´Este verano trabajas con tensión´Toni Amorós es uno de los vigilantes que, prismáticos en mano, observa desde lo alto de la torre los montes mallorquines para dar aviso a la primera señal de humo
Toni Amorós, ayer controlando la zona de Costa d´en Blanes desde lo alto de uno de los 15 puestos de control de incendios.
Toni Amorós es uno de los vigilantes que, prismáticos en mano, observa desde lo alto de la torre los montes mallorquines para dar aviso a la primera señal de humo. Este verano no tiene tiempo para relajarse porque día tras día hay un incendio. Ello provoca que los vigilantes trabajen con tensión e inquietud porque deben estar muy atentos a cualquier señal de humo. Tras casi 40 años encerrado en una fábrica de zapatos, hace unos cuatro años que cambió las máquinas por la naturaleza. Le encanta. Toni forma parte del cuerpo de vigilancia del Ibanat pero no tiene un puesto fijo. Es un "correturnos", va alternando por las 15 torres que hay. Además de estar en lo alto de la torre observando el terreno, también circula y visita al resto de vigilantes por si necesitan algo o si alguno de los aparatos como la emisora, el termohidrómetro, la brújula o el anemómetro necesita reparación. Tiene memorizado todos los accesos a las torres, por ello, no es de extrañar que su teléfono suene para pedirle una orientación cuando algún vigilante se ha perdido por el monte. En una palabra, se define, entre risas, como "es padrí" de los vigilantes.
—Las llamas no dan tregua este verano. ¿Cómo es el día a día de un vigilante?
—La jornada laboral de un vigilante empieza a las once de la mañana hasta las siete u ocho de la tarde. Lo primero que se hace al llegar a la torre es comunicar a la central que empiezas la guardia sin novedades. Luego se registran los datos meteorológicos (lluvia, temperatura, humedad, dirección y velocidad del viento) y se anotan en el libro de incidencias. Esto se hace a las 11, a las 13 y a las 17 horas. Eso sí, el parte de las 13 horas se transmite por emisora. Cada hora se pasa un parte automático. Se pulsa el número 40 y la central recibe el aviso de que estás bien, se hace por seguridad. Luego la labor es cuestión de observar, detectar un posible humo, ubicarlo y comunicarlo. Al finalizar la jornada, el vigilante debe avisar a la central cuando ha bajado del puesto de vigilancia. Si no reciben el aviso, sale una brigada en su búsqueda por si le ha ocurrido algún percance durante el trayecto de regreso.
—¿Qué hace al detectar la primera señal de humo?
—Al detectar el humo, se analiza el tipo de incendio (forestal, agrícola, industrial), después se determina la dirección, la distancia y el lugar y se comunica a la central. La comunicación debe ser rápida y clara. Desde que se ve hasta que se comunica pueden transcurrir treinta segundos pero en caso de un incendio forestal como mucho se puede tardar diez o quince segundos.
—¿Y luego?
—Luego, silencio y quedas a la espera de que te llame de nuevo la central para preguntarte cómo ves la evolución del fuego. Si el incendio va a más, se pasan los datos meteorológicos. También se comunican las rutas de acceso a la zona incendiada y si hay viviendas cerca o líneas de alta tensión. Y todo ello se anota en el libro de incidencias.
—¿Cómo distingue un fuego real de una falsa alarma?
—Por el color del humo. Si es negro significa que se trata de un incendio industrial o, por ejemplo, de un yate incendiado. El humo de los forestales suele ser blanco-grisáceo. Los agrícolas se determinan porque observas que las llamas están ubicadas dentro de un campo.
—¿Y en caso de duda?
—Si un vigilante duda, se contacta con otros para preguntarles si desde su punto de vigilancia detectan mejor el humo. Luego la central se encarga de cruzar los datos ofrecidos por los distintos puntos de vigilancia.
—Este verano ha tenido pocos momentos para relajarse, día sí y día también ha habido incendios.
—Es un verano muy movido. Lo vivimos con tensión porque debes estar muy atento en la vigilancia ya que los fuegos ningún día han sido en el mismo sitio.
—Es una gran responsabilidad.
—¡Sí! Esta temporada con tantos incendios, estás más inquieto, más pendiente y más atento a cualquier señal de humo.
—Son muchas horas de estar solo en lo alto de la torre y ni siquiera tiene ordenador...
—En los puestos de vigilancia está prohibido el ordenador, la televisión y los libros. No se permiten las lecturas intensas porque debes estar atento a lo que ocurre a tu alrededor.
—¿Y cómo pasa las horas?
—Los primeros días uno se dedica a memorizar la topografía de la zona, luego miras un rato el mar, escuchas la radio, lees el periódico... pero sin descuidar en ningún momento la vigilancia. También puedes comunicarte con otro vigilante de otro punto para ver cómo lleva la guardia.
—¿Qué cosas curiosas observa desde lo alto de la torre?
—Al rotar por los distintos puntos de vigilancia, tengo varias anécdotas. En la Tramuntana observas el vuelo de los buitres. Por ejemplo, en Fornalutx hay unas jaulas para dar de comer a los buitres y a veces las cabras meten la cabeza en busca de la comida y luego se quedan atrapadas con los cuernos y no pueden salir. En La Victòria, en Alcúdia, te encuentras turistas ataviados con chancletas, bañador y toalla perdidos en busca de la playa del Coll Baix que está a más de una hora de camino por el monte. Les dices que es mejor que regresen por donde han venido porque no lleva la indumentaria adecuada. Otros extranjeros se creen que en Mallorca se puede pasear a cualquier hora y te llegan a la torre asfixiados.
—¿Es un trabajo para gente tranquila?
—Tranquila y equilibrada porque es un trabajo que requiere todo lo contrario a ponerse nervioso. Con nervios, uno no ve nada. A veces uno se puede perder al transitar por el monte y si se pone nervioso no verá ni fuego, ni la torre ni nada.
http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2011/08/27/verano-tension/698223.html