"Mejor o peor, lo hemos superado" Un año después del secuestro del "Alakrana" en el Índico, dos de los arrantzales a los que les robaron, a punta de fusil, 47 días de sus vidas, subrayan el temor de las familias e instan a aprender de la lección.
Tozudo, como los monzones, el dos de octubre saca pecho en el calendario. De su solapa cuelga una trágica efeméride. Hace un año que los piratas somalíes secuestraron el Alakrana, pero los arrantzales a los que les arrebataron a punta de kalashnikov mes y medio de sus vidas prefieren pasar página. "Yo lo tengo olvidado porque, cuanto más pienses en ellos, es peor", asegura por propia experiencia José Luis Vildosola, ayudante de cocina del atunero bermeano. "El tema nuestro está zanjado. Si se solucionan los problemas para el resto de la gente, está bien, pero lo nuestro ya pasó", trata de poner tierra de por medio otro marinero.
Por más que arrancaría gustoso la hoja del almanaque, este arrantzale no quiere que su dramática experiencia se diluya en papel mojado. "Lo que hay que hacer es dejar el morbo ese que tiene la gente por saber si estamos enfermos -cualquiera podría haber pasado un trance de ese tipo- y centrarse en el problema. Hay que evitar que vuelvan a pasar cosas así y si vuelve a pasar una historia similar, que no se vuelvan a repetir los mismos fallos que se cometieron en su día", reclama, sin ahondar en detalles. "Yo no sé lo que se ha hecho bien o mal, simplemente pido a las personas a las que les corresponda solucionar estos problemas que tengan en cuenta lo que les pasó entonces y hagan unos protocolos como es debido en todos los sentidos". Que aprendan de la lección del Alakrana. "Que no se quede en nada".
Algunos aún se medican
"El problema se queda en casa"La lupa mediática escruta ahora, a golpe de aniversario, sus vidas, pero buena parte de los arrantzales secuestrados ya subieron hace meses, fuera de los focos, las escalerillas del Alakrana. "Yo he estado en la mar hasta finales de julio y ahora estoy de vacaciones", detalla uno de los marinos, a quien no pareció costarle mucho embarcar de nuevo. "Estoy bien, no he tenido ningún problema de nada", asegura con voz firme y serena.
Nada que ver con la pesadumbre que todavía hoy empapa las palabras de algún miembro de aquella tripulación. "Algunos sí que se medican, pero yo creo que de los que han ido a faenar, mejor o peor, pero la mayoría lo hemos superado. Siempre el primer día, cuando llegas, piensas en lo que te puede pasar, pero yo creo que el problema más grande se queda en casa". Conscientes de que los piratas siguen campando a sus anchas en las costas de Somalia, mujeres e hijos viven con preocupación la vuelta de los arrantzales al Índico. "Nosotros estamos bien. Las familias están peor porque ellas no lo viven y nunca se van a creer lo que tú les vayas a contar. Tú les dices que estás bien, pero ellas se quedan con su propio sentimiento".
La inquietud que se apodera de las familias durante los cuatro meses que duran las campañas no se mitiga, pese a que varios guardias custodian el atunero. "Con los de seguridad es muy difícil que nos cojan. Muy difícil", subraya este marino, que se siente bastante más protegido que antes, "cuando no teníamos seguridad de ninguna clase".
Pese a la escolta, nadie está libre al cien por cien de un asalto. "Los guardas son superprofesionales. Lo que pasa es que si te cogen con la red en el agua, ¿qué vas a hacer, tirarles con un corcho?", pregunta irónico este hombre, que aprecia la tranquilidad de pescar con las espaldas resguardadas. "Está claro que hay bastante diferencia a como estábamos antes. Mucha", resalta.NO quieren alimentar el morbo
"No hay pacto de silencio"Agenda en mano -47 días de secuestro dan para recopilar un buen puñado de teléfonos- todo es armarse de paciencia y marcar. "Paso del tema, no quiero hablar con nadie", contesta, desde su domicilio, uno de los arrantzales secuestrados. "Ya lo siento, pero es que no me apetece hablar, ya lo siento", se disculpa educadamente otro de ellos. Y no son los únicos que rehúsan hacer declaraciones. Cualquiera diría que se han puesto de acuerdo. Pero no.
"No se hizo un pacto de silencio ni entre los gallegos ni entre nosotros. Aquí no nos dice nadie nada. Cada uno hace lo que le da la gana y todos somos independientes. Ni siquiera estamos tan unidos. Cuando se terminó aquello, se acabó, cada uno va a su vida. Es una decisión que nosotros hemos tomado, pero personalmente, no es que nos hayamos juntado para decir: no vamos a decir nada", asevera uno de los pocos que se prestan a contestar.
Celoso de su intimidad, lo que no quiere este arrantzale es "dar más morbo a esta historia". "A la gente que vive, como yo, en la mar una información de si estamos bien o mal de la cabeza no le sirve para nada. El interés debe estar en el problema que hay allí y lo que puede pasar, no en cómo han quedado las familias. Eso se puede suponer", considera, convencido de que ahondar en los detalles escabrosos del secuestro y sus secuelas "no sirve nada más que para hacer daño a las familias de otros marineros que no hayan sufrido esto. Para otra gente puede ser morbo, pero para los que vivimos de este mundo no es una gracia, sobre todo para las familias. Creo que no merece la pena hacer daño a nadie", sentencia.
Embarcarán en diciembre
"El "Alakrana" está como nuevo"Desvalijado en su día por los piratas, en el Alakrana no queda ni la más mínima huella del secuestro. "Está todo puesto en su sitio, todo bien, como nuevo", atestigua José Luis Vildosola, ayudante de cocina que ya ha trabajado a bordo del atunero. "He ido, he hecho mi campaña normal y corriente, he vuelto y estoy contento. Tengo olvidado eso", asegura, al otro lado del teléfono, desde Mundaka. De hecho, nada más pisar el buque se concentró en su tarea, sin cruzar siquiera un gesto de complicidad con sus colegas. "No hubo ni miradas".
Aunque sólo mantiene contacto con uno de sus compañeros de fatigas, sabe que varios de ellos "todavía están enfermos". "Algunos lo han tomado mal. Todos no tenemos el mismo carácter. Unos somos más fuertes y otros más débiles", remarca. A excepción del capitán y el patrón, aislados y encañonados día y noche por los piratas, el resto de tripulantes pasaron el calvario "juntos", pero, a diferencia de otros, él ni siquiera tiene un mal sueño.
A primeros de diciembre José Luis partirá de nuevo rumbo a Seychelles. No le tiembla el pulso, pero sabe que en su casa no vivirán su marcha con tanta calma. "Las familias ahora están bien porque estamos en casa, pero en el momento en que vayamos seguramente se pondrán nerviosas. Ellos no lo ven como nosotros porque no saben lo que pasa allí, ni cómo estamos. Nosotros, por lo menos, sabemos cómo están ellos aquí".
Más seguros con los guardas
"El tema a bordo ni se toca"Al igual que su colega, también él cree que "con los guardas de seguridad la gente está más tranquila". "Cuando nos pilló esto, estábamos sin guardas y no podíamos marchar porque teníamos la red echada. Ahora estamos más seguros. Están haciendo guardias continuamente y tienen catalejos con los que ven igual de noche que de día", explica.
A pesar de que algunas voces alertan sobre la escasa preparación de algunos vigilantes y sobre la necesidad de reforzar su armamento, José Luis no detecta esas deficiencias. "En los otros barcos no sé, pero en el nuestro están bien equipados, saben lo que hacen, están atentos. Antes, que no había guardias de seguridad, tenías que ir y estabas con miedo, pero ahora no. Ahora estás tranquilo", reitera.Como si fuera a darles mal fario, los arrantzales se resisten a pronunciar la palabra secuestro. Si evitan el término en una conversación en tierra, ni qué decir tiene que es tabú en alta mar. "No comentamos nada porque algunos igual se pondrían mal. Aquí igual hablas de cómo está uno o el otro, pero el tema a bordo ni se toca".
El atunero "Alakrana" entra en Puerto Victoria, en Seychelles, tras su liberación.
tras el secuestro
l El secuestro. Durante 47 días, un total de 36 arrantzales fueron retenidos en el Índico, de ellos ocho eran vascos, la mayoría de Bermeo.
l Reicorporación a alta mar. Cinco de los ocho arrantzales han retomado con normalidad el trabajo y se han reincorporado a la mar. Es el caso del joven capitán Iker Galbarriatu, quien descansa en casa tras completar una nueva campaña en el Indico a bordo del "Alakrana". Éste también es el caso del ayudante de cocina, José Luis Vildosola; el primer oficial del atunero, Patxi Valadés, y el jefe de cocina, Ángel María Diego Arrizabalaga.
l En tratamiento médico. Otros de los arratzales que sufrieron el secuestro continúan aún recuperándose de las secuelas que les dejaron los 47 días privados de libertad en alta mar. Este es el caso de Gaizka Iturbe, engrasador del "Alakrana", quien sigue recibiendo tratamiento médico. También se encuentran en una situación parecida el jefe de máquinas, Víctor Bilbao, y el gruista Andoni Gotxi.
l El "Alakrana". Quienes se han reincorporado al trabajo lo han hecho a bordo del "Alakrana", en el mismo atunero en el que vivieron el peor mes y medio de sus vidas.
l La empresa. La empresa armadora Echebastar Fleet concentra gran parte de su flota en el Océano Índico, con el atunero vasco "Alakrana" como buque insignia.
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2010/10/03/sociedad/euskadi/mejor-o-peor-lo-hemos-superado