'Temblaba, decía que le iban a matar por luchar por su hija'
Un testigo vio a la mujer acusada de encargar el asesinato de su marido amenazarle
"Yo era vigilante de seguridad en los juzgados de Familia de Madrid en enero de 2007 cuando me llamaron para acompañar a una persona a la salida. Era un hombre, estaba temblando, le castañeaban los dientes y decía que le iban a matar por luchar por su hija". Pocos meses después, un sicario tiroteaba a Miguel Ángel Salgado en Ciempozuelos. La Audiencia juzga ahora a su ex mujer, la abogada penalista Dolores M. P., por, presuntamente, encargar el asesinato.
El vigilante ha declarado hoy en el juicio. "El hombre temblaba, en el ascensor me dijo que le habían intentado sacar de la M-30 dos veces, que yo no sabía cómo era aquella gente, que le iban a matar, que estaba seguro".
Al salir, "había dos mujeres gritándole de todo, hijo de p..., le increpaban... También le dijeron que le tenían que matar, que le tenían que ver muerto. A mí me dijeron", ha señalado el guardia, "que ojalá la ETA matara a mis hijos para que supiera lo que estaban pasando".
El vigilante ha reconocido a la acusada como una de las dos mujeres que amenazaron de muerte al luego fallecido, y ha asegurado que recibió durante semanas, después de declarar a la Guardia Civil, llamadas anónimas que identificó como intimidantes.
También ha declarado la pareja del fallecido, que ha asegurado que "Miguel Ángel estaba aterrado, él tenía mucho miedo de ella, decía que era muy agresiva, incluso cuando convivían... También me contó cómo le intentaron matar el 31 de enero (de 2007), que le abordó otro coche y le intentó sacar de la carretera".
La mujer también explicó cómo ella y el luego asesinado escucharon cómo "alguien" rompió el cristal de la puerta de su portal una noche. El cristal lo habría roto el sicario Charles Michael Guarín, que días después habría entrado en el garaje de Miguel Ángel Salgado para dispararle a quemarropa y rematarle, según uno de los guardias civiles que ha declarado, en el suelo
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/11/22/madrid/1321962056.html