El jefe de la Ertzaintza que triplicó la tasa de alcoholemia dice que podía conducir
El fiscal le pidió ayer en el juicio cinco meses de prisión, y él se defendió arguyendo que daba bandazos porque le perseguían
El jefe de la Ertzaintza detenido hace quince días por conducir ebrio en Irún aseguró ayer que cuando fue interceptado estaba «perfectamente» y en condiciones a su juicio de manejar un coche. El procesado y los dos ertzainas que lo detuvieron declararon en el juicio celebrado en San Sebastián contra este mando de la Policía vasca, para el que la fiscal solicitó cinco meses de cárcel por triplicar las tasas de alcoholemia permitidas, mientras que la defensa pidió la libre absolución.
Según el escrito de acusación de la Fiscalía, los hechos ocurrieron sobre las 02.30 horas del pasado día 15 de abril, cuando el procesado conducía un turismo con sus facultades psicofísicas presuntamente «disminuidas debido a la ingestión de alcohol» por la Avenida de Navarra de Irún «a una velocidad anormalmente reducida y realizando maniobras irregulares en zigzag», tras lo que dio un resultado de 0,78 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, cuando el máximo permitido es de 0,25.
El acusado, que hasta hace escasas fechas era jefe territorial de la Ertzaintza en Guipúzcoa, acababa de ser destituido e iba a ser nombrado jefe de la Comisaría Conjunta Hispano Francesa de Hendaya poco antes de este incidente, aunque este nombramiento ha quedado de momento paralizado por la consejería que dirige Rodolfo Ares.
Durante la vista, el inculpado sostuvo que sólo había bebido un vaso de vino y que estaba «perfectamente» para conducir. Tras recordar que su nombre ha aparecido en listas de objetivos de ETA, explicó que su conducción a velocidad reducida y dando bandazos formaba parte de un protocolo de autoprotección de la Ertzaintza que puso en marcha tras descubrir que era seguido por un automóvil desconocido. Dijo que no le fueron leídos sus derechos hasta que fue trasladado a comisaría.
La mano en el arma
El mando indicó también que al cerciorarse de que estaba siendo perseguido le entró «mucha tensión» e incluso llevó la mano a su arma reglamentaria. Atribuyó su detención a una «irregular» actuación policial de «vigilancia, seguimiento» y contra su vida privada y el «código deontológico» para buscarle un «reproche» en su carrera. Desveló que la Ertzaintza ha abierto una investigación interna.
Por su parte, los ertzainas que le detuvieron declararon que mientras patrullaban de paisano por Irún vieron al inculpado con otro mando «tambaleándose» y a uno de ellos orinando en unos jardines. Más tarde les volvieron a ver en sus coches y siguieron al último de ellos, que resultó ser el acusado, y que viajaba en un automóvil oficial. Según los agentes, circulaba a velocidad muy reducida y dando bandazos, y aseguraron que después aceleró hasta que fue interceptado porque «no quería parar» o «no se daba cuenta». Dijeron que tuvieron que cruzarse con su vehículo para obligarle a parar.
Uno de estos policías aseguró que sí leyó sus derechos al procesado, pero que se «bamboleó» al bajar del coche, desprendía un «fuerte olor a alcohol» y no le entendía «bien», por lo que tuvo que repetirle «dos o tres veces» la acusación. Agregó que si un agente piensa que es perseguido por terroristas la «lógica» dice que debería acelerar para escapar y no reducir anormalmente la velocidad del coche.
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