Grupos de vigilantes ilegales se disputan el control de las obrasA veces amenazan a las constructoras con sobotajes y robos si no les contratan Un guardia de seguridad vigila varios edificios en construcción. :: HOYHoy.es
El miércoles 18 de agosto dos familias la emprendieron a tiros en el campus de Badajoz a las ocho de la tarde.
Tras las pesquisas policiales, que acabó con seis detenidos y al menos un herido de bala, se supo que los dos clanes peleaban por ejercer como 'agentes de seguridad' en las obras de algunos edificios que se levantan en la zona.
El suceso ha puesto en el disparadero una práctica habitual: contratar como guardas de obras a personas sin título y sin cualificación para ejercer la tarea.
La irregularidad cuenta con varias versiones según los casos que relatan representantes de empresas de seguridad. En algunos casos, las propias constructoras ofrecen un puesto como guarda de obra a algunos extrabajadores. Albañiles o peones que se quedan en paro porque ya no hay faena para todos y pueden seguir ganándose un sueldo por las noches cuidando el material y las herramientas, ven aquí una oportunidad.
También se opta por contratar a vigilantes piratas, personas sin título pero con experiencia. No cuentan con la formación, pero se ofrecen a las constructoras por menos dinero que un profesional.
A veces, más que alguien en particular se ofrecen grupos, normalmente familias, que se organizan por turnos para hacerse cargo de la vigilancia. En las empresas de seguridad sospechan que varios de estos grupos familiares aglutinan la mayor parte del intrusismo. Incluso creen que a veces consiguen los encargos tras amenazar a los empresarios con sabotajes y robos si no les dan la vigilancia. «Más de una vez me ha pasado que al llevar un presupuesto, los responsables me dicen que ya no hace falta, y siempre me explican lo mismo: se ha presentado alguien advirtiendo que si no quieren sufrir robos les contrate a ellos», cuenta un empresario de seguridad privada que opera en Badajoz. «Algunos acceden por temor a la represalias, se quedan tranquilos, pero no saben que en realidad corren un riesgo».
El suceso del pasado día 18 en el campus universitario dejó claro que este tipo de grupos son peligrosos.
Desde la Policía Nacional, Ángel Galán, su jefe superior en Extremadura, aseguró en la comparencia pública para explicar la operación que este tipo de amenazas en el entorno de las obras no hay que entenderlas como algo generalizado porque «están prácticamente erradicadas en la región», y advirtió que se han abierto expedientes para multar a las empresas que se aprovechen de la contratación ilegal.
Hasta ahora, el único caso de cierta envergadura que se conocía en la región fue en Cáceres hace tres años. En octubre de 2007 se desmanteló un grupo mafioso que intentó presionar a dos constructoras cacereñas para que se le concediera la guarda nocturna de la obra. Presionaron a los empresarios con destrozos en las viviendas que estaban construyendo. Los aspirantes a vigilantes quemaron cabinas, destrozaron el sistema de cableado y alimentación de la maquinaria, derrumbaron paredes, tabiques y se llevaron herramientas.
Algunos empresarios de la seguridad privada no entienden que se trate de algo aislado en Badajoz. Consideran que se trata de un problema común en muchas ciudades españolas y que en algunas de la región también se da «con bastante frecuencia». De hecho, a la mayoría de los vigilantes consultados no les sorprende los hechos que protagonizaron los dos grupos hace ya quince días. «Se veía venir, son gente peligrosa, más que seguridad se dedican a la inseguridad», explica uno de ellos.
Tanto las empresas que contratan como los particulares se enfrentan a duras sanciones cuando se descubre que realizan esta práctica ilegal. Pero además de las multas y los procedimientos judiciales, los empresarios corren un «alto riesgo», porque, según cuentan por experiencia propia varios vigilantes, las obras y los edificios en construcción resultan muy atractivos para los cacos. Pueden revender algunos materiales de construcción, - sobre todo las ventanas o las puertas- y las herramientas en el mercado negro, de ahí que vean, ante el valor de lo que se custodia, una temeridad acudir a los grupos ilegales .
«¿Si te amenazan con que te van a robar, quién te dice que no vayan a hacerlo?», se preguntan.
Para evitar problemas futuro recomienda a quienes sufran este tipo de amenazas que acuda a la policía y denunciar lo que sucede. «Es la única manera de acabar con el intrusismo».
La versión que dan desde algunas obras de Badajoz no coincide con la que aportan algunos vigilantes de seguridad. No dan muchas explicaciones, pero a pie de obra aseguran que siempre que se necesita vigilancia acuden a empresas del sector y aclaran, que a veces, buscar a profesionales cualificados para trabajar por la noche no es fácil.
En lo que si coinciden todas las partes, tanto en el sector de la vigilancia como en el de la construcción, que Badajoz todavía se encuentra muy lejos del nivel de intrusismo de este tipo que se ve en las grandes ciudades y capitales españolas.