino Botín. “España está entre los líderes de las investigaciones más rigurosas relacionadas con la IE”, explica Fernández-Berrocal, quien también es organizador del evento. Según adelanta, entre los principales temas que se discutirán están los nuevos sistemas de evaluación de IE. Además, se presentarán experiencias sobre cómo modificar la IE de grupos y organizaciones y cómo influye la cultura de la empresa en el desarrollo de estas habilidades.
El psicólogo subraya que aunque permanece la definición del siglo XX de que somos animales racionales, investigaciones recientes indican que tomamos decisiones a través de emociones y que no todo es frío y racional. El problema del equilibrio emocional tiene tanto impacto en la sociedad moderna que algunos estudiosos opinan que para 2025, la segunda causa de muerte podría ser la depresión. En sociedades casi perfectas, con un alto nivel de vida, las personas no llegan a ser felices ni a sentirse satisfechas por la frialdad en las relaciones sociales. El investigador destaca que todos tenemos un potencial que se puede desarrollar y, en la medida que lo hagamos, disfrutaremos de mejor salud física y mental, hábitos más saludables, mejores relaciones sociales y de pareja y estaremos más cerca de la felicidad. “Pero no hay una fórmula mágica ni un manual, depende de cada cual”, insiste Avia.
Un aprendizaje que requiere constancia
Lograr habilidades para relacionarse no es cosa de un día. “No se le puede dedicar un fin de semana, como si fueras a aprender un programa de computación. Es como aprender a tocar el piano”, compara Pablo Fernández-Berrocal, psicólogo y profesor de la Universidad de Málaga. Es consciente de que algunos libros de autoayuda, que trivializan la importancia de la IE y las relaciones sociales, han servido para subestimar las investigaciones sobre el tema. Dolores Avia, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense, también coincide en que hay muchos prejuicios que son literatura basura.
Cree que existen publicaciones muy interesantes, aunque el público no las sabe distinguir: “Lo más importante es que logren aproximar al lector a estudios rigurosos, con un lenguaje accesible pero con profundidad”. Algunos libros que recomiendan estos profesionales son: El arte de la felicidad, del Dalai Lama; El error de Descartes, de Antonio Damasio; Las neuronas espejo, de Giacomo Rizzolatti; El corazón inteligente, de Juan A. López, y La ciencia del bienestar, de Carmelo Vázquez y Gonzalo Hervás, entre otros.