http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2009011500_4_542750__Castello-discapacitado-denuncia-trato-recibio-vigilante-Hospital-Provincial
Francisco Javier Miravete, un discapacitado de Castelló, ha presentado una queja por escrito por el trato recibido el pasado día 8 de enero en la consulta de Salud Mental del Hospital Provincial, en la que recibe tratamiento por una depresión vinculada a una hemofilia muy grave. La enfermedad le provoca hipertrofia muscular del 65% en todas las articulaciones de su cuerpo, por lo que está impedido.
Según el paciente, las obras en el parking le obligaron a acceder por la avenida Doctor Clará. "Me dirigí al vigilante de seguridad para poder llegar a la consulta haciendo el menor esfuerzo posible y su respuesta fue que allí no había plazas reservadas para discapacitados, que debía ir al parking de Rehabilitación, a la otra punta del hospital".
Miravete le explicó que él no tenía la culpa de las obras, que el hospital debía cumplir con las leyes y habilitar plazas aún en estos casos.
El vigilante insistió en que tenía "sus órdenes", por lo que le aconsejó que llamara al responsable. "En ningún momento me mostró su cara, oculta tras el pasamontañas, me increpó con mirada amenazante y me dijo que lo que tenía que hacer era irme, marcharme de allí". Miravete avisó a la Policía Local de Castelló y un agente le informó de que mandaría una patrulla, aunque no podía hacer nada si no había plazas libres. "Durante este tiempo llegó un señor con bigote vestido de paisano. Le expliqué la situación y este señor me dijo que no tenía razón, que allí no había plazas para discapacitados y que me fuera al parking".
En esos momentos el denunciante empezó a temblar y a perder la visión. "Temblando y llorando le dije al jefe de seguridad que me estaba dando una crisis de ansiedad, que por favor me dejara y esperáramos a la Policía".
"Tuve que tomarme otro "diazepa"n, armarme de fuerzas, y como pude dejé el vehículo junto a la puerta del hospital, en el lugar libre más cercano que encontré y no entorpecía el trafico", asegura.
Entre temblores, dolores, vértigos, asfixia, y dando bandazos contra las paredes, llegó a la consulta de Salud Mental, donde por fin fue atendido por una enfermera.
"Tras la consulta superé la crisis y volví al coche. Los vigilantes no estaban, el personal de Información solo sabía que había venido un policía y que se había marchado", dice. "Desorientado, les pedí que me llevaran en una silla de ruedas, pues ya no podía caminar más", asegura.