Los
únicos trabajadores que Martinsa-Fadesa mantiene en su mayor promoción,
de cerca de 1.300 viviendas, son los empleados de la empresa de
seguridad
En la mayor promoción de Martinsa-Fadesa solo progresa la maleza. Las
1.300 viviendas que la promotora pretendía construir en más de un
millón y medio de metros cuadrados de monte del municipio coruñés de
Miño comienzan a tener ya la pinta de las estructuras abandonas que,
desgraciadamente, abundan en Galicia. El problema es que en este caso
no se trata de un esqueleto aislado, sino de decenas alineados y con
vistas a un campo de golf, el único elemento de la zona que registra
algo de vida.
De Costa Miño se han marchado todos los operarios y solo aguantan los
empleados de una empresa de seguridad, que, por otra parte, ha
reforzado el control de los accesos y su misión es estar ojo avizor
para que nadie se cuele en las instalaciones, donde todavía hay un buen
número de material. La intención es que nadie venga a recoger ni a
dejar ni un ladrillo y alejar a los curiosos que se acercan, muchos de
ellos clientes.
Clientes en el proceso
La de Nicolás Rodríguez es una de las familias que ha comprado uno de
los adosados que están a medio construir, pero en que ningún obrero
pone un pie que desde el 24 de junio, cuando Martinsa-Fadesa presentó
la suspensión de pagos. Junto a su mujer, Verónica Perojo, entregaron
130.000 euros en diferentes pagos y, aunque ya no cuentan con tener su
adosado a finales de año, como les dice la promotora, tampoco dan por
perdido el dinero.
Al igual que el resto de los 12.000 clientes de la promotora en el
resto de España, las personas que hayan comprado una de las viviendas
sin terminar de Miño tienen que personarse en el proceso concursal. De
hecho, si no la han recibido aún, en los próximos días les llegará una
comunicación certificada del juzgado en el que se da cuenta de las
cantidades que les adeuda la promotora.
Los interesados tendrán que firmar la comunicación y devolverla al
juzgado, o, en el caso que no la reciban antes del próximo día 30,
enviar ellos una en la que haga constar la cantidad que han dado. Hay
modelos de estas cartas en páginas web de asociaciones de consumidores,
como Adicae.
El proceso concursal determinará cómo y en qué orden se pagará a los
acreedores de Martinsa-Fadesa, cuya lista supera los 10.000, entre
personas físicas y entidades. Están los clientes que han pagado parte
de una vivienda, pero aún no se la han entregado, los trabajadores de
la firma y también muchos proveedores. El 20% de los acreedores son
gallegos y muchos de ellos son pequeñas empresas que llevaban años
trabajando para la antigua Fadesa.
También ellos se juegan cantidades importantes en el concurso, como la
firma de la Costa da Morte que se encargó de parte de los alicatados de
los chalés de Miño. El responsable asegura que el caso del concurso lo
lleva un abogado, al que han tenido que dar «3.000 euros para empezar a
hablar». No espera que del Juzgado Mercantil número 1 de A Coruña
salgan demasiadas noticias positivas en los próximos meses, pero tiene
claro lo que desea: que la compañía pueda permitirse terminar los
chalés de Miño, y que le paguen.
http://www.lavozdegalicia.es/lugo/2008/09/14/0003_7138824.htm