La Iglesia bendice el dispositivo de control de accesos a la catedral
Los responsables del operativo dicen que, a estas alturas del año, el sistema ya está bien rodado
La Iglesia está contenta con el trabajo que se está haciendo para controlar el aforo de la basílica compostelana. Aun a pesar de las colas que se forman en la praza de Platerías, el sistema puesto en marcha en Semana Santa ha supuesto, por el momento, una doble ventaja: se garantiza la seguridad de quienes visitan el templo, por una parte, y se mantiene a raya a los amigos de lo ajeno, principalmente carteristas y descuideros, que tanto proliferaban en otros años santos.
Parte del éxito de este dispositivo le corresponde al ex comisario jefe de Santiago Enrique León Calviño, hoy coordinador de la empresa de vigilancia Segur 10, encargada de controlar el aforo de la catedral. León, no obstante, se apresura a dejar claro que «el protagonismo y el mérito son de la policía, ya que nosotros realizamos únicamente una labor complementaria».
Enrique León indica que, desde el 1 de abril, se ha ido mejorando el sistema, de modo que ahora se dispone de un aforo mayor y eso redunda en esperas menores. «La catedral no es especialmente complicada -explica- desde el punto de vista del control del aforo. Nosotros hemos instalado unos contadores automáticos de personas en las entradas y en las salidas».
De esta manera, los vigilantes pueden saber en todo momento el número exacto de personas que hay en el recinto. En un primer momento, el aforo se estableció en unas 1.400 personas. «Pero, con el paso de los días -explica León- nos dimos cuenta de que se podía ampliar sin poner en peligro la seguridad».
Ahora mismo son poco más de 1.900 las personas que pueden estar en el interior al mismo tiempo. De todos modos, quienes hacen cola todavía se quejan. El coordinador del control dice que, en cualquier caso, «eso es inevitable, pero hay que pensar que el aforo no se establece porque sí, sino en función de unas normas de seguridad. No puedes pensar que a un señor le dé un infarto en el interior de la catedral y se muera de pie».
La empresa de seguridad para la que trabaja el ex comisario cuenta con un estudio realizado en la Universidad en el que se cifraba en 1.200 el número máximo de personas en movimiento, sin contar los bancos -unas 530 más-. Este documento establecía además un espacio de dos metros cuadrados por persona, «demasiado», puntualiza.
Uno de los puntos clave es dejar expeditas las vías de evacuación, y así se está haciendo.
Sobre lo que pueda pasar en el mes de julio, Enrique León no se muestra especialmente preocupado. «Julio y agosto nos preocupan desde el momento en el que la afluencia de gente va a ser tremenda, pero a estas alturas ya está todo suficientemente controlado como para que no ocurra nada». Y le da la razón al deán cuando dice que la gente acude «con especial énfasis los sábados y domingos, sobre todo a misa de doce». Pero también se está comprobando, que, realmente, en un año como este «misas del peregrino son todas». El ex comisario indica que parte de la aglomeración de las doce tiene que ver con que mucha gente piensa que veré el botafumeiro en marcha, cuando no siempre es así.
http://www.lavozdegalicia.es/santiago/2010/06/13/0003_8546030.htm