«La cogí del brazo y quedó colgando del puente»
Un taxista de Bilbao salva la vida a una clienta que intentó suicidarse saltando por el viaducto de Miraflores
U. A., de 25 años, lleva sólo un año y medio ejerciendo como taxista en Bilbao y ya le ha tocado perseguir a un atracador y salvar la vida a una clienta que iba a suicidarse. El joven, que prefiere mantenerse en el anonimato porque no quiere «protagonismos», cogió a una mujer que le paró en la plaza Zabalburu, aproximadamente a las siete menos cuarto de la tarde del pasado miércoles. Todavía era de día. La viajera le indicó que le llevara junto al nuevo hotel Gran Bilbao, en la zona de Santutxu.
Para ir más rápido, el taxista cruzó por el barrio de San Francisco y atravesó Atxuri. Cuando estaban a punto de llegar al destino, la mujer le pidió que siguiera «un poco más adelante». Durante el trayecto, la clienta se mostró «con total naturalidad». Le dio conversación y no mostró nerviosismo ni ansiedad, pese a que desde que se montó en el taxi planeaba suicidarse. «Estaba serena, ni borracha ni con apariencia de haber consumido nada».
«Me dijo que la dejara un poco antes de la rotonda de Miraflores, un sitio un poco raro», recuerda U. A. A la derecha, según se sube, hay un pasillo que da al puente, aunque está cerrado para los viandantes. El taxista sintió un «pálpito». «Me temía que hiciera lo que luego intentó». Estacionó el vehículo con las luces de emergencia encendidas en el arcén y esperó a ver lo que hacía. La mujer se fue andando y saltó la valla hacia la zona peatonal. «Cuando se encontraba en mitad del puente, la vi agarrada a la barandilla, pero situada ya de espaldas, por fuera de la protección». El joven aceleró el coche, paró y corrió hacia ella. Saltó la valla y «le chisté». «Al oírme, se giró y se dio la vuelta otra vez».
U. A. «ya estaba encima de ella cuando se soltó. Me dio tiempo a agarrarla del brazo y quedó colgando, se zarandeaba y gritaba que se quería morir». El taxista pesa sólo unos 64 kilos y sujetaba a la mujer a pulso. La carretera que bordea por el puente de Miraflores sirve de acceso a la autopista A-8 y es muy transitada.
«Fuera de si»
Angustiado, el joven pidió auxilio. «¡Que alguien me ayude!», gritó. Un chico con una moto y el conductor de una furgoneta se bajaron. «Entre los tres pudimos subirla, la sentamos en un muro y la agarramos para que no se volviera a lanzar». Entonces, la mujer, transexual, rompió a llorar mientras achacaba su depresión a problemas familiares. «Estaba fuera de sí y decía que mañana volvería a hacerlo».
Un sanitario del Samu que circulaba en su vehículo particular avisó a una ambulancia y a la Ertzaintza. «Una vez que la subimos, me desentendí, tenía un disgusto que no quería volver a verla, me hizo pasar un trago...». El joven cree que «cualquier persona con un poco de ética hubiera hecho lo mismo que yo». Hace unos meses hubo un atraco en una tienda de la zona del Ensanche. U. A. corrió detrás del ladrón y le alcanzó en Uribitarte, donde le retuvo hasta que llegó la Policía.
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