Los continuos actos de vandalismo han obligado al Ajuntament a tomar medidas de choque en el ascensor inclinado de Ciutat Meridiana. Esta infraestructura, que une en pronunciada pendiente la estación de Cercanías de Torre Baró y la de Metro de Ciutat Meridiana de la línea 11, ha blindado sus puertas y ha incorporado seguridad privada a las videocámaras que se instalaron inicialmente hace año y medio cuando se inauguró.
"Contra el vandalismo, se decidió que lo mejor era colocar puertas más robustas, que son más difíciles de romper", señalan fuentes del área de Vía Pública del consistorio. "Antes, con una patada destrozaban las puertas, una vez incluso las partieron con una palanca", explican.
Las medidas municipales se completan con la contratación de un vigilante de seguridad. "El objetivo es disuasorio y la idea es que si la situación mejora se acabe quitando". "No puede ser que un ascensor tenga vigilancia privada, con las cámaras debería ser suficiente", añaden.
Desde el Ajuntament señalan que los problemas son habituales y que de media se registra un acto de gamberrismo en el ascensor cada dos o tres semanas. "Estamos intentando involucrar a todas las partes (distrito y vecinos) en el correcto funcionamiento del equipamiento, para ver si entre todos somos capaces de mejorar su estado, no hay nada irrompible, pero la gente debe saber que es un elemento básico para la movilidad del barrio", concluye el consistorio. Y no es para menos, ya que las medidas de seguridad le han salido caras.
El contrato por la seguridad privada para un periodo de seis meses asciende a 25.000 euros, en tanto que la instalación de la nueva puerta blindada supera los 146.000 euros. El ascensor inclinado dispone de tres paradas, con un recorrido total de 96 metros, sorteando un desnivel de 32 metros. La cabina, que se desplaza sobre unas guías parecidas a las vías de un tren, tiene una capacidad para 23 personas y enlaza la avinguda dels Rasos de Peguera con el carrer de Les Agudes (Nou Barris).
"Este ascensor es un buen apañito porque este barrio está en cuesta", afirma Carmen Ramírez, jubilada de la zona. "Pero por desgracia no funciona del todo bien". "No es culpa del Ajuntament, aclara, sino de los gamberros que se dedican a estropearlo todo". Su vecina, María Sampaio, también pensionista, está de acuerdo: "Nunca va bien, siempre está parado por culpa de los vándalos que arrancan las puertas, a ver si lo arreglan de una vez". Saida Berilla conduce un cochecito con gemelos y el ascensor se ha convertido en indispensable si no quiere verse obligada a subir cuestas con un 15% de pendiente media. "Suele haber problemas", señala. "En verano estuvo hasta un mes entero parado porque lo destrozaron". Liana Khanniyan, en cambio, no suele encontrar demasiados problemas en la infraestructura: "Funciona peor el otro ascensor (en este caso vertical y propiedad de Transports Públics de la Generalitat) que hay en el barrio".
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