Los hurtos menores se multiplican porque aportan dinero "fácil" y no acarrean penas graves
Vitoria. Los expertos opinan que Gasteiz es una ciudad segura si se compara con otras urbes. "En la zona de Levante hasta en las iglesias te avisan de que vigiles el bolso", comenta Antonio García Chazarra, presidente de la Asociación Vasca de Criminólogos. Prueba de ello es el tipo de robos de los que ha sido testigo la capital alavesa durante este mes: comercios y establecimientos hosteleros. "En los últimos 26 días en Vitoria se han atracado una discoteca y una cafetería en la calle Reyes Católicos", explican desde la empresa Seguridad y Vigilancia.
La crisis es la que obliga a los ladrones a buscar el dinero de la forma más sencilla. "Las tragaperras les proporcionan dinero fácil para sacarles de apuros de comida o droga", añade García Chazarra. Según este criminólogo, hay otro elemento que explica la racha actual de este tipo de robos: "Sustraer carteras o pertenencias en vehículos es también lo menos grave penalmente porque suceden en la vía pública". Aunque García Chazarra también declara que la autoprotección es otro de los elementos para disuadir a los ladrones. "Les aleja que las empresas tengan cámaras, alarmas y vigilantes jurados".
Pabellones industriales Hace tan sólo un mes, la capital de Euskadi vivía de cerca la actividad policial en contra de las bandas organizadas. "Desde antes de las navidades los ladrones se han alejado de los pabellones industriales", aseguran en la empresa de seguridad. Pero en ninguno de estos casos los cacos forman parte del crimen organizado. "En 2007 las bandas de albanokosovares podían llegar a asaltar hasta siete pabellones en una sola noche", añaden desde SVC.
Los delincuentes fuerzan la entrada de los establecimientos para coger el dinero de las máquinas tragaperras. Pero están allí sólo unos tres minutos, que es el tiempo de reacción que tienen hasta que la alarma da el aviso a la Ertzaintza. "No emplean inhibidores para desactivar las alarmas. De hecho, ni cortan la línea del teléfono porque sólo buscan el dinero".
Un modus operandi totalmente distinto al de hace tres años cuando inspeccionaban el entorno. En Jundiz, uno de los objetivos preferidos, los observadores se situaban en los diversos accesos a la empresa con el fin de avisar al resto de los integrantes de la banda si se acercaba algún coche patrulla. Conocen sus límites y saben hasta dónde llegar. Eran conscientes de que si se enfrentan a un policía las penas serán más largas, así que evitaban el conflicto. Se aprovechaban de que se desconocían sus métodos y por eso se especializaron en zonas industriales.
Si veían un sistema de alarma conectado a la puerta o a la ventana entraban por la pared o el tejado. También iban bien equipados ya que disponían de la última tecnología para neutralizar los equipos de seguridad de las empresas y portaban armas de fuego. Un sistema bien coordinado. Acudían a los lugares a robar divididos en dos subgrupos, que se repartían el trabajo. Mientras unos neutralizaban los sistemas de alarma otros se centraban en la búsqueda de dinero u objetos de valor, forzando las cajas fuertes con taladradores.
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