P. PIÑEIRO - VIGO La flota atunera española en el Índico vivió ayer un nuevo sobresalto. El "Campolibre Alai", un veterano atunero con base en Bermeo y con 14 gallegos entre sus 27 tripulantes, logró repeler a primera hora de la mañana el ataque de un grupo de piratas cuando faenaba a unas 200 millas de la costa de Madagascar, en el denominado Canal de Mozambique y a unas 70 millas de las islas francesas Mayyotte, en una zona considerada hasta ahora segura por la flota, que no tenía constancia de ataques anteriores ni avisos de la presencia de piratas en esa zona.
Así lo señañaba a este diario su patrón, el vasco Xavier Larrozea, quien explicó que el incidente se produjo sobre las ocho de la mañana, cuando acababan de terminar la faena. "En ese momento vimos una pequeña embarcación que se dirigía hacia nosotros" y en la que iban cinco personas. "Al principio pensamos que serían pescadores porque no teníamos noticia de que por aquí hubiera piratas y creíamos estar en una zona segura, aunque ahora ya no hay ninguna", señalaba el patrón.
Según su relato, el esquife se acercó peligrosamente al atunero, hasta las 0,7 millas. El pesquero activó el protocolo de seguridad establecido, que obliga a la tripulación a refugiarse en el interior del buque mientras actúan los vigilantes privados de a bordo. Además inició maniobras de evasión que se prolongaron durante 40 minutos y que fueron acompañadas por intercambio de disparos entre piratas y vigilantes,. No se produjeron daños personales, aunque el capitán no reconoció el tiroteo, luego confirmado por la armadora.
"Conseguimos repeler la agresión, eso es lo importante", explicó a este diario el capitán, que trasladó que en el momento de la conversación, poco después del ataque, "la tripulación se recupera del susto pero estamos todos bien y ya han llamado a sus casas".
El propio capitán detalló que de los 27 tripulantes del barco, catorce son gallegos, procedentes de Baiona, Boiro, Ribeira, Pobra do Caramiñal y Porto do Son. Cinco marineros son vascos y, el resto, africanos.
El "Campolibre Alai" había iniciado la marea hace sólo una semana y, tras el ataque, se dirige hacia la zona de soberanía francesa en busca de "mayor pro- tección".
En la actualidad, son sólo ocho o nueve atuneros españoles los que están faenando en el Índico pero ninguno de ellos se encuentra en la zona en la que ayer se produjo el incidente del "Campolibre Alai". Este mes de mayo, que suele ser malo en capturas, es aprovechado por buena parte de la flota para realizar reparaciones en la costa, en concreto, mayoritariamente en Seychelles.
El "Campolibre Alai" es propiedad de Echebastar Fleet, la misma armadora vasca a la que pertenece el "Alakrana", secuestrado el pasado mes de octubre durante 47 días con ocho tripulantes gallegos en su rol.
El mismo "Campolibre Alai", con la misma tripulación y el mismo capitán que en la actualidad, había sufrido un intento de abordaje pirata en septiembre del pasado año cuando faenaba a 460 millas de Somalia, cerca ya de Seychelles. Entonces, como ayer recordaba su capitán, "no llevábamos seguridad a bordo y tuvimos la suerte de que el mal tiempo que hacía nos ayudó y los piratas desistieron".

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"Nos llevamos un buen susto, como la otra vez. Esperemos que no los acaben cogiendo". Las familias de los tripulantes gallegos del Campolibre Alai revivieron ayer con gran tensión el sobresalto del 7 de septiembre con un segundo ataque pirata al buque. Temen un nuevo intento de asalto, así que piden a los gobiernos correspondientes que tomen medidas. "Ya van dos, esto no es vida", afirman Julia Castro y Cristina Pérez, esposas de dos marineros baioneses del atunero vasco.
Las dos oyeron el teléfono en torno a las doce del mediodía y lo cogieron con nerviosismo. A Julia le sonó el móvil en plena jornada laboral. Ver el número en la pantalla a esa hora ya le dio mala espina. Al otro lado, su marido, Francisco Blach, primo del anterior patrón del Alakrana Ricardo Blach y hermano del actual primer oficial de puente del mismo barco, Ángel Blach. "Lo conozco, y por su forma de hablarme, ya me di cuenta de que había pasado algo", explica. Francisco le contó que todos estaban bien gracias a los vigilantes, ya que el buque, con 21 años de antigüedad, "es lento" y los piratas podrían haberlo capturado sin dificultad. "Dijo que los guardias les habilitaron un sitio en la cocina para esconderse. Habían avistado el esquife a una milla. Los tenían encima", indica
A Cristina también la asustó la llamada por el horario. "Aún había hablado con él el domingo, antes de salir al mar después de descargar 570 toneladas de atún en Madagascar durante cuatro días, y pensé mal", indica. José María Figueirido contó a su mujer que habían avistado el esquife con cinco hombres nada más recoger el aparejo y que los vigilantes habían empezado a disparar.
"La vida del marinero es dura porque pasan mucho tiempo fuera de casa, pero ahora encima tienen que soportar esta persecución cada día, Lo pasan muy mal. Y nosotros, aquí, pendientes del teléfono y de los informativos". El día a día de los marineros a bordo de los atuneros en el Índico se resume así, según los testimonios de estas dos pacientes esposas, que sufren por el terror que viven sus maridos. "A mí ya me ha dicho que, en lugar del salvavidas, se pone el chaleco antibalas para trabajar", afirma Julia.
Ambos marineros comentaron a sus mujeres que se encontraban supuestamente fuera del radio de acción de los corsarios cuando les atacaron. "El problema es que ya no hay zona de seguridad. Llegan a cualquier parte". Julia incluso preguntó a su esposo si se encontraba cerca alguna fragata española, pero él le contestó que "esto es muy grande".
Ni los marineros ni sus familias ven solución a un problema que amarga sus últimos años de trabajo. A José María sólo le queda uno para jubilarse y a Francisco, cinco. Pero hasta que lleguen los días en que se queden en casa definitivamente, tendrán que soportar la situación. Por eso reclaman a los gobiernos que intervengan. "No me parece justo que envíen al ejército a guerras aunque la gente se manifieste en contra y que luego los soldados no puedan defender a nuestros marineros", añade Julia Castro.

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