Ya no recordaba yo que viví un episodio de esos donde interviene la irracionalidad, los empellones, los insultos, los vigilantes de seguridad y sus guantes negros. Ocurrió en 2006 y lo volví a vivir esta semana porque mi compañero fotógrafo y yo volvimos a los juzgados de Plaza Castilla para escuchar las alegaciones de los supuestos agresores.
Para resumir la historia les contaré que el 15 de octubre de 2006, un grupo de vigilantes nos sacó a empujones del Palacio de Deportes de Madrid. Estábamos cubriendo las elecciones presidenciales de Ecuador, en Madrid, en las que participaban los inmigrantes asentados en esta ciudad. Nosotros nos quejamos por el trato violento y de repente nos vimos envueltos en un escándalo; recuerdo que los vigilantes nos querían quitar las cámaras fotográficas y en esa lucha encarnizada mi compañero fue sometido por tres hombres, con guantes negros, que le arrebataron la cámara, le rompieron uno de sus lentes y lo tiraron al suelo. Yo, bueno, salí corriendo el hombre que me quitó la cámara y cuando le pedí que me la devolviera porque le pertenecía al periódico para el que trabajaba me dijo: "¿Quieres la cámara?", se paró delante de mi y la dejó caer al suelo. "Ahí la tienes", me dijo.
Así contamos la historia en la comisaría y a continuación se inició un juicio por faltas. Luego empezamos a vivir el tiempo judicial. Recuerdo que alguna vez fuimos citados a una audiencia y que la juez nos dio la razón, y ordenó que los agresores nos compensaran.
El dinero de la indemnización no llegó y yo sinceramente me había olvidado de todo hasta esta semana, cuando mi compañero me recordó que teníamos que volver al juzgado. Resulta que los acusados habían apelado al fallo judicial y la juez debía escuchar a las partes nuevamente.
Por eso volvimos a Plaza Castilla el pasado miércoles, hicimos la fila para entrar, pasamos el filtro tipo aeropuerto que hay allí y a las diez en punto nos llamaron para entrar a escuchar la versión del vigilante. El hombre reconoció que hubo una agresión, pero negó su participación. La juez nos pidió identificarlo y así lo hicimos, y volvimos a contar la historia, aunque fue imposible recordar algunos detalles y este olvido fue la oportunidad de oro para el abogado del acusado, que sugirió que nos estábamos inventando todo. Yo sé que no es así, porque lo viví, pero han pasado dos años del largo tiempo judicial y mi memoria simplemente archivó aquel capítulo humillante y seguí adelante. Y lo mismo hizo mi compañero fotógrafo.
Los juicios por faltas ocupan buena parte del tiempo judicial. Les dejo el video de un dominicano que decidió, al igual que nosotros, empezar a vivir ese tiempo y que espera que se haga justicia por la agresión que denuncia.
http://blogs.20minutos.es/latino/post/2009/01/30/vivir-tiempo-judicial