El Turó Park usa a los conserjes para prevenir posibles robos
Los porteros de finca llaman a un móvil de los Mossos si ven una persona sospechosa
El porcentaje de tiendas desocupadas ha pasado en solo un año del 20% al 4%
En una reciente jornada sobre comercio de proximidad celebrada en Sarrià, el economista Marçal Tarragó recordaba que botiguer y ciudadano se alimentan, se necesitan y se potencian más allá del intercambio mercantil que se les presupone. Esta visión integral de ciudad, proseguía este experto en urbanismo comercial, genera confianza y crea un círculo de seguridad y empatía.
Bartolomé Criado preside la Asociación de Vecinos, Comerciantes y Entidades del Turó Park, organismo que representa a todo el que vive, vende o actúa en el barrio cuando lo normal en Barcelona, ciudad muy dada al hermanamiento a pequeña escala, es que habitantes y tenderos avancen por vías separadas que solo confluyen cuando hay una urgencia. Dice este hombre de tranquilidad contagiosa que lo importante en situaciones difíciles es «ser positivo», lamentarse «lo mínimo posible y no compartir las penas con los clientes». Luego están los robos. Tanta tienda de lujo es un imán para cualquier rufián, y en los últimos meses ha habido dos asaltos en sendas relojerías. Más allá del control policial, el barrio cuenta con un elemento de vigilancia inédito en el resto de la ciudad: los conserjes.
FUMADORES ATENTOS / Todas las fincas de la zona cuentan con portero propio. Son personas observadoras -las que fuman pasan más tiempo en la calle y resultan más eficaces-, profesionales que conocen a todo el mundo; sus rutinas, las horas de paso del repartidor, las entradas y salidas de los vecinos... El esquema mental que tienen del Turó Park les permite distinguir elementos excepcionales, personajes sospechosos, actitudes fuera de la pauta. «Cuando esto sucede -relata Criado- llaman al móvil del agente de proximidad de los Mossos», un número que también tienen todos los comerciantes.
Así lo confirman cuatro conserjes de la calle de Bori i Fontestà y Mestre Nicolau que piden el anonimato. Uno de ellos custodia la finca en la que vive una conocida baronesa, y sin dejar de otear la calle, explica que ha llamado a la patrulla «en varias ocasiones durante el último mes» y que la policía llega a los pocos minutos. Esta colaboración, según Criado, ha permitido detener a varios ladrones de bolsos y desarticular una banda de timadores que se hacían pasar por personal del gas.
El comercio agradece como nadie la seguridad. El número de tiendas sin ocupar ha pasado en un año del 20% al 4% gracias, también, a una actitud optimista frente a la crisis. Por ejemplo, si un local está de traspaso, se le pide por favor que no ponga carteles enormes de esos que dan una idea fatalista de la realidad comercial. También se ha sugerido a los propietarios de varios locales gigantes del barrio -los más difíciles de alquilar- que intenten dividirlos en trozos a precios más asequibles. Ya hay más de uno que ha tomado nota y la cosa ha ido bien.
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