Xacobeo 2010
Sorpresa por no poder entrar en la Catedral con mochilas
Sorpresa y falta de información. Esa son las palabras que mejor definían las sensaciones de los peregrinos a las puertas de la catedral de Santiago, minutos antes de la misa del peregrino. Y es que, a partir de este jueves, no se puede entrar en el templo con mochilas y se ha limitado el aforo de entrada al templo. El precio por dejar estos bultos en la consigna, un simbólico euro.
Todos aquellos que deseen traspasar las puertas del monumento tendrán que hacerlo por Praterías, excepto los que entren por la Puerta Santa. Sin embargo, estos tendrán que salir de nuevo por la Quintana, teniendo que dirigirse de nuevo a Praterías si quieren volver a acceder al ansiado recinto. La seguridad privada contratada por el Cabildo es la encargada de velar porque se cumplan estos requisitos y vigilar qué se introduce en la Catedral, aunque cuenta con el apoyo de la Policía Nacional. Para ello, tienen incluso detectores de metales, que usan de modo aleatorio. Lo que si se permite es la entrada con bolsos de mano, aunque pueden ser revisados por los agentes de seguridad.
Para las mochilas, se han habilitado varios puntos de consigna. Estos lugares no serán gratuítos, sino que se cobra un euro. Si alguien pierde el resguardo, se le pedirá que se identifique y que describa detallamente la mochila y su contenido. Como precaución, se pasarán estos datos a la Policía Nacional. Hasta el momento, los únicos puntos confirmados para este fin son la Casa do Cabildo y otro en la Avenida Xoan XXIII en el que también se pueden dejar bicicletas. Asimismo, se pueden usar las taquillas de la estación de autobuses.
Prisas antes de la misa
Y mientras, los turistas a las puertas de la catedral. Algunos intentaban convencer con humor a los agentes apostados a las puertas para que se quedaran con sus mochilas y no tener que dirigirse hasta la consigna. Pero la gran mayoría se mostraba comprensiva con las exigencias. Es el caso de un joven peregrino llegado desde Viana (Portugal) y que comentaba que ''no me importa, si la tengo que dejar en el suelo, la dejo''. Una familia asturiana también se mostraba comprensiva, recordando que en otras catedrales cobran entrada.
Un grupo de amigos llegados desde Madrid y Las Palmas se quejaban del poco tiempo que quedaba para la misa: ''venimos muy pilladillos, pero no pasa nada''. También se mostraba conforme un grupo de amigas de Tui, que comentaba que ''después de venir tan cargadas, un euro más no importa''. Una peregrina portuguesa que acababa de llegar para hacer el Camino de Fisterra veía los pros y contras de la exigencia: ''por un lado es más fácil, porque estás cansado, pero por otro se pierde la tradición de ver la misa del peregrino llena de gente con mochilas''.
Pese al ambiente de comprensión generalizado, algunos visitantes no ocultaban su indignación. Es el caso de tres jóvenes peregrinas madrileñas. Una de ellas criticaba que ''están haciendo negocio con todo, me parece el colmo, ya han subido el precio de la credencial y de los albergues''. Tampoco se mostraba conforme con la excusa de la seguridad una de sus compañeras, y es que creía que ''las intenciones son otras, sino pondrían taquillas que te devolvieran la moneda''. Si ven necesario limitar el aforo, ''es más cómodo y práctico''. La solución, entrar en la catedral por turnos.
Afinar detalles
Desde el otro lado de la barrera, uno de los responsables de la empresa de seguridad se mostraba satisfecho con esta primera toma de contacto: ''va todo muy bien, no estamos teniendo ninguna queja, en absoluto''. Sin embargo, reconocía que estaban ''corrigiendo cosas puntuales'', como la gente que aún intenta entrar por el Obradoiro. ''Iremos practicando día a día'', comentaba.
Otro de los detalles a afinar es el aforo del templo. Pese a haber sido fijado por un estudio de la USC en 1.200 personas, este responsable señala que hay que ser ''más elásticos'', ya que este análisis no tiene en cuenta a la gente que cabe sentada en los bancos, 634 personas.
En los mismos términos se pronunicaba el alcalde, Xosé Sanchez Bugallo, quien visitó la zona para ver como estaban funcionando las cosas. Así, comentaba que ''hay que atender a todo el mundo, pero los peregrinos tienen prioridad, por ahora hay sitio para todos''. Y es que el regidor afirmaba que la afluencia de peregrinos en estas fechas está siendo buena, pero ''un mejor tempo ayudaría''. Habrá que dejarlo en manos del Apóstol.
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